Héctor Manuel
Popoca Boone.
Como mexicanos
patriotas no podemos avalar que se venda y comprometa la riqueza energética del
país que también le correspondea las generaciones venideras en la labranza de
su futuro.
Modernicemos
sin privatizar la producción y transformación de los energéticos como motores
del desarrollo económico nacional, tal y como lo hicimos en nuestras mejores
épocas de progreso social.
No seguir
exportando barriles de petróleo crudo sin valor agregado. Hagámoslo con
gasolinas y petroquímicos, con precios al menos siete veces mayores que su
venta como materia prima. Podemos disminuir la desproporcionada importación de
gasolinas construyendo al menos tres refinerías propias. Sí podemos. Lo hemos
hecho antes al igual que en la petroquímica básica. Pero no hay voluntad
gubernamental. Sí la hay para privatizar vendiendo lo que tenemos como recursos
estratégicos de la nación.
PEMEX y la CFE
son el binomio fundamental que han garantizado durante décadas la producción de
energéticos que han posibilitado el crecimiento de las industrias, las
ciudades, el campo y los transportes nacionales, con certidumbre de volúmenes y
precios razonables,utilizados como incentivo económico sin lucro voraz.
Más de 70 años
de experiencia le dan a PEMEX la capacidad técnica de la exploración,
explotación, refinación y procesamiento petroquímico de los hidrocarburos. Si
actualmente tiene problemas financieros, operativos, tecnológicos y de
eficiencia se debe a una política deliberada y perversa de desmantelamiento,
obsolescencia y descapitalización
realizada por los regímenes neoliberales llevados a cabo desde hace dos décadas
como mínimo.
La CFE tiene
también la experiencia suficiente de recuperar y ampliar la infraestructura
para la generación de electricidad; empezando por utilizar con eficiencia el
sistema hidroeléctrico hoy sub-aprovechado para ventaja de centrales de
generación privada enmascaradas y establecidas al margen de la Constitución.
La soberanía
en los energéticos nos otorga independencia económica. La privatización nos
hará sumamente dependientes de empresas trasnacionales petroleras. Lo que menos
les interesa es nuestro país como un todo. Las estadísticas indican que por
cada dólar que invierten en un país obtienen al menos ocho dólares que los
envían a sus países de origen.
Semejante
sangría no nos permitirá disponer, con suficiencia, de la renta petrolera y del
excedente económico por generación de
electricidad para beneficio propio. Eso jamás nos permitirá salir de país
caracterizado por millones de pobres y centena de muy ricos.
La teoría de
la dependencia señala que naciones ricas lo son porque desde siempre han
obtenido materias primas y energéticos a precios muy bajos, les incorporan
tecnología y los exportan a precios muy altos comparados a los insumos
originales adquiridos; condenando a los países no industrializados a un
permanente estancamiento y a una subordinación económica. Los bienes de una
nación, en particular los energéticos, deben de servir para resolver sus
problemas de desarrollo y no para agravarlos o generar mayores.
Construyamos
un nuevo sistema energético no corrupto que nos permita mantener una verdadera
independencia para enfrentar un mundo globalizado que atenta
constantementecontra la soberanía nacional con su afán de provecho desmedido,
alentando a la vez un progreso social inequitativo que no merece el pueblo de
México.
A la par, este
nuevo sistema energético debe de contemplar el desarrollo con perspectiva al
mañana de las hoy llamadas energías alternativas, limpias y renovables. Sin
dejar de tomar en cuenta a los pobladores y sus derechos de posesión
territorial, en el marco respetuoso del medio ambiente.
En resumen: privatizarno es la salida para un mejor
México, como lo postula la iniciativa de reforma energética. Que cada
ciudadano, legislador o gobernante asuma su responsabilidad frente a la nación
y de cara a nuestra historia nacional en este intento de atraco a la nación.
h.popoca.b@gmail.com
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