Siembra injusticia y cosecharás
violencia. Robert Kennedy.
Pretender que
haya paz sin justicia es como desear que vivan peces sin agua. Para que impere
la paz menester es que prevalezca la justicia. Ese es el propósito que nos
ocupa hoy en día la masacre de Iguala. Para que haya justicia perentoria es necesario
que se sepa toda la verdad del atroz evento. Empezando con el paradero de los
42 muchachos en forzada desaparición. No puede aplicarse justicia completa si
no se conocen todas las causas directas e indirectas, antecedentes,
motivaciones, circunstancias, personajes, lugares y tiempos específicos de lo
que aconteció en Iguala.
Conocer la
verdad es condición ineludible para hacer justicia. El engaño y la mentira, el
encubrimiento parcial de un delito, opaca la justicia y esta es imposible de
sostenerse firmemente pues sus cimientos estarán fincados en arenas movedizas.
Sin la verdad total no hay justicia plena, ni paz genuina y duradera, sobre
todo si el delito es de lesa humanidad. Una aparente legalidad sustentada en
falsedades, solo sirve para solapar la ilegalidad, proteger y encubrir a
victimarios y olvidar la reivindicación de las víctimas. Institucionaliza parte
del delito y otorga impunidad a los delincuentes.
El empeño
justiciero debe sustentarse en que todas las vidas humanas tienen un valor
intrínseco similar. Todas las mujeres y los hombres tenemos la misma dignidad
que se debe valorar y proteger como tal. El derecho a la vida es primigenio de
los demás derechos humanos. La verdadera paz se concibe como disfrute de la
vida y no como acechanza de la violencia exterminadora de ella.
Socavar la
justicia generalmente provoca, entre otras cosas, indiferencia o amnesia social
por reflejo de sobrevivencia. Coloca fuera del estremecimiento a la ciudadanía
ante el horror cotidiano. Suscita parálisis social y es producto ilegítimo de un
poder institucional subordinado al mal.
Un gobierno en
donde la corrupción y la impunidad son pilares de su funcionamiento, está
imposibilitado a otorgar justicia plena y por lo tanto nunca podrá darse la
reconciliación social. Los intereses de grupo en el poder se antepondrán a los
intereses de la población oprimida y agraviada. A la larga será buscar una
falsa paz que estará sostenida con la irresoluta sangre derramada. En palabras
de René Padilla: “Si el fruto de la justicia
es la paz, el fruto de la injusticia es la violencia y el caos social, la
enemistad y la inseguridad, el odio y el temor. Cada injusticia que se comete
contra los pobres lleva en sí la semilla de la subversión. La justicia conduce
a la vida, la injusticia desemboca en la muerte.”
Si hay paz por medio de la verdad y la
justicia, habrá reconciliación social mediante el dialogo y la reparación del
daño causado, a sabiendas que no hay forma alguna de reparación de una vida humana
que ha sido cegada por una violencia unilateral y sanguinaria.
Dialogar permite llegar a acuerdos y acciones
de reconciliación para construir nuevos lazos de fraternidad social y evitar
que de nueva cuenta se sigan presentando desgracias como las acaecidas. Los
normalistas no fueron los únicos agraviados, todo el pueblo
mexicano oprimido lo fue también. La existencia de la pobreza es una violencia
social permanente.
En conclusión: La paz exige la defensa de la vida,
como derecho y como deber. Se construye sobre la verdad y es obra de la
justicia. Permite a su vez la reconciliación social mediante el diálogo y la
reparación posible del desgarre social.
PD1. Existe una relación directa y recíproca entre
la debilidad de las instituciones públicas y el enquistamiento de la corrupción
y la impunidad.
PD2. La falta de honestidad en el ejercicio de la política
obliga a una mayor participación, observación y denuncia ciudadana en las
elecciones del 2015.
PD3. En estos tiempos quisiera desear felicidad y prosperidad
plena a tod@s, pero lamentablemente nos faltan 42, asesinaron a 7 y dejaron más
de 20 heridos en Iguala hace tres meses.
PD4. Con el secuestro y asesinato del presbítero Gregorio López
Gorostieta se confirma el grave deterioro criminal que padecemos en Guerrero.
h.popoca.b@gmail.com