Héctor Manuel Popoca Boone.
La convocatoria nacional
denominada “Cohesión Social” tiene como propósitos fundamentales: contrarrestar
la mediocridad gubernamental, la pobreza, la desigualdad social, así como la
relativa pasividad ciudadana que se presentan en nuestro país en un entorno
cada vez más difícil y hostil, interno y externo. Para eso, requisito
primordial es la preeminencia y salvaguarda de todos los derechos humanos: a la
nutrición, educación, salud, trabajo, vivienda, justicia, paz, a la no
discriminación o marginación social, a un medio ambiente sano y sustentable,
entre otros.
Alcanzar esos propósitos
es posible hacerlo a través de varias vertientes: La política, desatando
verdaderos cambios institucionales para tener un buen gobierno; dando paso a
nuevas y novedosas políticas públicas; motivando un mayor dinamismo y apertura
ciudadana, en el marco de una mayor corresponsabilidad civil. Para la buena
gobernanza democrática es menester desarrollar capacidades institucionales
públicas que posibiliten tener gobiernos honestos, sólidos, eficientes y
eficaces (sin mayor dispendio del erario público) que brinden la suficiente transparencia,
rendición de cuentas y entrega de resultados tangibles, sobre todo para los que
menos tienen.
La otra vertiente es la económica,
al impulsar las actividades productivas incluyentes y el trabajo digno y
decoroso; así como re-activar a la población económicamente apta que actualmente
está en cesantía y que puede de inmediato participar en la generación de mayor
riqueza nacional, con una mejor distribución equitativa de la misma, mejorando
los ingresos de las familias y su calidad de vida. Fortalecer nuestro mercado
interno dando preferencia a la adquisición de productos nacionales, producidos
regionalmente por los pequeños y medianos negocios. Necesario es revertir la
privatización de los estratégicos recursos naturales que como nación
detentábamos para moldear soberanamente nuestro propio crecimiento económico.
La vertiente social. Para
que todo lo anteriormente reseñado suceda, requisito indispensable es que el
colectivo humano se desenvuelva con la plena vigencia de todos los derechos
sociales, económicos, políticos, culturales y ambientales que posibiliten disminuir
la desigualdad social. Dado el agudo resquebrajamiento de la urdimbre social se
requiere generar una nueva cultura de la corresponsabilidad con la activa
participación ciudadana, donde los civiles se involucren mayormente en la cosa
pública; por medio de principios, valores, prácticas democráticas y
comportamientos éticos, exigibles a todos y por todos, principalmente en los
territorios que acusan una mayor corrupción e impunidad. De lo que se trata es
de construir una nueva cultura de la dignidad ciudadana. Hasta ahora,
inmisericordemente pisoteada por los malos gobiernos y su correlato, la
delincuencia organizada, suscitadora de todo tipo de violencias.
Lo cierto es que los mexicanos
no podemos seguir divididos y confrontados. No al menos la mayoría que creemos
y queremos a México. Las recetas económicas que nos han sido aplicadas desde
décadas atrás han mostrado de sobra su nula efectividad para que progresemos
sin mayores desigualdades o disparidades en las oportunidades y circunstancias
de superación para todos.
PD1. Estoy de acuerdo con
el regidor de Acapulco, Arturo López Sugia, flamante vicecoordinador de
autoridades municipales del Partido Movimiento Ciudadano, cuando afirma que,
más que incentivos fiscales los empresarios de Acapulco claman por garantías
reales para sus bienes patrimoniales y productivos.
PD2. No hay falta de respeto al Presidente de la
República al solicitarle que aclare el comportamiento de los malos elementos
del Ejército Mexicano que permanecieron impávidos y omisos durante la barbarie
cometida en Iguala, en septiembre del 2014.
PD3. La lógica común
indica que entre más difamen a López Obrador, más lo afianzan en las
preferencias de los ciudadanos. Lo que resiste, apoya.