Héctor Manuel Popoca
Boone.
Dime de qué recursos
dispones y te diré si puedes lograrlo.
Siempre resulta más
barato prevenir que lamentar, dice el refrán popular. Es más eficaz realizar
acciones contando anticipadamente con personal capacitado, procesos, recursos (tanto
materiales como financieros), suficientes y pertinentes. Para solucionar un
problema primero hay que reconocerlo y aceptar su presencia real, en su justa
dimensión, en el hoy y en el mañana. Estos principios aplican en nuestro actual
combate a la pandemia del Coronavirus en México.
Pero nuestro Sistema
de Salud Pública (SSP) no está lo suficientemente preparado para enfrentar y
combatir con éxito la pandemia referida; en todas sus etapas en el corto plazo.
De tiempo atrás (y como herencia del neoliberalismo) nuestro SSP está
centralizado, desvencijado y sobresaturado en la atención de convalecientes, en
el marco proverbial del déficit nacional en médicos, medicinas, hospitales y
centros de salud, así como de camas, equipos hospitalarios e insumos básicos
sanitarios.
En especial y para el
caso que nos ocupa, tenemos pocos laboratorios para pruebas y análisis de
muestras, obtenidas de posibles sospechosos y contagiados en todo el territorio
nacional. Hay que tener en cuenta que el crecimiento de los afectados por el
Coronavirus es de carácter exponencial y los laboratorios que tenemos están
centralizados en la CDMX.
Adicionalmente y
desde décadas atrás, nuestro SSP está diseñado para atender demandas personales
y no eventos colectivos catastróficos que se presentan en determinado momento y
espacio. A partir de eso, cobran razón de ser la aplicación en forma gradual de
medidas, un tanto drásticas pero firmes, destinadas a frenar y disminuir la
estadística diaria que da cuenta de la existencia y daños que causa en nuestro
país el virus multicitado. También aceptemos que nuestro habito del “Ay se va”
no nos ayuda y es altamente perjudicial por obstruccionista y minimalista en la
observancia y cumplimiento de las medidas y protocolos indicados para la
adecuada prevención contra el actual flagelo mundial.
Súmele a lo anterior,
la demasiada población subocupada y desocupada que no tiene acceso real a los
servicios que brinda el SSP. Como siempre, los pobres, los ancianos y la niñez
serán las mayores víctimas de esta tragedia social que estamos viviendo. Como
van las cosas, es un hecho que habrá saturación de convalecientes que estarán
mal, poco o nulamente atendidos.
La eterna desigualdad social que
nos caracteriza como país, impone su realidad y cobra su existencia, ya que una minoría de la población si tiene un
sistema privado para la atención privilegiada de su salud. Son las personas de
altos ingresos económicos lo suficientemente afortunadas en relación al resto
de la población. Otro segmento de la población es la laborante y tiene un
sistema de seguro social desvencijado y por último están aquellos que no tienen
más que los malos servicios generales de salud pública. Todos están concebidos
como una suma de demandas individualizadas de los ciudadanos.
De no aplicarnos con
mayor intensidad, coordinación y esfuerzo entre la ciudadanía y los tres
niveles de gobierno, pronto la morbilidad se incrementará más rápido de lo que
uno piensa. Atender la pandemia en forma lenta y errada como lo hizo Italia nos
lleva a escenarios catastróficos nunca deseados. El esforzarnos para poner en
práctica medidas un poco drásticas pero efectivas de contención y disminución
de la propagación del virus puede darnos resultados exitosos, tal y como ya los
hubo en Corea del Sur y China, por ejemplo.
PD1. Tan malo es minimizar
peligros como maximizar gravedades que no se hayan dado en este asunto tan
delicado del Coronavirus ya que está en juego la vida de muchos mexicanos.
PD2. Los tres niveles
de gobierno no deben escatimar presupuestos públicos para luchar contra la
actual pandemia. Cancelen otros programas no esenciales y transfieran los
recursos ¡Ya!
PD3. En tratándose de
esta pandemia debemos esforzarnos por tener un plan de acción que se distinga
por su rapidez, eficiencia, oportunidad y honestidad. la consigna de todos es abatir
al máximo la presencia del virus en territorio nacional. “Juntos podemos.”
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