En Atoyac de Álvarez
asistí el viernes de la semana pasada a una tertulia político-literato-musical.
Plural y trans-generacional. Con aroma de buen café. Transcurrieron cuatro
horas de pensamientos libres de calidad y de respeto entre los asistentes.
Especie de ágora de la Costa
Grande, donde se dan cita ciudadanos a partir de los ocho de la noche para
debatir y rebatir los diversos aconteceres de la semana de nivel nacional,
estatal y municipal.
Esas reuniones se han
convertido en buena caja de resonancia. Cada uno de los participantes se
compromete a replicar lo ahí discutido en sus círculos sociales cotidianos.
Devino en fuente de pedagogía cultural y política, de carácter comunitario y
regional.
En esa ocasión, como
invitados distinguidos, estuvieron candidatas y candidatos varios a diputados y
a presidencias municipales por parte de diversos partidos políticos de la costa
grande.
Los tópicos fueron los procesos
electorales federales y locales. Hablamos en torno a la política y políticos. O
mejor dicho, de la politiquería y los politicastros. Sobre la política al
servicio del pueblo o al beneficio de unos cuantos. Aquella, de principios y
valores; y la que se mueve en un pragmatismo mercantil, cínico y voraz.
Abordamos los problemas
lacerantes que nos aquejan en torno a la violencia e inseguridad pública, el
narcotráfico, la corrupción y la impunidad gubernamental, sobre la farsa y la
falsedad en los decires y quehaceres de la mayoría de los gobernantes. En fin,
estuvo sabrosa la velada y efectiva la catarsis colectiva.
A la política de la
transa se le comparó con la política de los principios. Las ideas-fuerza que
mueven y conmueven a la gente en contraposición al dinero que a todos les pone
precio para conseguir o hacer algo.
Se recordó a Mahatma
Gandhi que para liberar al pueblo hindú y pakistaní del yugo del imperio ingles
lo hizo recorriendo su país en vagón de tercera de ferrocarril llevando su
memorable pregón de la resistencia civil pacífica y vistiendo tan solo túnica y
taparrabo.
Martin Luther King fue
otro político remembrado que en autobús de segunda clase y con un sueño
conmovió a su país de la improcedencia e impertinencia del racismo.
Lo mismo Nelson Mandela:
logró a lo largo de los muchos años de encarcelamiento que se adquiriera
consciencia colectiva contra la segregación social, así como el derecho de
transitar y residir en cualquier lugar de su país.
En relación a Jesús de Nazaret,
comenté que lo menos que pudieron haberle hecho fue crucificarlo porque atentó
contra los cimientos del imperio esclavista romano, cuando expresaba que todos éramos
iguales y debíamos amarnos los unos a los otros.
El común denominador de
estos grandes sacudidores de consciencias sociales fue colocarse en un nivel superior:
el de estadistas. Sus acciones y pensamientos trascendieron sus vidas y se
convirtieron en vivo ejemplo de cómo se pueden movilizar a los pueblos para
beneficio de los pueblos, a partir de las ideas, sin estar obligado a bailar
como oso de circo, tener dinero, estructura, mercadotécnica o poder.
Ellos fueron poderosos
por sus principios e ideología que llegaban al corazón de la gente además de
una conducta personal congruente con lo que enunciaban. Alimentaban el espíritu
de sus pueblos en el logro de ideales o utopías que a lo largo la historia se convirtieron
en realidades sociales perfectibles.
También hubo mujeres
que trascendieron los estrechos marcos de la politiquería. Por ejemplo, Olimpia
de Gougues, en la defensa de los derechos universales de la mujer. Sor Juana Inés
de la Cruz, en el derecho de pensar y de escribir. Clara Zetkin, en el derecho
al voto. Madame Curie, en el derecho de escudriñar en la ciencia, etc.
PD1. El PRI y Enrique
Peña Nieto no merecen gobernar. Reprimió con lujo de violencia, permitió
agresiones sexuales a mujeres y metió injustamente a la cárcel a parte del
pueblo de Atenco, en el estado de México. ¡Y todavía se ufana de ello! ¡Sálvese
quien pueda!
PD2. Señores
gobernantes del PRI: ¡exijo agua para el pueblo de Chilpancingo! ¡Llevo semanas
conservado en mi propio jugo y ya está hasta el tope mi trono de porcelana! No
jodan.