Héctor Manuel Popoca
Boone.
Más tardó Vicente
Guerrero en pactar con Agustín de Iturbide que éste autoproclamarse
“Emperador”; traicionando y mandando por un tubo
al hombre de Tixtla y al pueblo que lo siguió. En nuestra época, en febrero del
2005, más tardó el PRD en designar como su candidato a la gubernatura del
estado a Zeferino Torreblanca Galindo que proclamarse éste “gobernante sin
compromisos”. Prontamente se convirtió en un “Reyecito”.
Zeferino hizo lo que
quiso, cuando lo quiso hacer y con quienes quiso hacerlo; marginando del
gobierno al PRD y a la izquierda en general de Guerrero. Una vez en el poder,
actuó volteándole la espalda a quienes lo apoyamos para que llegara a la
gubernatura. Él tenía la obligación moral y política de poner las bases para la
transformación social del Estado. No hay mejor parangón entre el ayer y el hoy
que las conductas políticas para gobernar de Iturbide y Zeferino: ambos lo
hicieron con autocracia y corrupción, con racismo y elitismo, con engaño y
traición.
Alejo García Jiménez (AGJ) dice en su libro, “Guerrero y Álvarez”: la consumación de la
independencia se debió fundamentalmente a la “mafia” de aquel entonces integrada
por la alta jerarquía clerical, los españoles adinerados, la alta burocracia
virreinal y los altos mandos militares realistas. Fueron ellos quienes
confabularon y dieron origen al “Pacto de La Profesa”, con el fin de liberarse
de las leyes liberales vigentes en España y así proteger sus intereses, fueros
y canonjías particulares.
Hoy, en el presente, los
conjurados anti patria han sido el Presidente de la República, el PRI, el PRD,
el PAN, y la mayoría de sus diputados y senadores, además de los plutócratas
nacionales y representantes de poderosas corporaciones económicas extranjeras.
Mismos que, con el llamado, “Pacto por México”, han estado vendiendo al mejor
postor los recursos energéticos estratégicos de México. A partir de las
modificaciones que realizaron a la Constitución de la República por la vía del fast track. En otras palabras,
simbólicamente nos aplicaron a todos los mexicanos la “Roque-señal”.
En su libro, AGJ describe
en forma colorida las prendas políticas de Antonio López de Santa Anna, que se
erigió como el gran político oportunista y trepador de aquel período difícil y
convulso de los primeros años del México independiente: “Era un hombre
excesivamente ambicioso, oportunista, instintivo, intuitivo, bravucón,
rencoroso, astuto y perverso, que aprovechaba las tendencias políticas del
momento, sin importar tanto el bando en el que se movía. Él quería la gloria
para sí, quería estar siempre arriba sin que le importara los medios, lo único
que le importaba era el poder por el poder mismo, aliándose con los que
detentaban el poder de facto, o sea, los que disponían de los mayores recursos
económicos de la naciente nación.”
¡Qué bueno que actualmente
en México y en Guerrero no tenemos políticos de esa naturaleza! ¿O me equivoco?
AGJ nos señala que, a
semejanza de la actual disputa por la nación, en aquellos tiempos también hubo
una gran riña por el predominio sobre los destinos del país. En esa
confrontación histórica, los liberales estaban encabezados por Vicente
Guerrero, Valentín Gómez Farías y Juan Álvarez. A su vez, los conservadores
estaban liderados por Gómez Pedraza, Nicolás Bravo y el siniestro y no menos
perverso, Anastasio Bustamante; contando, a veces sí y a veces no, con el
ilimitado, inasible y desideologizado, Antonio López de Santa Anna.
PD1. Señor Secretario, Osorio Chong: Como ciudadano en
vigila, le informo que en el presupuesto municipal de Acapulco 2016, no aumentó
la partida destinada a seguridad pública. En cambio, las oficinas ejecutivas de
la Presidencia, de Finanzas, de Planeación y de Sedesol, tuvieron incrementos
del 50 por ciento en promedio, respecto del 2015. Por tanto, el combate contra
la delincuencia, de acuerdo a lo aprobado por el cabildo, será de dientes para afuera.
PD2. Verdadera infamia cometió la Comisión de Gobierno
del Congreso local con el trato que le dieron al Dr. Octavio Klimek Alcaraz,
que él mismo relató. (El Sur, 14/05/2016). Es la hora de la kakistocracia (gobierno de los
mediocres) y sólo se verán sus detritus.
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