domingo, 18 de mayo de 2014

Nueva era para la nación.



Héctor Manuel Popoca Boone.
 
Con la entrega a particulares, especialmente extranjeros, de los recursos energéticos nacionales, el gobierno federal y el Congreso de la unión consolidan la vía para que el crecimiento económico de México siga dándose en un contexto de subordinación externa, de permanente y mayor desigualdad social, fuerte corrupción institucional, así como de acrecentada concentración del poder y de la riqueza nacional en unas cuantas manos. La historia nacional así nos lo enseña. Lo peor que ha sucedido es no haberla tenido en cuenta.

Lamentable época la que estamos viviendo en donde el despojo de sus recursos estratégicos a la nación se disfraza con espejismos de crecimiento económico aparejado de bienestar social. De nuevo, el pasado padecido nos enseña que la inversión extranjera no satisface dicha aspiración social en ninguna parte del mundo. Al contrario, se enseñorea la dominación, de tipo globalizado, de nuestra economía por unas cuantas poderosas corporaciones energéticas internacionales. Romper esas cadenas costará mucho sufrimiento y esfuerzo a las futuras generaciones de mexicanos.

Se han entronizado a nivel constitucional los principios antisociales de los potentados aborígenes siempre portavoces de sus pares extranjeros, como lo son el individualismo, el abuso del poder y la perversión de la democracia al mejor postor. Con la venta de nuestros recursos naturales estratégicos, la economía y el poder quedan supeditados a las concepciones e intereses individualistas a costa del interés público, de las necesidades y del progreso de las mayorías populares. 

Se reducirán los recursos destinados a la protección y solidaridad social, abaratándose también el pago salarial. La pobreza social no se erradicará porque la corrupción institucional y privada lo seguirá impidiendo, entre otros factores. Los sobornos de gran calibre a servidores públicos estarán a la orden del día. Las instituciones públicas se pondrán al servicio de unas cuantas poderosas empresas en detrimento de la nación. Los políticos serán a la vez accionistas empresariales. El mayor y mejor empleo seguirá siendo una vana ilusión. Los principios y valores sociales humanitarios quedarán en el baúl del olvido.

Para muy ulteriores futuros relegado queda el objetivo de que la población tenga las mismas oportunidades de superación, abandonado el principio de que la libertad individual y social se alcanzará satisfaciendo las necesidades humanas más elementales (alimentación, vivienda, salud, educación, seguridad pública y patrimonial, entre otras)

Esta desafortunada decisión de dependencia económica y política ha sido obra de la mediocre y malinchista mayoría de la clase política que padecemos. También quedó claro que lo importante en las campañas electorales para acceder al poder no es lo que se pregona sino lo que se oculta, además de los financiamientos opacos que ahora se dan con desparpajo para comprar la voluntad popular. La pluralidad política quedó en demagogia y la disciplina mono-polar convenenciera volvió a sus reales.

La falta de respeto e impunidad frente a las leyes y para beneficio de fines particulares será moneda de curso corriente, inservible para resguardar la verdadera equidad justiciera colectiva. La observancia de deberes comunes para todos caducará ante cualquier tipo de avasallamiento social.

Con esta nueva era, ya no podremos darnos libremente el destino que como nación determinemos la mayoría de los mexicanos. Quedamos atrapados y sin salida autonómica. A la par de los desastres naturales ahora llegan las calamidades económicas previsibles pero hasta ahora vano de impedir por los afanes voraces de lucro mercantilista inhumano. La nación está de luto a causa de unos vende patrias, hijos de p…

PD. En estas semanas terminales de año aciago, llevaré mi rabia y pesadumbre contenida en silencio para volver a tratar de opinar con ecuanimidad y objetividad en el venidero. Que tengan feliz descanso de mis escritos.
h.popoca.b@gmail.com


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