viernes, 23 de diciembre de 2011

Democracia y dinero (1)

Héctor Manuel Popoca Boone.

Se requiere robustecer la participación ciudadana para que las instituciones democráticas se fortalezcan y no queden en manos de los que detentan el monopolio del dinero o del poder político.
Las maneras en que se da la relación entre el dinero y la política es clave para la calidad de la democracia, la equidad en la competencia electoral, la modernización de los partidos políticos y para la credibilidad y legitimidad de los procesos electorales.

La forma en que se disponga del dinero público para los partidos y candidatos puede ser fuente de una clara e indeseable ventaja sobre competidores electorales, a la vez que germen para el desarrollo y desenvolvimiento de la no menos deseable partidocracia. Así, debilitada y erosionada queda la confianza de los ciudadanos en las instituciones democráticas.

Procesos electorales saludables no son posibles en tanto el uso de la totalidad del dinero público y privado que se destine a ellos permanezca sin controles y sin correctivos judiciales.

El dinero en la democracia conlleva el riego que la trastoque, más aún si la penetración es del narco-dinero para corromper la política y cooptar la gobernanza.

El uso abusivo del dinero, legal e ilegal, en los procesos electorales trae como consecuencia 1) La compra de influencia para el sometimiento de la democracia.2) La utilización ilícita del erario público para beneficio de candidatos preferidos de los gobernantes. 3) La compra de voluntades y consciencias. 4) La compra de candidatos, o candidaturas propias.

La resultante de lo anterior es la pérdida de credibilidad en la regulación del financiamiento político debido a la falta de eficacia de los órganos de control y del régimen de sanciones poco riguroso. De ahí la necesidad de contar con un marco regulatorio adecuado y eficaz.

El saludable financiamiento político es parte de la normalidad y la salud de la vida democrática, pero exige transparencia y rendición de cuentas claras. Los elementos tóxicos del dinero, sobre todo el subrepticio, deben eliminarse con leyes electorales férreas.

Ningún sistema de financiamiento político, por sofisticado que sea, es capaz de garantizar por sí mismo la integridad y la transparencia de los procesos electorales. Además de las buenas normas hacen falta también las buenas prácticas. Las normas entre más buenas sean, son más apetecibles de violarse por los políticos a la menor oportunidad. Total, ellos las hacen y saben de los vericuetos dejados para evadirlas.

Los niveles de satisfacción popular respecto a la democracia electoral han disminuido, de ahí que los índices de abstencionismo no bajan del 40% en términos generales. Son cada vez más las ciudadanas y los ciudadanos que piensan que los gobernantes gobiernan en función de los poderosos (en donde está el dinero) y no en función de la mayoría (en donde no está).

La democracia para que sea exitosa requiere avanzar en la inclusión social, en contribuir a la disminución de la pobreza y en el abatimiento de la desigualdad. El dinero sucio en ella, puede truncar y frustrar un programa de expectativas sociales por tener que retribuir “inversiones” que a trasmano se realizaron en los procesos electorales. El famoso pago de facturas. Los compromisos inconfesables.

Hay intereses muy poderosos que no les interesa que se fortalezca la genuina democracia porque no quieren que las desigualdades disminuyan sino al contrario, quieren que aumente la concentración de la riqueza y del ingreso. Del dinero, pues.

PD1.  Artículo elaborado de apuntes tomados de las intervenciones de José Narro Robles, Daniel Zobatto, Víctor Rico y Dante Caputo en el II Foro de la Democracia Latinoamericana realizado en México, Distrito Federal. (6/12/2011)
PD2.  La cámara de diputados federales castigó en fea forma al campo guerrerense. Para el próximo año, disminuyeron en ¡69 por ciento! el presupuesto federal concurrente destinado a fortalecer los activos productivos de los campesinos. Lo bajaron de 402.5 millones de pesos a tan solo 126.5 ¡Qué poca! Los diputados federales de Guerrero están obligados a darnos una explicación del porqué permitieron tamaño despojo.





sábado, 17 de diciembre de 2011

Carta abierta.

Héctor Manuel Popoca Boone.
Jóvenes normalistas de Atyozinapa: Nada, absolutamente nada puede justificar cegar la vida de jóvenes estudiantes. Nada, absolutamente nada puede justificar poner en riesgo de peligro a la ciudadanía.
El lunes pasado, varios de sus compañeros cayeron abatidos y otros fueron heridos por la violencia gubernamental desatada que desbordó cualquier intención de contención institucional pacífica. Por otro lado, un modesto trabajador de gasolinera resultó con graves quemaduras corporales.
Eso apena, lastima e indigna. Como parte del gobierno me siento corresponsable, por cuanto a que -como fue expresado en el editorial de El Sur del día siguiente- debemos perentoriamente cambiar los métodos de procesar y atender las demandas sociales. Pido perdón público por los criminales excesos gubernamentales cometidos.
Soy de los que, junto con el gobernador, esperamos la pronta culminación de una investigación exhaustiva de hechos y actores para que se proceda inmediatamente a aplicar las responsabilidades que las leyes marcan.  Con las separaciones de sus cargos de funcionarios públicos involucrados y la participación de otras instancias oficiales y civiles externas, el camino está allanado para que eso suceda. Demos espacio, ambiente, tiempo propicio y razonable para ello.
Soy de los que creen, junto con Ángel Aguirre Rivero, que las exigencias y presiones sociales por muy extralimitadas que sean no deben ser resueltas a sangre y fuego. El respeto a la vida humana es sustancialmente inherente a la responsabilidad y a la fuerza institucional.
Los de éste gobierno no seremos los que solapemos actos ilegales que queden en la impunidad. Sea de donde provengan o de quienes los realicen. Tampoco estaremos impávidos ante las extralimitaciones y excesos gubernamentales o de grupos sociales. La paz y seguridad de la sociedad legalmente salvaguardada está por encima de cualquier caos que quiera provocarse premeditadamente.
Los funestos sucesos acaecidos nos deben de llevar a recapitular a ambas partes: tanto en los procesos de atención de lo social, como en los métodos de presión civil para obtener respuestas buscadas y no encontradas.
Algunos conocemos la historia de lucha tortuosa, victimada y agredida -y por ello rayana en la heroicidad- que han dado por décadas para impedir que su escuela normal rural sea desaparecida del mapa educativo. Falsamente la consideran nido de futuros guerrilleros.
Pero ese duro y tenaz batallar no da derecho ni patente para realizar desmanes sociales ni cometer conductas ilícitas de manera impune, si todos pretendemos desenvolvernos en un marco de legalidad por todos acatada.
El patrón de comportamiento en sus manifestaciones de protesta o de exigencia para con el gobierno se ha caracterizado por: el secuestro de autobuses, saqueo de comercios, paralización del tráfico vehicular urbano o carretero y conculcar el derecho humano y constitucional del pueblo de transitar libremente por los territorios y ciudades de Guerrero. Que yo sepa nadie ha sido sancionado por ello, ¿luego entonces de qué lado está la inmunidad?
No en forma gratuita parte de la ciudadanía de Chilpancingo los ha adjetivado como vándalos. Quizá ustedes estén erróneamente convencidos que entre más zozobra y caos social provoquen más rápidamente el gobierno cederá a sus exigencias. El pueblo de la capital ha sido lastimado, vejado y perjudicado con sus acciones de tiempo ha.
Hoy, radicalizar y polarizar nuestras respectivas posiciones nos llevaría a un terrible dilema que bordea la locura social; a saber, el uso de la violencia institucional para contener la barbarie estudiantil.  
Situación demasiado apetecible para los que desean ingobernabilidad. Así, los intereses particulares inconfesables prevalecerán. En este tipo de eventos puede haber más de una mano de políticos, seudolíderes sociales y ex gobernantes que quieran mecer la cuna de la inestabilidad social alentando provocaciones de cualquier índole. Quieren atrapar al Gobernador en sus redes y sentar sus reales de nueva cuenta.
Convengo que los del gobierno tenemos que cambiar estilos despóticos, represivos, frívolos o de letargo que exasperan a los peticionarios sociales ante sus rezagos ancestrales, siempre acumulados y nunca disminuidos. Tomemos consciencia de que no hay dinero que alcance para resolver todo a todos. Un golpe de timón en el estilo de gobernar y en la estructura gubernamental ya ha sido anunciada para principios de año por el Gobernador.
A nada lleva persistir en actos de rebeldía rijosa incontrolable –con bombas molotov y autobuses atravesados en la carretera- que contienen posibilidades nunca deseadas de pérdida de vidas humanas y desprestigio social, aun cuando las causas sean legítimas.
PD. Continúan los secuestros de autobuses y de un chofer, además de una pipa repleta de gasolina. ¡Ya párenle jóvenes a esta espiral demencial de sinrazones provocadoras!

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domingo, 11 de diciembre de 2011

Elecciones municipales.

Héctor Manuel Popoca Boone.
La democracia electoral, bien procesada, está embargada de incertidumbre por cuanto a la incógnita en sus resultados finales, a partir de la real voluntad de los electores. Nadie, de antemano, puede asegurar los resultados definitivos. Puede uno cavilar sobre tendencias favorables o no, según vaya comportándose y exhibiendo su perfil, capacidad y preparación el candidato; la simpatía popular que genera; el dinero que desparrama a lo largo de la campaña en su imagen e ideas y además en el antecedente que deja el gobernante saliente si es de su mismo partido, porque ahora el pueblo castiga el mal desempeño gubernamental. Bueno, siempre y cuando la maña no financie algunos candidatos o partidos políticos al decir del propio Presidente de la República.
Afortunadamente al pueblo de Guerrero ya no lo marean ni tan fácilmente le ven la cara en eso de las elecciones a la hora de ir a votar. Lo hace ejerciendo su propio albedrío y determinación, en términos generales. Da cuenta de ello el triunfo o la derrota de los diversos partidos que contienden. Ya no hay un partido hegemónico como antaño. La alternancia llegó para quedarse. A veces el voto es ascendente, en otros comicios es descendente o de plano la tendencia es zigzagueante.
Así acontece con los dos principales partidos políticos en el estado: PRD y PRI. Analicemos el fenómeno a partir de las pérdidas o  conquistas de presidencias municipales:
Tomando como base el año de elecciones de 1999, en donde el PRI conquistó 53 ayuntamientos y el PRD 21, en las sucesivas elecciones trianuales del 2002, 2005 y 2008, el PRI tuvo un comportamiento a la baja pero con un fuerte repunte en el último año del período analizado. De tal manera que estadísticamente tuvo un promedio neto porcentual negativo (pérdida de presidencias municipales a partir de 1999) de -21.8 por ciento.
Por su parte, el PRD tuvo en el  mismo período un comportamiento ascendente con una debacle electoral en el año 2008. No obstante lo anterior, su promedio neto porcentual fue positivo (presidencias municipales conquistadas a partir del año base de 1999) de 35 por ciento.
Por lo que atañe al número de votos en el lapso estudiado, los resultados arrojan que el PRI tiene un índice de decrecimiento lento pero constante de 0.94, es decir, del -6 por ciento. Los votos para el PRD son más volátiles y cambiantes, con fuertes altas y bajas, por lo que también tiene un índice de descrecimiento de alta variación de 0.96, es decir, del -4 por ciento.
PD. Los datos de 1999 y 2002 son del Instituto de Mercadotecnia y Opinión. Las del 2005 y 2008 son del Consejo Estatal Electoral.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Democracia escuálida.

Héctor Manuel Popoca Boone.
Es dicho generalizado que la democracia, como sistema de vida de una colectividad, es la forma menos perniciosa que a la fecha los seres humanos han experimentado para autogobernarse, sin perder una de las dotes consubstanciales a su ser: la libertad. Pero eso no quiere decir que esté exenta de perversiones y desviaciones.
En México, la democracia que hemos practicado no ha traído progreso y bienestar general como tampoco concreción de las mejores formas para la convivencia social. Privilegia a élites más que al pueblo. Ha servido para salvaguarda de los grandes intereses de las minorías en contraposición a las vastas demandas de las mayorías.
La resultante es que hoy tenemos una economía estancada, con la mitad de la población en pobreza, con altas tasas de desempleo, sin oportunidades de progreso para los jóvenes. Todo, en un mar de corrupción, violencia e impunidad.
Eso sí, tenemos una reducida casta de políticos profesionales privilegiados que detentan el poder político para favorecer a otra casta no menos privilegiada, la propietaria de los monopolios empresariales que retiene para sí la mayor parte de la riqueza nacional.
Nuestra democracia -y cómo la practicamos- ha generado una desigualdad social tan aguda, grande y preocupante como la que generó la dictadura de Porfirio Díaz.
La mayoría de los grupos políticos en los procesos democráticos luchan en realidad por mantener sus privilegios que se han auto-otorgado. Ven para sí mismos. Usan la demagogia pura. Por ende, entre ellos se neutralizan en el mejor de los casos y tienen paralizada, junto con los cárteles, a la patria.
La democracia no ha sido el gran ámbito para la reflexión colectiva de los problemas nacionales ni mucho menos como crisol para la construcción de las mejores propuestas sociales. Lamentablemente no se privilegia la persuasión ni el convencimiento por consciencia, sino la compra vil de la misma; a través de dadivas, empleos o dinero en efectivo que se truecan a cambio del voto.
Entre más pobre sea una comunidad más efectiva llega a ser la prostitución electoral. De tal suerte que puede ganar el candidato o partido político más prostituido y prostituyente, socialmente hablando.
 Nuestra democracia es excluyente. Lo es así porque el protocolo legal para acceder al poder no permite a los ciudadanos hacerlo libremente sino obligadamente a través de algún partido político. Se cierran las puertas a candidaturas ciudadanas para dar pie al dominio de la partidocracia como forma monopólica de participar en los comicios más allá del simple voto. La reglamentación para la modalidad de coalición política da pie, de nueva cuenta, a la dedocracia.
Otra forma pervertida de exclusión es el coste de una campaña electoral. Ello ha devenido inequidad en su financiamiento. Además de las prerrogativas legales públicas y privadas; está el desvío del erario público, las proporcionadas por los barones empresariales y la no menos importante originada en la delincuencia organizada.
En los procesos democráticos lo cuantitativo subordina lo cualitativo. La imagen a la idea. La mercadotecnia a lo programático. La apuesta a la propuesta. Puede perder el que tenga la razón, la verdad, el perfil o represente más genuinamente los intereses de la mayoría. Puede ganar el bribón que logre cooptar, engañar o comprar el mayor número de votantes.
En otras palabras: la consigna y lo sectario aplastan al libre y razonado convencimiento. La práctica de la planchada es la táctica a seguir; las minorías duras se sobreponen a las mayorías blandas no facciosas.
PD1. La violencia en Acapulco no la gestó el gobernador Ángel Aguirre Rivero. Viene de tiempo atrás por la tolerancia que gobernantes brindaron a los cárteles. Zeferino Torreblanca tuvo el mérito de expresar infame y cínicamente esa complicidad, al menos por omisión: “Ni quiero, ni puedo, ni debo” combatirlos, dijo. Esa abominable claudicación de la responsabilidad pública ha quedado registrada en los anales de la ignominia institucional.
PD2. En reunión sostenida en el DF, López Obrador, Alberto Anaya y Luís Walton, consideraron a la LAE Yamileth Payan como buena prospecta para la candidatura a la diputación federal por el quinto distrito. Enhorabuena a la mujer, en su hora.