sábado, 17 de diciembre de 2011

Carta abierta.

Héctor Manuel Popoca Boone.
Jóvenes normalistas de Atyozinapa: Nada, absolutamente nada puede justificar cegar la vida de jóvenes estudiantes. Nada, absolutamente nada puede justificar poner en riesgo de peligro a la ciudadanía.
El lunes pasado, varios de sus compañeros cayeron abatidos y otros fueron heridos por la violencia gubernamental desatada que desbordó cualquier intención de contención institucional pacífica. Por otro lado, un modesto trabajador de gasolinera resultó con graves quemaduras corporales.
Eso apena, lastima e indigna. Como parte del gobierno me siento corresponsable, por cuanto a que -como fue expresado en el editorial de El Sur del día siguiente- debemos perentoriamente cambiar los métodos de procesar y atender las demandas sociales. Pido perdón público por los criminales excesos gubernamentales cometidos.
Soy de los que, junto con el gobernador, esperamos la pronta culminación de una investigación exhaustiva de hechos y actores para que se proceda inmediatamente a aplicar las responsabilidades que las leyes marcan.  Con las separaciones de sus cargos de funcionarios públicos involucrados y la participación de otras instancias oficiales y civiles externas, el camino está allanado para que eso suceda. Demos espacio, ambiente, tiempo propicio y razonable para ello.
Soy de los que creen, junto con Ángel Aguirre Rivero, que las exigencias y presiones sociales por muy extralimitadas que sean no deben ser resueltas a sangre y fuego. El respeto a la vida humana es sustancialmente inherente a la responsabilidad y a la fuerza institucional.
Los de éste gobierno no seremos los que solapemos actos ilegales que queden en la impunidad. Sea de donde provengan o de quienes los realicen. Tampoco estaremos impávidos ante las extralimitaciones y excesos gubernamentales o de grupos sociales. La paz y seguridad de la sociedad legalmente salvaguardada está por encima de cualquier caos que quiera provocarse premeditadamente.
Los funestos sucesos acaecidos nos deben de llevar a recapitular a ambas partes: tanto en los procesos de atención de lo social, como en los métodos de presión civil para obtener respuestas buscadas y no encontradas.
Algunos conocemos la historia de lucha tortuosa, victimada y agredida -y por ello rayana en la heroicidad- que han dado por décadas para impedir que su escuela normal rural sea desaparecida del mapa educativo. Falsamente la consideran nido de futuros guerrilleros.
Pero ese duro y tenaz batallar no da derecho ni patente para realizar desmanes sociales ni cometer conductas ilícitas de manera impune, si todos pretendemos desenvolvernos en un marco de legalidad por todos acatada.
El patrón de comportamiento en sus manifestaciones de protesta o de exigencia para con el gobierno se ha caracterizado por: el secuestro de autobuses, saqueo de comercios, paralización del tráfico vehicular urbano o carretero y conculcar el derecho humano y constitucional del pueblo de transitar libremente por los territorios y ciudades de Guerrero. Que yo sepa nadie ha sido sancionado por ello, ¿luego entonces de qué lado está la inmunidad?
No en forma gratuita parte de la ciudadanía de Chilpancingo los ha adjetivado como vándalos. Quizá ustedes estén erróneamente convencidos que entre más zozobra y caos social provoquen más rápidamente el gobierno cederá a sus exigencias. El pueblo de la capital ha sido lastimado, vejado y perjudicado con sus acciones de tiempo ha.
Hoy, radicalizar y polarizar nuestras respectivas posiciones nos llevaría a un terrible dilema que bordea la locura social; a saber, el uso de la violencia institucional para contener la barbarie estudiantil.  
Situación demasiado apetecible para los que desean ingobernabilidad. Así, los intereses particulares inconfesables prevalecerán. En este tipo de eventos puede haber más de una mano de políticos, seudolíderes sociales y ex gobernantes que quieran mecer la cuna de la inestabilidad social alentando provocaciones de cualquier índole. Quieren atrapar al Gobernador en sus redes y sentar sus reales de nueva cuenta.
Convengo que los del gobierno tenemos que cambiar estilos despóticos, represivos, frívolos o de letargo que exasperan a los peticionarios sociales ante sus rezagos ancestrales, siempre acumulados y nunca disminuidos. Tomemos consciencia de que no hay dinero que alcance para resolver todo a todos. Un golpe de timón en el estilo de gobernar y en la estructura gubernamental ya ha sido anunciada para principios de año por el Gobernador.
A nada lleva persistir en actos de rebeldía rijosa incontrolable –con bombas molotov y autobuses atravesados en la carretera- que contienen posibilidades nunca deseadas de pérdida de vidas humanas y desprestigio social, aun cuando las causas sean legítimas.
PD. Continúan los secuestros de autobuses y de un chofer, además de una pipa repleta de gasolina. ¡Ya párenle jóvenes a esta espiral demencial de sinrazones provocadoras!

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