Hector Manuel Popoca Boone.
El miércoles de la semana pasada, el presidente del Comité Técnico del Fideicomiso
para la Promoción Turística de Guerrero (Fidetur), Manuel Negrete Arias, reclamó,
públicamente, en una sesión del Grupo ACA, que desde hace seis meses la
Secretaría de Finanzas del gobierno estatal (SEFINA), no le provee los recursos
económicos que, por ley, debe entregarle para realizar su programa anual de
promoción y fomento al turismo en Guerrero. (Ojo, no solo de Acapulco).
Son recursos económicos fiscales de carácter estatal, captados a partir del
tres por ciento de recaudación que hacen los hoteleros de todo el estado de Guerrero,
por concepto de ocupación de cuartos en sus hoteles. Una vez entregados a
SEFINA, del total de ellos, el uno por ciento es destinado a fortalecer la
seguridad pública y dos por ciento a fomentar el turismo a través de
Fidetur. El monto recaudado de dicho
impuesto local, los empresarios del ramo lo obtienen de sus huéspedes al
momento de pagar el servicio de habitación ocupada.
En otras palabras, a Fidetur no le han entregado la cantidad de 25 millones
de pesos a que tiene derecho, de seis meses a la fecha, de acuerdo a lo
estipulado en la ley estatal No. 494 de fomento y desarrollo turístico para el
estado y los municipios. Por lo tanto, en un promedio no estacionalisado, se
recaban, en forma anual, un monto aproximado de 50.4 millones de pesos para
este rublo. En el Decreto de presupuesto de egresos para el 2023, solo se
autorizaron la cantidad de 20 millones de pesos. Es decir, no hay presupuesto
autorizado adicional más allá del adeudado a la fecha.
La hospedería no solo se da en Acapulco, sino también, y en forma
importante, en los municipios de José Azueta, Taxco, Chilpancingo, Iguala,
Tlapa… Por lo que, para guardar justeza y equidad, debería hacerse una distribución
ponderada en la participación de dicho impuesto entre los municipios según su
aporte a la hospedería turística. Desde hace años, los beneficios de Fidetur los
concentra la burocracia turística estatal para promocionar la actividad
turística de Acapulco y un poco la de Ixtapa-Zihuatanejo y Taxco.
A mayor detalle, buena parte de ellos se utilizan para sufragar gastos
suntuarios, superfluos y “de estímulo” a los directivos, funcionarios públicos
y empresarios, discrecionalmente seleccionados, para los viajes de promoción y
de participación en ferias o tianguis turísticos internacionales, como el de
España. Hubo épocas que la comitiva oficial de Guerrero estuvo integrada por
más de 30 personas con gastos pagados a Europa, cada año. También que, en el
pasado, los fondos del Fidetur se gastaban, en su mayor parte, para montar
espectaculares “stands” en tianguis internacionales y al final de cuentas tener
magros resultados por cuanto a concreción de negocios se refiere.
La importancia de lo anterior viene al caso porque hace dos semanas fue
invitada la A.C. “Por el rescate de Guerrero” junto con otros pequeños y
medianos empresarios de diferentes giros económicos, a una reunión de análisis
sobre la inseguridad pública que priva en la ciudad de Chilpancingo. Los
invitados de honor a dicha reunión fueron, el secretario de Seguridad Púbica
del estado, el Vicefiscal general estatal y la jefa de la policía municipal;
llamándome de sobre manera la atención, la narrativa quejosa que expusieron
algunos empresarios hoteleros por la endeble seguridad pública que impera en los
barrios donde están domiciliados sus negocios; y cómo se va agudizando el
problema de la delincuencia, en forma lenta pero inexorable.
Manifestaron algunos empresarios hoteleros que ellos no escapan a ser
víctimas junto con sus familiares, de secuestros y extorciones; además tienen
que recibir con mayor frecuencia a los “chicos organizados de la malhora”, que
toman en alquiler habitaciones en hoteles de categorías medias y bajas, para contar
con cuartos de seguridad (reclusión) de personas que son víctimas de sus
secuestros exprés. Algunos casos llegan a situaciones en extremo grave: Ante la
imposibilidad o demora de los familiares del secuestrado para el pago del
rescate exigido, los de “la maña” asesinan a la víctima dentro de la habitación
y huyen de la escena del crimen.
Al dar parte los dueños o gerentes de los hoteles de tan funestos sucesos a
la fiscalía estatal y hacer presencia los agentes ministeriales para proceder
con el deber de acordonar y clausurar la parte del hotel en que se dieron los
hechos para realizar las investigaciones correspondientes, provocan que
prácticamente todos los huéspedes alojados en dicho hotel “pongan pies en
polvorosa”. Conclusión: El impuesto a la ocupación hotelera se recaba, pero no
se destina ni se dirige para lo que verdaderamente urge hoy en día en materia
de turismo, que es coadyubar a combatir la delincuencia y erradicar la
violencia manifiesta.
PD. Ya no causa sorpresa el que haya homicidios en la Costera de Acapulco y
en sus playas. Lo inusitado es ver también a algún turista, echar bala. ¡Uf!
porelrescate@gmail.com
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