Héctor Manuel Popoca Boone.
En Guerrero, la refundación de
nuestros comportamientos éticos, como gobernantes, servidores públicos,
profesionistas o técnicos que de una u otra manera hemos estado al servicio de
la población, es verdaderamente urgente. Dichas buenas conductas públicas las
hemos perdido de muchos años atrás, en términos generales. Hay que reconocer que
la administración pública nacional de más de tres décadas de antaño, deja mucho
que desear y solo ha atorado el progreso de nuestro estado y de México como
país. No avanzamos, pero sí depredamos. Hemos sido más extractivos y destructivos,
que inclusivos y creativos.
Los funcionarios públicos distan
en mucho hacer sólo aquello que las normas estipulan expresamente. Muchas veces
actúan desacatando y violentando las leyes y reglamentos que tienen bajo su
responsabilidad y que, además, deben hacer que se observen de acuerdo a las facultades
que su encomienda gubernamental les otorga y que por lógica han de observarse
en el ejercicio de sus funciones, facultades y atribuciones.
Así mismos obligados están a
otorgar el mismo trato a la ciudadanía en general, sin conceder privilegio alguno
o preferencia a determinas organizaciones o personas. Habrá de prevalecer ser inmune
a influencias, intereses y perjuicios indebidos, que lleguen a alterar o afectar
su compromiso para la toma de decisiones o ejercer sus funciones de manera
objetiva e imparcial; dando un trato digno y cordial a las personas
subordinadas o ciudadanos comunes y sencillos, considerando en todo momento sus
derechos humanos que permitan propiciar el dialogo cortés y respetuoso.
En la administración pública debe
de haber toda una cultura de servicio y éste debe de estar orientado al logro
de resultados positivos, edificadores y eficaces para la sociedad en general,
pero preferentemente para los más desposeídos, los pobres de siempre. El gobernante
o directivo debe desempeñarse permanentemente como un ente emblemático en sus
funciones a fin de alcanzar las metas y propósitos encomendados, de acuerdo a
sus responsabilidades, mediante un manejo probo y claro de los recursos
públicos y abstenerse de cualquier ostentación o aplicación indebida de los
mismos.
De lo anterior deviene una conducta
pública recta en donde el gobernante o servidor público no utilice su cargo o
empleo para obtener algún beneficio en particular o ventaja personal ni a favor
de terceros, así como tampoco ser déspota, autista intencionado o interesado en
aceptar compensaciones, contraprestaciones u obsequios onerosos de cualquier persona
u organización que comprometa sus funciones. Al contrario, el ejercicio de cualquier
responsabilidad pública implica austeridad y un alto sentido de compromiso
social.
Esta conducta ética poseerá además
valores transversales, como lo son: la equidad de género, entendida como aquella
que todo servidor público, en el ámbito de sus competencias y atribuciones debe
garantizar para que tanto mujeres como hombres accedan con las mismas
condiciones, posibilidades y oportunidades a los cargos, los bienes y servicios
públicos; así también a las instituciones. Lo mismo trátese de igualdad y no
discriminación que no es sino otorgar el servicio público a todas las personas
sin distinción, exclusión, restricción o preferencia basada en nacionalidad u
origen étnico, lengua, color de la piel, apariencia, cultura, religión, sexo,
edad, discapacidad, salud, embarazo, pobreza, preferencias sexuales, filiación política
u opiniones personales, estado civil, etc.
Por último, pero no menos
importante, el gobernante y el servidor público le debe respeto, defensa y
preservación al medio ambiente y a la cultura misma en todas sus
manifestaciones en cualquier parte del mundo y en cualquier naturaleza por ser
la principal herencia a las generaciones futuras.
En la medida que nos aproximemos
a la observancia de estos valores y conductas, tengo la absoluta seguridad que
estaremos saliendo más pronto que tarde del inframundo institucional en que
estamos inmersos, para dar paso a otros estadios superiores de nuestro país y
por ende de estas tierras del sur en donde la codicia, la deshonestidad y lo
inhumano sean tan solo un triste recuerdo de nuestros altibajos históricos.