viernes, 12 de julio de 2024

De santuario en santuario...

 

Héctor Manuel Popoca Boone.

Como Gobernador Moral de Guerrero, manifiesto mi más profunda irritación pública porque el máximo gobernante federal, clama por abrazos y no balazos; y los criminales responden arrojando granadas explosivas desde drones a centros concurridos de la población de Acapulco y de la región Sierra. Somos un verdadero santuario para la violencia y las delincuencias.

Algunos irresponsables afirman que, para integrar el nuevo poder judicial reformado, ni el narco ni la plutocracia definirán a los futuros jueces y magistrados; cuando todos sabemos que es el dinero y el poder, los promoventes de la suficiente popularidad, como elemento definitorio, en todo tipo de votaciones populares.

Visto está ahora que, todo gobernante podrá participar activamente y sin tapujos en la definición de su sucesor en el poder presidencial, estatal o municipal. Se le suman las persuasiones de los diversos grupos de narcotraficantes dentro de los procesos electorales de la democracia manipulada que impera en México. ¡Uf!

Rebasa a todas las instituciones, municipales, estatales y federal, el accionar de las bandas delincuenciales y criminales, que pululan en todo el territorio estatal. Esa es la opinión de muchos ciudadanos, a causa de la actitud contemplativa permanente, de todas las instituciones de seguridad pública de los tres niveles de gobierno. ¡Doble uf!

Además del caso de la desaparición forzada de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, ahora, a cuatro meses de distancia, hay que agregar la demanda pública por justicia de los familiares del joven estudiante asesinado, Yanqui Koltran Gómez Peralta, al no contar con un fidedigno informe del móvil de su artero asesinato. Persiste el manto de impunidad que cubre a los jefes federales, comisionados en los cuerpos de seguridad pública estatal, y que solo fueron removidos de sus cargos ante el presunto encubrimiento de los policías asesinos -que ya están detenidos- y por la alteración de la escena del crimen. Sin duda, es nuestro estado un buen santuario para la impunidad. ¡Triple uf!

El dirigente estatal del Partido Movimiento Ciudadano considera que el gobierno federal debe asumir la total responsabilidad de la seguridad pública en todo el territorio estatal. Desde el inició del gobierno de Evelyn, hace tres años, AMLO la asumió a plenitud; ejerciéndola de la mano de la Gobernadora Constitucional y de su “Papá incómodo”. La estrategia y los resultados obtenidos a la fecha han sido un desastre humano total. ¡Cuádruple ¡uf!

Debo admitir con tristeza que, en términos generales, con las excepciones de rigor, los poderes judiciales estatales y el federal, son santuarios de corrupción, privilegios, canonjías, nepotismo y tardanzas en demasía, en la emisión de sus dictámenes; que provocan impunidades al por mayor.

Pero será peor si se eligen a los jueces y magistrados por votación popular, en un sistema semidemocrático que está sumamente mercantilizado y, por ende, puede contribuir a que impere la oclocracia (gobierno de la muchedumbre, como forma degenerada de la democracia).

Como Gobernador Moral, afirmo que todo Guerrero es un gran santuario para la corrupción, la impunidad, delincuencia, homicidios y anidamiento del crimen organizado. Una seguridad pública exitosa depende de que los delitos no queden impunes y que la población participe activamente, en sus propios centros laborales o de residencia domiciliaria.

Con mucha anticipación y oportunidad, se le advirtió a la secretaria de la salud estatal, Aidé Ibarez Castro, que era conveniente tomar medidas de alertas sanitarias preventivas contra el dengue, que ya empezaba a manifestarse; pero respondió que los datos aún no daban para tales acciones. Hoy nos ubicamos, según la Secretaría de Salud Federal, en el segundo lugar de fallecimientos y el primero en afectaciones a nivel nacional. ¡Quíntupla uf!

No es posible que el rector de la UAGRO no exprese nada ante la grave acusación hecha por un ex funcionario de finanzas bajo su mando, años atrás, de ser el responsable de la ilícita transferencia de 80 millones de pesos de la “universidad-partido” a un centro educativo particular del cual él es uno de los copropietarios. A eso se le llama: gozar de impunidad autonómica que anida en algunas instituciones públicas paraestatales. Todo político profesional o funcionario institucional en Guerrero, es corrupto por definición; hasta que demuestre lo contrario. ¡Séxtupla uf!

Según el flamante secretario de turismo estatal, un verdadero santuario para todos los vacacionistas existe en Guerrero, ya que: “La violencia en Acapulco, no afecta a los turistas”. Antaño el que era secretario general del gobierno estatal, afirmaba que si había más violencia y delincuencia era porque se les estaba combatiendo con mayor intensidad. ¡Séptima uf!

Por último, en el anterior proceso electoral confirmamos, en términos generales, el tipo de pasta humana que integran y conforman a los partidos políticos: Dirigentes ricos, con militantes pobres. Guerrero es todo un santuario para la muy redituable partidocracia institucional.

porelrescate@outlook.com

 

viernes, 5 de julio de 2024

Derroteros del presidencialismo mexicano (2)

 Héctor Manuel Popoca Boone.

La cuarta modalidad del presidencialismo mexicano se encuadra dentro del “neoliberalismo social” y dura, a plenitud, desde el mandato de Carlos Salinas de Gortari hasta el de Enrique Peña Nieto; pasando por los períodos del PAN en el poder presidencial con Vicente Fox y Felipe Calderón; es decir, transcurrió en un lapso de 30 años, con 4 presidentes priistas y dos panistas.

Como producto de nuestra inserción a la economía globalizada en la segunda mitad del siglo XX, se generó una extremada desigualdad social y económica. Más del 60 % de la población en condición de pobreza. Una reducida oligarquía político-económica, multimillonaria. Una gran corrupción en todos los ámbitos de las relaciones sociales, como estilo de gobierno, del quehacer político y de pingues negocios privados asociados. Se hizo patente, la impunidad otorgada a la delincuencia organizada, para hacer de las suyas. Cualquier disidencia al modelo establecido de presidencialismo mexicano fue reprimida; llegando incluso, al asesinato de un candidato formal del PRI a la presidencia de la república, Luís D. Colosio Murrieta o al todavía no suficientemente esclarecido genocidio de 43 estudiantes normalistas.

Las empresas paraestatales del gobierno federal empezaron a ser desmanteladas o rematadas al mejor postor del sector privado nacional o extranjero, así como parte de la infraestructura eléctrica, del agua, del petróleo, minería, medios de comunicación masiva y otras.

La significativa segmentación, polarización y, por ende, debilitamiento por descontento social, debido a los yerros en las políticas económicas federales implementadas, son causales también de las diversas crisis económicas recurrentes (inflación y depreciación del peso mexicano), mismas que obligan a una mayor apertura democrática alentando nuevas expresiones partidarias, subvencionadas económicamente por el Estado, que culminan con la alternancia en el poder presidencial por la vía pacífica; dentro de una democracia modulada por una pléyade de partidos políticos mercantilizados. Es así como se convierte la política institucional en un negocio muy rentable económicamente para los partidos políticos, sus dirigencias y militantes cercanos.

La firma del Tratado de Libre Comercio (julio/2020); y a la vez, el levantamiento armado del movimiento indígena zapatista a finales de ese año; representan las antípodas de la lucha interna, político-económica, para controlar los destinos de la nación y el usufructo, con o sin equidad, de los bienes y servicios generados en ella.

El modelo económico neoliberal incuba un nuevo poder sin ley e ilegítimo en la escena nacional: la organización criminal de delincuentes y su poder en expansión constante. Para controlar territorios regionales a base de fuego y de dinero; a partir de los estupefacientes, tanto en su siembra como en su trafique, a todo lo largo y ancho del territorio nacional. A la “mafia del poder neoliberal” se le suma la “mafia del narcotráfico” y empiezan a entrelazar su accionar en contubernio con malos elementos de las fuerzas armadas.

El nacimiento de la quinta modalidad del presidencialismo mexicano contemporáneo (el autodenominado, “humanismo mexicano”), está indisolublemente ligada a la conquista de la presidencia de la república por Andrés Manuel López Obrador (AMLO), con su pensamiento y obra, como caudillo popular y con su movimiento social transformado en partido: MORENA. Su triunfo hace seis años lo obtuvo con sus consignas: “Primero los pobres” y el “no mentir, no robar, no traicionar”; reivindicando a favor del pueblo pobre el destino del presupuesto público.

Ya con el poder presidencial en sus manos puso en marcha la revitalización de la rectoría política y económica del Estado, confrontando de frente a los de la “mafia del poder” y a la clase más pudiente de la sociedad; dividiendo a la sociedad adjetivándola y afianzando, autoritariamente, la hegemonía de MORENA en el poder y en buena parte pueblo; AMLO genera ríspida polémica ideológica con sus adversarios desde el “pulpito presidencial”, en las sesiones diarias de sus conferencias de prensa denominadas: “La Mañanera” desde el Palacio Nacional.

Su huella presidencial pronto la deja ver, al reciclar la práctica priista de la “dedocracia” y al subordinar al poder legislativo; a partir de la mayoría parlamentaria que detentan los morenistas; cosa que les permite modificar leyes federales para desmantelar y reorientar la estructura de la administración pública con el propósito, dice él, de generar ahorros económicos para lograr una mejor distribución del ingreso nacional a favor de los socialmente más vulnerables, con programas de apoyo económico social directo y con proyectos estratégicos de repercusión regional. Todo, sin salirse del molde económico que dictan los cánones del capitalismo y, por ende, sin afectar para nada al capital privado nacional; salvo en la exigencia del pago de gran cuantía de impuestos que con anterioridad eludían.

Como hechos históricos réprobos del presidencialismo “humanista”, que a mediano plazo van a hacer mella en el país, se encuentran: la militarización de una parte importante del quehacer civil; la corrupción e impunidad, con sus opacidades intrínsecas y la demagogia como forma y estilo de gobernar; mismas que han sido extendidas privilegiadamente a las fuerzas armadas gracias al fuero militar que constitucionalmente las blinda; quedando así al margen de la legislación civil.

porelrescate@outlook.com

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lunes, 1 de julio de 2024

Derroteros del presidencialismo mexicano

 Héctor Manuel Popoca Boone.


El triunfo armado, absoluto y dominante, de la parte más moderada de los ejércitos populares que participaron en la revolución mexicana de 1910, (Carranza, Obregón, Calles et al) en contra de sus antagónicos: el zapatismo y el villismo, establecen, de nueva cuenta en nuestro país, la tercera modalidad de presidencialismo mexicano fuerte y estabilizado, que inicio Benito Juárez y continuó con su propia impronta Porfirio Díaz. Ambos, caudillos populares configurados después como presidentes institucionales; es decir establecidos en la plataforma nacional por excelencia del poder nacional, la presidencia por la República, para ejercerlo en su integridad constitucional en el ámbito nacional; con la pretensión de seguir usufructuándolo gracias a la reelección.

Algunas de las pretensiones de estancia permanente en las riendas del destino de nuestro país, fueron cegadas por medio de entierros y otras con destierros que continuaron después de la revolución armada de 1910. Al país y a la política le urgían dirimir las ansias de detentar el poder, adoptando una forma más civilizada y menos represiva y desestabilizadora dentro del canon de la democracia.

Es por eso que Plutarco R. Calles, siendo presidente fue el ejemplo claro del inicio de la la tercera modalidad del presidencialismo mexicano: promovió el aglutinamiento de todas las fuerzas políticas emergentes que operaban en todo el territorio nacional y que giraban alrededor de los caudillos civiles y militares que eran hombres fuertes regionales.

Los acuerpó en torno y dentro de un solo partido político (el PRI de ese entonces) para que en el seno del mismo se dirimieran, imperara el orden, fijaran prioridades y distribuyeran los puestos legislativos y del gabinete, a manera de compensaciones a todas las aspiraciones y pretensiones que, hasta ese momento, se presentaban desbordadas con conatos de levantamientos y sin mayor control y capacidad suficiente para dar respuesta a las demandas populares que se manifestaban tanto a nivel regional como nacionalmente.

También fueron incorporadas las bases sociales de sustentación: campesinos, obreros, empresarios, magisterio, profesionistas, burócratas y las fuerzas armadas. El cenit del presidencialismo mexicano fue tener la potestad decisoria meta constitucional de designar a su sucesor en la presidencia de la república a través del PRI en su calidad de máximo líder moral.

Con el tiempo -y desde el poder ejecutivo federal- se fue consolidando el partido hegemónico priista que detentaría el poder 71 años; a la vez que el presidente, como titular del poder ejecutivo federal, adquiere preminencia centralizadora y egocéntrica; colocándose, de facto, por encima de los otros dos poderes de la nación: el legislativo y el judicial;

delimitando a su vez a las fuerzas armadas en sus cuarteles de circunscripción, con salidas esporádicas hacia la sociedad civil para auxiliarla en ocasión de desastres naturales, de un servicio militar de jóvenes, hoy casi extinguido y para la inevitable represión a las fuerzas de disidentes del sistema político vigente. También las religiones y sus ministros fueron reducidos a los límites de sus iglesias sin libertad de manifestación y pregón público.


En el plano económico, el presidencialismo de corte priista, toma la conducción de nuestra economía capitalista operando para el servicio de la nación las principales fuentes energéticas, como el petróleo y la electricidad, regulando la tenencia social y privada de la tierra, definiendo la naturaleza de los bienes de naturaleza social de los correspondientes a los de propiedad privada; administrando el comercio exterior y el valor del peso frente al dólar así como la reserva de divisas a poseer; los financiamientos crediticios de fomento al campo y para los negocios citadinos, asi como los inmensos subsidios de diversa índole destinados al sector privado-empresarial para fortalecer su crecimiento y expansión.

Época de bonanza del tercer modelo de presidencialismo económico mexicano estable fue el período de la segunda guerra mundial donde las exportaciones de materias primas y mano de obra a Estados Unidos adquirieron primacía en nuestro comercio exterior, así como las inversiones extranjeras que empezaron a fluir a territorio nacional. Esa fue la cuna que origina a nuestra actual oligarquía mexicana.

El desgate de poder presidencial como máximo rector de la vida nacional, cimentado en errores políticos de conducción y acción como lo fueron el anquilosamiento de la clase política priista dominante, las diversas represiones sangrientas a movimientos sociales disidentes, una economía capitalista poco competitiva a nivel mundial debido al excesivo proteccionismo gubernamental; así como encarecedores procesos de inflación y endeudamiento externo,

sumados a la corrupción institucional asociada con la privada, el florecimiento de la industria a costa de la agricultura y las nuevas modalidades de dependencia financiera impuestas por los grandes centros de poder económico internacional, dan cuenta del surgimiento del liberalismo social como cuarta modalidad de presidencialismo mexicano que se contrapone al capitalismo con rectoría del estado, para iniciar el reciclamiento hacia economías totalmente abiertas, libres de aranceles, sin intervención estatal y dejando el crecimiento económico al libre desarrollo de las fuerzas del mercado global.

porelrescate@outlook.com