Héctor Manuel Popoca Boone.
No se puede ocultar la
gran desconfianza y el poco aprecio que los ciudadanos tienen actualmente sobre
los políticos y gobernantes. No hay credibilidad porque buena parte de ellos solo
atienden los negocios privados que hacen al amparo del erario público. Es
necesario acabar la insana pretensión de apropiarse, en chapucera forma y con
impunidad, de los dineros y de los recursos naturales que son del pueblo. Existe
hartazgo civil por la corrupción gubernamental, por la impunidad con la que se
da y el cinismo con la que se exhibe. En eso, como en otras muchas cosas, hemos
tocado fondo.
La ciudadanía está
cansada de las formas de gobernar basadas en “la cultura del moche” y en las
complicidades vergonzantes, entre determinadas empresas privadas con la
administración pública. Repudian la disposición de la ley al mejor postor. En
la narco-política. Donde solo se auto-favorecen algunos, en detrimento de los
muchos.
Será la pulcra honestidad
en el decir y en el hacer público, lo que permitirá que todos volvamos a creer
que es posible la salvación de nuestro país. Es menester que el gobierno sea honrado,
para tener la suficiente autoridad moral ante la sociedad y convocar su mayor
participación en los solución de los problemas que le conciernen.
Requerimos una auténtica
y eficaz contraloría social, integrada por ciudadanos honorables, con recursos
autónomos para su operación, para que vigilen la correcta aplicación del
presupuesto público y de las metas esperadas.
No podemos inventar cada seis
años al país, a los estados o cada tres a los municipios. Es menester desechar
lo que no sirve, mejorar lo que ha dado resultados y poner en marcha otras
propuestas para “sacar al buey de la barranca”. Los programas de desarrollo
urbano, fomento rural y los de protección social, deben de contener participación
directa de la ciudadanía. Las actuales políticas públicas de corte neo liberal concitan
angustia, desesperación y zozobra.
Recalco, los programas y presupuestos
requieren de la participación de la ciudadanía organizada en su elaboración y
aplicación; y no solo sean por determinación unilateral de los poderes
ejecutivo y legislativo, (federal, estatales y municipales).
No más parentela, formal
o informal, dentro de la nómina del gobierno. No más tolerancia a comisionados
y aviadores. No más nominas abultadas. No más recomendados en puestos claves
sin perfil adecuado. No más servidores públicos insensibles a la petición o al
reclamo social. Ya no más divorcio del gobierno con la ciudadanía.
No necesitamos un
gobierno de privilegios particulares en medio de la mendacidad y la simulación.
Requerimos una clase política cuya distinción sea la honradez, el trabajo y el
compromiso social. Ya no queremos un gobierno que atienda a los mismos
preferidos de siempre, a costa de los marginados y ninguneados de toda la vida.
La transparencia, entrega
de resultados y rendición periódica de cuentas, deben ser instrumentos fijos en
la práctica gubernamental. No más excesos de gastos publicitarios de los actos
del gobernante. La realidad impone austeridad, orden administrativo y
prioridades definidas por todos.
Hay un clamor del pueblo
por tener gobiernos de nuevo tipo. Gobiernos que, en verdad, y no solo en
palabras, estén cercanos a la gente. Que den respuestas efectivas y no se queden
en promesas, en farsas o engaños.
Únicamente trabajando
juntos, gobierno y ciudadanos, lograremos más y mejores resultados. Actualmente
el gobierno ha sido desbordado de pé a pá, por los problemas históricos
acumulados. Desatendidos por el perenne autismo institucional.
Logremos tener un
Guerrero inclusivo y no excluyente. Donde el gobierno ponga el ejemplo, sin
hipocresías de por medio. Solo así habrá credibilidad y confianza para salir
del sangriento hoyo negro en el que estamos inmersos.
PD1. El Frente Ciudadano
por México, prosigue sus foros temáticos regionales para recabar las propuestas
de la sociedad. Mañana domingo, en la ciudad de Iguala, en el salón Antares, se
llevará a cabo el tercer foro, abordando el tema: Mujeres, jóvenes y población
vulnerable.
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