domingo, 21 de junio de 2015

El hábito de la lectura.

Héctor Manuel Popoca Boone

Este tiempo post-electoral, lo aproveché para tomar un lapso y revisar textos que no tuvieran nada que ver con la política y los problemas acuciantes del estado. El primer libro, fue el de Louise M.Rosenblatt, titulado: “La lectura como exploración”, en donde enuncia que tenemos que hacer de la lectura un hábito y este hábito convertirlo en un instrumento que nos permita, de mejor manera, enfrentar la vida.

La autora parte, de la consideración que tenemos que prepararnos, para enfrentar desafíos y problemas, tanto antiguos como presentes y estar alertas para afrontar los impredecibles y aquellos que no tienen precedentes. Como toda mujer de cultura, pone al ser humano como el vértice principal de su preocupación y concluye en la necesidad imperiosa de ejercitar en todo momento el hábito de la lectura, para facilitar la compresión entre nosotros mismos y desarrollar relaciones armoniosas con nuestros semejantes.

Indica que hemos gravitado en torno a ideas o teorías diversas y generales, respecto a la naturaleza humana y la conducta que de ellas se derivan. Conductas que son un despliegue de una compleja red de las relaciones, en los que están ocultos o explícitos nuestros motivos y nuestras emociones.

La lectura nos vuelve comprensibles y nos da la posibilidad de conocer las múltiples formas en las cuales los seres humanos hacen frente a todas las circunstancias, oportunidades y posibilidades que ofrece la vida. De tal manera que una obra científica, religiosa, literaria o de otro tipo, hace posible el hecho trascendental de transmitir emociones y el flujo continuo y cambiante de la vida.

El hábito de la lectura, nos da a conocer las poliédricas facetas de la cuasi total gama de elecciones, aspiraciones, comportamientos y valores, con los cuales todos nosotros como individuos vamos urdiendo a lo largo del tiempo. 

Además de eso, con la lectura construimos nuestra propia filosofía personal en la que encuadramos nuestros diversos entendimientos frente a la naturaleza y con nuestros propios semejantes. Mediante un equipo, el cual se integra fundamentalmente de la cultura, la ciencia y el desarrollo tecnológico, que se manifiestan en los diversos pueblos en el marco de variadas concepciones éticas y políticas en cada uno de ellos, a los largo del tiempo.

El leer es una interacción multidimensional que se establece entre el lector y el texto que está leyendo; el lector enriquece sus significados intelectuales a partir de lo escrito y la escritura canaliza pensamientos y sentimientos. La lectura, por lo tanto, nos pone en contacto con los demás y nos da a conocer lo que otros piensan.  No nada más nos ayuda a explorarnos, sino también a nuestros semejantes y al mundo que nos rodea. Nos da la capacidad de sentir compasión, comprensión, entendimiento, diálogo e identificarnos con las experiencias de los demás.

En palabras de María Eugenia Dubois: “La lectura no es un proceso para ser explicado sino para ser vivido; nos permite motivarnos al exponenciar nuestra capacidad de percibir, interpretar, sentir y valorar”. Por lo tanto, “No debemos hablar sobre la lectura, sino sobre cómo hacemos vivir la lectura en nosotros mismos de tal o cual texto”. 

De lo anterior, derivamos que la lectura nos da, no tan solo información adicional, sino experiencias adicionales. Nos permite vivir a través de un texto y no simplemente conocer su contenido. La lectura es una extensión de nuestra propia existencia y experiencia.

Las maravillas de la lectura, se ven constreñidas, deformadas o eliminadas en regímenes totalitarios donde leer y escribir, quedan mutilados o condicionados. La lectura posibilita abrir nuevos senderos a la libertad, por lo que su ambiente de incubación se da plenamente cuando hay una formación democrática del individuo y del medio que lo circunda.

PD. En la época de la Alemania Nazi, las juventudes hitlerianas, se distinguieron por realizar grandes hogueras quemando libros, que consideraban antagónicos a su ideología.  En la actualidad, aquí en Guerrero, y por otros motivos, los universitarios al finalizar sus ceremonias de graduación, también queman libros. ¡Qué ironía!



    

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