viernes, 6 de noviembre de 2020

Por el rescate de Acapulco.

 

Héctor Manuel Popoca Boone.

Derivado de la pandemia, Acapulco vive una situación cada vez más crítica. En su medio urbano y rural se ubica el epicentro estatal de contagio del Covid-19. Alrededor de 1,100 personas fallecidas y 10,000 contagios acumulados a la fecha, más los no registrados, dan cuenta de la elevada infestación y mortandad que padece. Acapulco debió estar, desde tiempo atrás, con las actividades económicas y sociales limitadas al 30 por ciento; tal y como lo señala el semáforo naranja federal. El gobierno estatal declinó hacerlo así y protegió a los negocios económicos, a sus dueños y a los empleos formales, más que a las vidas humanas en general.

Mediante “el gran engaño” al pueblo, han permanecido abiertas las actividades económicas y sociales en 50 por ciento, en términos generales, como si estuviéramos en semáforo amarillo. Hacerlo así, ha traído como consecuencia un fuerte repunte de contagios y decesos; potencializados por el turismo nacional que, desde el Valle de México, llegó masivamente y sin mayores precauciones. Por lo tanto, el crecimiento del Covid-19 ha tomado visos de estar descontrolado; y de seguir así, para diciembre, Acapulco será un pandemónium letal para habitantes y turistas.

La decisión de permitir o no, mayor o menor actividad económica y social; en nuestro principal centro turístico cuya dinámica gira en torno a esa actividad, fue de suyo grave y difícil. Ya que nunca se pensó en una estrategia real que, por una parte, contuviera los contagios y por la otra, permitiera la defensa de la subsistencia popular. Habría que escoger, por la estrategia que provocara las menos muertes y contagios posibles; pero lamentablemente no resultó como lo deseado por las autoridades del nivel estatal y municipal.

Algunas acciones o inacciones gubernamentales han dejado mucho que desear; y a veces, han sido de una insensatez enorme. Por ejemplo: es toda una estulticia no dedicar a la protección de la salud y la economía popular de miles de acapulqueños, los 50.4 millones de pesos que el ayuntamiento insanamente autorizó destinar, de inmediato, a la construcción de un ostentoso paso elevado vehicular, que no es obra esencial en estos tiempos de pandemia en crecimiento. Por otro lado, los prometidos centros estratégicos cuarentenarios hospitalarios, para tratar a la gente contagiada en forma temprana (y evitar mayores contagios familiares), no han entrado todavía en operación.

Esas cosas, no se deben a la falta de consciencia ciudadana; más bien a la falta de responsabilidad y honestidad gubernamental. Otras acciones inmediatas han sido sugeridas a las máximas autoridades sanitarias del estado, pero lamentablemente las han ignorado; como las contenidas en mis artículos de opinión, publicados en “El Sur” del 10 y 17 de octubre próximo pasado.

De tal suerte que, en una entrevista sostenida por internet con Sonidos del Pensamiento y Revistaa”, mencionaba que para Guerrero en general y para Acapulco en lo particular, es necesario pugnar por tener nuevos gobiernos y estilos de gobernar, libres de farsas, engaños, hipocresías y moches, que gangrenan seriamente la credibilidad ciudadana en los gobernantes. Y éstos ven disminuidas así, sus capacidades de convocatoria a la activa participación ciudadana.

También expuse que semejantes desafíos económicos, como los de salud, educación, desigualdad y seguridad, que se han agudizado por la pandemia, requerirán de un gobierno eficiente, eficaz, honrado, diestro y con profundo compromiso social; considerando que no habrá suficiente dinero en las arcas públicas. Ni propio, ni de la federación. Por lo que la austeridad y la prioridad social, obligaran a “hacer más con menos”, junto con una mayor participación ciudadana. Claro está que los gobernantes y sus respectivos gobiernos deben ser ínclitos ejemplos en materia de convicciones, laboriosidad, honestidad, integridad, congruencia y transparencia.

La salud y la economía en Acapulco ya están seriamente lesionadas; y aún no contamos con la vacuna para poder iniciar, integralmente, la recuperación de todo lo perdido. De acuerdo a la opinión de economistas y sociólogos especializados, no será posible hacerlo en menos de cuatro años. Mucho trabajo, carencias y lágrimas, nos depara el mañana. Esa es la cruda realidad, pero los guerrerenses siempre han salido airosos de las adversidades que enfrentan.

PD. Una o varias candidaturas independientes para gobernador (sin recursos y organización propia electoral), simbolizarán el hartazgo de buena parte de la ciudadanía a la partidocracia y democracia mercantilizada, carente de ideales y divorciada de los genuinos intereses del pueblo.