Héctor Manuel Popoca Boone.
Por
la libertad del profesor Félix Hoyo Arana, amigo.
En este año 2016, habrá elecciones para gobernador en
12 Estados de la República. Será un proceso democrático mercantilizado. No es
temeraria especulación, sino afirmación constatada. En cierta forma, en una sociedad
capitalista, los partidos políticos ofertan candidatos a los electores y estos
expresan su demanda efectiva de gobernantes a través de su voto y los candidatos
(as) buscan conquistarlo a cualquier precio.
Lo primero a construir será la imagen y la frase
atractiva del candidato (a). Los maquillistas, fotógrafos y los diestros
publicistas harán la configuración. Eso cuesta dinero. Una vez identificada la
imagen y la consigna persuasiva de mayor impacto, los expertos en propaganda y
medios de comunicación masiva buscaran posicionarlas en el imaginario de los
electores. Eso cuesta mucho más dinero
Aun cuando el costo y tiempo en los medios está
regulado por la autoridad electoral, está demostrado que un medio de
comunicación masiva poderoso, puede construir una candidatura “a modo” en la
mente de millones de televidentes o radioescuchas; o también destrozarlo (a) si
fuera el caso. Eso representa una abultada factura económica y política a pagar
por el candidato (a) triunfante. Representa una inversión redituable para los políticos
poderosos, los grandes empresarios o los capos del momento. No otra cosa han
hecho los del gran dinero, lícito e ilícito, desde siempre. Han moldeado
gobernantes acotados y subordinados a provechos particulares, de grupo o de intereses
extranjeros.
El candidato (a) a la gubernatura, debe ser lo más
atrayente posible, para que satisfaga la aquiescencia de los electores. De ahí
el importante papel de la mercadotecnia política y sus artes para manejar una
candidatura. Las ideologías enarboladas servirán prácticamente de engaña bobos.
Los ideales, principios, valores políticos y programas de acción, pasan a ser meros
elementos decorativos insulsos, que dicen mucho y a la vez nada. Sacrifican
sentido de pertenencia e identidad partidaria. Lo pragmático sobre-determina a
lo programático.
En plena contienda electoral, hay que demostrar que el
candidato concita simpatía popular. Las grandes concentraciones y mítines siguen
siendo importantes, pero dosificadas. Porque de lo que se trata no es de llenar
plazas, sino urnas. A estas alturas de la campaña, adquiere cada vez mayor
relevancia la capacidad de movilización que genere a la hora de votar la “estructura
electoral”. Es decir, empieza a sobresalir la acción de los promotores, reclutadores
o enganchadores del voto que, previo pago monetario, tienen la misión de
convencer, organizar y llevar a votar al grupo de electores que se les ha
responsabilizado. Utilizan las artes del acarreo, contratan los vehículos
requeridos, ofrecen desayunos y dadivas, controlan a representantes de casillas
y en la última instancia, realizan la compra directa del voto ciudadano, preferentemente
el de las zonas pobres, urbanas y rurales.
Esa es la parte más onerosa, económicamente hablando,
de una campaña electoral. Por lo tanto, contar una estructura electoral bien
aceitada y compradora generosa de votos es crucial; y sin contar con el dinero suficiente
para tal encomienda, es poca la garantía de lograr el éxito anhelado. En la
democracia mercantilizada es sumamente difícil demostrar jurídicamente la
compra del voto. Es una falacia afirmar que no habrá rebase en los gastos de
campaña. Hoy por hoy, en condiciones de pobreza, la mejor estrategia electoral
sigue siendo la compra masiva del voto.
PD. Que se diga el nombre del mando militar superior que
autorizó ceder, fuera de toda legalidad, terrenos de la nación (que detentaba el
27 batallón de infantería del ejército mexicano), para que los hoy convictos,
ex presidente municipal de Iguala y esposa, construyeran su gran centro
comercial “Los Tamarindos”. Es menester escudriñar las raíces incubadoras de la
monstruosidad desatada contra jóvenes normalistas la noche-madrugada del 26-27
de septiembre del 2014.
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