Héctor Manuel
Popoca Boone.
Fuimos a dar un taller de capacitación política a
militantes y simpatizantes de Movimiento Ciudadano en la ciudad de Técpan, región
de Costa Grande. El primer tema que abordamos fue la situación que guardan los
partidos políticos en la actual coyuntura preelectoral. Del forcejeo inicial
entre ellos, a partir del pronóstico de los votos supuestamente garantizados
que dicen tener. Concebidos los ciudadanos como objetos más que como sujetos
activos del quehacer político.
Esos votos esgrimidos, son patrimonialistamente
considerados como mercancías de uso y de cambio. Por tanto, es en la plaza
pública donde exhibidos quedan los “músculos políticos”. Ahí los partidos
políticos dan cuenta cuantitativa de la base social que dicen tener. Hacen
valer su voto duro para mejor mercadear. Para el estira y el afloje, para la
toma y daca, de las posibles concesiones que den pie a las buscadas alianzas. Pero
como de un proceso electoral a otro, las circunstancias son diferentes, los
votos obtenidos varían para cada cual. Éstos pueden darse a la fuga o verse
incrementados. Luego entonces, también los partidos políticos se precian o
deprecian por su actuación en el tiempo. “Dígame cuantos votos tiene y le diré cuánto
vale” La misma medida es válida para ponderar a políticos suspirantes a
cualesquiera de los cargos de representación popular.
Las ideologías, los principios y los valores son mera
coreografía teatral, dijeron algunos asistentes al taller. Lo prevaleciente en el ámbito de la ambición
política partidaria son los provechos del poder por el poder mismo; así como de
las riquezas materiales, expeditas e inauditas, que solo el erario público, los
barones del dinero y la narco-política pueden dar en un contexto de corrupción
e impunidad. Privan, por mucho, las conveniencias sobre las convicciones. Es
así como la democracia electoral mexicana se ahoga, casi en su totalidad, en un
gran fariseísmo, vulgar y ramplón.
A pulso, los partidos políticos y sus conspicuos
integrantes, se han colocado en los últimos lugares de la estima ciudadana. Solo
ven por sus propios intereses de grupo o individuales, aun cuando navegan con
las banderas de las causas de la gente. Desde que la política se volvió negocio
económico redituable, nadie la deja. De ahí el enraíce de la partidocracia que
lucha con ferocidad por mantener el poder alcanzado; valiéndose de todas las artimañas
y recursos posibles, lícitos o no, escrupulosos o no. Este tipo de oligopolio
político también lo defienden los partidos pequeños o los que van en declive;
que luchan por mantener sus prerrogativas económicas, sus escaños de partido o
para vender caro sus votos, al visualizar la posibilidad de direccionar el fiel
de la balanza de la victoria electoral. Así, lo que caracteriza hoy en día a la
política nacional es su enorme plasticidad y pragmatismo utilitario, orientado más
a lo monetario que a la motivación social reivindicadora. Disminuye lo anterior,
las ya admitidas candidaturas independientes de carácter ciudadano.
Cada día, los guerrerenses cobran más conciencia de la
importancia de su participación en la política. Cada vez más valoran el destino
de su voto y lo que significa no ejercerlo por decepción o frustración civil,
provocadas por las circunstancias económicas adversas en que vivimos, por la
galopante inseguridad pública (que nos resta libertad, patrimonio y vida), por
la mar de corrupción e impunidad de los intereses de antaño y de hogaño
vigentes y por la machacona ineptitud de los gobiernos en turno.
Mientras tanto, los militares continúan en las calles y
en las veredas, asumiendo responsabilidades que los gobiernos civiles dejaron
de cumplir y que hoy reconocen su impotencia e incompetencia para volverlas asumir
a cabalidad.
PD. ¡Ningún! diputado asistió al foro sobre el tema de
los desaparecidos, ejecutados y desplazados en Guerrero, llevado a cabo en la
mismísima biblioteca del Congreso local, donde estuvo presente el representante
del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos en México y el Primer
visitador de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. ¡Uf!
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