Héctor Manuel Popoca Boone.
Hablar de violencia en Guerrero, es casi como hablar
de pescado en las pesquerías. Pareciera que la violencia es consustancial a
estas tierras. No en balde muchos políticos y estudiosos sociales nos advierten
que no osemos despertar al “Guerrero Bronco”, porque llegará con su oleada de
más violencia y delincuencia de la que ya padecemos.
Para fines analíticos, existen diferentes tipos de
violencia: La directa, la cultural y la estructural. 1).- La primera, es
aquella donde se ve coartada o amenazada la satisfacción de las necesidades
vitales del ser humano, (lo cual puede incluir desde la integridad física y mental,
la dignidad, la identidad, la equidad, hasta abarcar el hábitat, la
alimentación, el sustento, la libertad de tránsito y expresión, y el
desenvolvimiento social). Porque de ellas, depende la sobrevivencia misma de un
individuo, grupo o sociedad en general. La violencia directa es efecto, casi
siempre, del ejercicio de las violencias de carácter estructural y cultural. Se
concretiza por ser la emanada de la delincuencia organizada, tráfico de drogas,
asesinatos, robo, conflictos bélicos, civiles o personales psico-traumáticas,
entre otros.
2).- La cultural, que se manifiesta en varias
vertientes, entre ellas: su presencia cotidiana dentro de la familia, teniendo
como protagonistas a los padres, entre padres e hijos o entre hermanos. La
existente en las escuelas; con los alumnos, en el llamado bulling, donde la tensión violenta prevalece con el ninguneo
peyorativo permanente a ciertos educandos; sin dejar de mencionar la violencia
ejercida por los maestros a sus discípulos o por las pandillas estudiantiles o
entre bandas callejeras. No dejemos de mencionar, por supuesto, las sentimentales
aparejadas con las sádicos-pasionales.
Los muchachos, a través de la televisión, visualizan
en grado superlativo, escenas y temas de violencia pura y sanguinaria. Arropadas
en películas y videojuegos de acción. Difuminan la apología mayúscula de que
ejercer la violencia es sinónimo de superioridad; y por tanto, de ser merecedores
de un estatus social privilegiado entre sus semejantes.
La violencia cultural se da y se reproduce también en
un ambiente creado por ciertos medios de comunicación masiva, incluidas las
llamadas redes sociales. Donde se magnifican una serie de delitos y sucesos
sangrientos, que giran en torno a los conflictos sociales, familiares e
individuales que tienen a la violencia como lógico desenlace.
La difusión, constante y amarillenta, de la violencia,
de la nota roja, en ciertos medios de comunicación, también es negocio
redituable. En la violencia de tipo cultural quedan incorporadas todas las
suscitadas por razones de género, etnia, de fanatismo, sectarismo y
fundamentalismo político y religioso, sobre todo aquellas que enarbolan la
muerte como acto de redención, provocando verdaderas carnicerías humanas a lo
largo de la historia.
3).- La estructural.
Es la que viven todos los habitantes de escasos recursos que están sometidos
diariamente a variadas tensiones corporales, psicológicas y emocionales. Provocadas
por no tener empleo o ingreso económico suficiente para tener comida, vivienda
y bienestar, tanto para sus personas como para sus familias. Las clases medias
sufren también la zozobra que en cualquier momento serán sujetas de extorsión o
su patrimonio les será dañado o robado; así como las provocadas por el estrés laboral
o las concernientes al áspero hábitat urbano y rural. Otras no menos
importantes son las causadas por los modelos políticos, económicos y sociales
de corte neoliberal, que nos dominan y que a su vez detentan el monopolio legal
del uso de la fuerza institucional.
De lo expuesto anteriormente se deriva un primer gran
reto para todos: proponernos transformar la cultura de la violencia, a una
cultura para la paz.
PD1. Vale la pena enfatizarlo: Los policías y los
políticos son los más corruptos, de acuerdo a una encuesta del Inegi.
PD2. Encomiable el desempeño de la bancada de los
diputados locales del Movimiento Ciudadano al proteger los genuinos intereses
del pueblo.
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