viernes, 1 de marzo de 2013

Sí a la reforma educativa popular. (2)



Héctor Manuel Popoca Boone.


Analizar la reforma educativa requiere despojarnos de maniqueísmos –todo es blanco o todo es negro-, de amarillismos, –exagerar desmedidamente los efectos de un acto-, de afirmaciones generalizadas o adjetivaciones satanizadoras. Necesitamos ecuanimidad para reconocer con franqueza aciertos, omisiones y retrocesos en el esfuerzo de tener una educación de mayor calidad que nuestro país mucho ansía. Ubiquémonos en el justo medio para avanzar.

Reconocer que lo que no cambia para bien representa estancamiento y en el caso que nos ocupa, involución en el aprehender y aprender de la ciencia, la tecnología y la cultura en general. Como reprobable también es intentar hacer el cambio sesgadamente para propósitos particulares.

Los cambios constitucionales ya están aprobados y publicados: lo que interesa ahora es debatir sobre los pros y los contras para incidir en las reglamentaciones que se darán en la nueva Ley General de Educación y otras, para que sea esclarecedor y acertado el hoy mandato constitucional o lo menos lesivo.

Es conveniente partir del principio que el sistema nacional de educación pública no es patrimonio exclusivo de nadie en lo particular sino del pueblo en general a través del Estado Mexicano. La rectoría y control de la educación pública debe de estar en manos de éste último, en cuyo seno estamos todos.

También convengamos que hay maestros que cumplen muy bien su responsabilidad y otros que no lo hacen. Lo mismo decir de funcionarios y directivos del sector, de gobernantes y políticos en sus compromisos en la materia, sin omitir los deberes de los padres de familia.

Tengamos en cuenta que la actual reforma educativa realizada no es integral y existen faltantes importantes que se dejan para las leyes secundarias. También hay escaza información o ésta se difunde en forma parcializada e interesada sobre sus alcances e implicaciones que provocan temor e incertidumbre entre el magisterio y confusión en el pueblo.

Aceptemos la existencia de graves problemas de diversa índole en el sistema educativo público de Guerrero y no únicamente los de naturaleza administrativa y laboral: sino también académicos, de promoción y superación magisterial, de financiamiento, de infraestructura física y equipamiento, entre otros.
Que es menester anteponer, como propósito principal de la reforma, la mejor educación y preparación de la niñez y juventud. Porque es de justicia para ellos y de respeto al derecho humano de recibir educación; además de urgente requerimiento para nuestro país a fin de mantener nuestra identidad propia y soberanía nacional frente al mundo entero.

Necesitamos profesores certificados que estén verdaderamente frente a grupo y que realmente enseñen lo que nuestros educandos necesitan saber. Con las actitudes suficientes para ser buenos transformadores sociales y con las aptitudes indispensables para su ulterior desempeño laboral y cumplimiento de sus compromisos sociales.

Reconozcamos que México es un mosaico multifacético, pluri-idiosincrático, desigual e inequitativo en accesos y oportunidades para el cultivo de la mente y la educación. Poliédrico en la interpretación de nuestra sociedad y del mundo. Desigual en las condiciones de vida material y cultural. Todas ellas, peculiaridades enraizadas en lo local que es también diverso.

Lo diferenciado marca pauta en la educación e impone varias idoneidades en los actores y en sus interacciones, procesos, programas, técnicas, materiales; y en los métodos de ingreso, promoción, superación y evaluación de tipo magisterial, apropiados y pertinentes.

Concibamos una reforma educativa popular e integral como un gran esfuerzo colectivo de renovación, cuantitativa y cualitativamente, para la reconstrucción social; con la condición inexcusable de no vulnerar ningún derecho justo y legítimo de las partes. Tampoco se vale la apropiación facciosa del sistema educativo por alguna de ellas.

En estos momentos la reforma educativa debe ser causa de generación de ideas a debatir para reglamentar. Los tiempos electorales para detentar el poder ya pasó. El nuevo ordenamiento constitucional de la reforma educativa ya se publicó. No perdamos el tiempo en luchas estériles.

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