Héctor Manuel Popoca Boone
Con la palabra asamblea, se
da a entender una reunión general de miembros de un colectivo para decidir
sobre asuntos que les son comunes. Está en la naturaleza del hombre ser
gregario. La asamblea es un espacio y a la vez una manifestación de la
actuación en colectivo. Es un ámbito donde el individuo establece comunicación
con sus semejantes; donde toma cuenta de aconteceres, delibera, reflexiona, discute,
adquiere consciencia y consensa decisiones, que se vuelven acciones resolutivas,
emanadas del sentir mayoritario de los integrantes de la asamblea. En pocas
palabras, es un instrumento que concreta una voluntad social.
El vocablo comunidad, se
refiere a un conjunto de personas que viven bajo ciertas reglas de convivencia,
donde propósitos y comportamientos individuales son también comunes en otros.
Así mismo, tiene significado de identidad social; por tanto, de pertenencia grupal
al generar bases homogéneas para una convivencia consensuada. De ahí que, una
asamblea comunitaria de carácter rural hace referencia a la instancia que tienen
los productores del campo para tratar los asuntos concernientes al agro y a su
devenir como pueblo.
Una asamblea comunitaria da
cohesión social; en contraposición al proceso de individualización paulatina
que las circunstancias cotidianas, institucionales y culturales, imponen a la
ciudadanía; sobre todo en la esfera de la información parcializada y no
deliberativa acerca de las precarias condiciones socio-económicas que padecen
sus miembros. Su función de instancia política también ha perdido capacidad y
existencia real, ante el empuje avasallador de los partidos políticos que la
segmentan, dividen y minimizan. Por ejemplo, las asambleas de los núcleos
agrarios hoy en día se reducen a tratar meros asuntos de tenencia de la tierra.
La asamblea comunitaria es un
medio de defensa pacífico para la existencia estable en colectivo, ante
situaciones graves de rupturas del tejido social, provocadas por conductas
disruptivas de delincuencia y violencia constante, que en sus expresiones más
extremas deviene desplazamientos forzados de pueblos enteros; fenómeno que
únicamente se presenta en situaciones de guerra formal.
En su esencia, una asamblea
comunitaria llámese popular, vecinal, de barrio o rural, proporciona elementos
para abrir consciencia y mentalidad libertaria (Paulo Freire dixit), que da acceso al diseño de
procesos propios para la sobrevivencia y convivencia; ofreciendo un marco de salvaguarda
favorable para la solución de obstáculos y utilización de los mejores medios que
posibiliten el progreso social colectivo; haciendo sinergia de los mejores esfuerzos
individuales que actualmente se encuentran desorganizados, dispersos y
estériles. El asambleísmo es un medio para facilitar las transformaciones
sociales que permiten recuperar la dignidad humana y la reconversión de
comportamientos antisociales y de empobrecimiento para merman una vida digna y
decorosa.
La vida campesina ha estado
sobajada, hasta ahora. Por un sistema gubernamental corrupto, una delincuencia
y violencia rampante y de la proliferación de lucradores sociales, que pretenden mantener una ciudadanía dócil,
subyugada y sumida en la ignorancia; a través del otorgamiento de dádivas y
favores gubernamentales que, por lo mismo, prohíjan control y manipulación
política por unos cuantos, en detrimento de los muchos. A lo anterior hay que
adicionarle la inseguridad pública que mantiene acosada la libertad del pueblo.
Para los gobernantes
antidemocráticos, las asambleas comunitarias son veneno puro para sus propios
estilos de gobernar; ya que en mucho están desapegados de los verdaderos
sentires y afanes de la ciudadanía al verla como objeto recibidor y no como
sujeto promotor del cambio.
PD. Entre una estabilidad
domeñada y una inquietud transformadora, prefiero mil veces ésta última.
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