domingo, 11 de diciembre de 2011

Elecciones municipales.

Héctor Manuel Popoca Boone.
La democracia electoral, bien procesada, está embargada de incertidumbre por cuanto a la incógnita en sus resultados finales, a partir de la real voluntad de los electores. Nadie, de antemano, puede asegurar los resultados definitivos. Puede uno cavilar sobre tendencias favorables o no, según vaya comportándose y exhibiendo su perfil, capacidad y preparación el candidato; la simpatía popular que genera; el dinero que desparrama a lo largo de la campaña en su imagen e ideas y además en el antecedente que deja el gobernante saliente si es de su mismo partido, porque ahora el pueblo castiga el mal desempeño gubernamental. Bueno, siempre y cuando la maña no financie algunos candidatos o partidos políticos al decir del propio Presidente de la República.
Afortunadamente al pueblo de Guerrero ya no lo marean ni tan fácilmente le ven la cara en eso de las elecciones a la hora de ir a votar. Lo hace ejerciendo su propio albedrío y determinación, en términos generales. Da cuenta de ello el triunfo o la derrota de los diversos partidos que contienden. Ya no hay un partido hegemónico como antaño. La alternancia llegó para quedarse. A veces el voto es ascendente, en otros comicios es descendente o de plano la tendencia es zigzagueante.
Así acontece con los dos principales partidos políticos en el estado: PRD y PRI. Analicemos el fenómeno a partir de las pérdidas o  conquistas de presidencias municipales:
Tomando como base el año de elecciones de 1999, en donde el PRI conquistó 53 ayuntamientos y el PRD 21, en las sucesivas elecciones trianuales del 2002, 2005 y 2008, el PRI tuvo un comportamiento a la baja pero con un fuerte repunte en el último año del período analizado. De tal manera que estadísticamente tuvo un promedio neto porcentual negativo (pérdida de presidencias municipales a partir de 1999) de -21.8 por ciento.
Por su parte, el PRD tuvo en el  mismo período un comportamiento ascendente con una debacle electoral en el año 2008. No obstante lo anterior, su promedio neto porcentual fue positivo (presidencias municipales conquistadas a partir del año base de 1999) de 35 por ciento.
Por lo que atañe al número de votos en el lapso estudiado, los resultados arrojan que el PRI tiene un índice de decrecimiento lento pero constante de 0.94, es decir, del -6 por ciento. Los votos para el PRD son más volátiles y cambiantes, con fuertes altas y bajas, por lo que también tiene un índice de descrecimiento de alta variación de 0.96, es decir, del -4 por ciento.
PD. Los datos de 1999 y 2002 son del Instituto de Mercadotecnia y Opinión. Las del 2005 y 2008 son del Consejo Estatal Electoral.

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