miércoles, 27 de marzo de 2019

La deshonestidad neoliberal.


Héctor Manuel Popoca Boone.

Con la información política que proporciona el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, podemos confirmar que en los anteriores gobiernos federales, estatales y municipales –con sus raras excepciones- estuvo presente la deshonestidad pública como sistema gubernamental. Fue usada en forma generalizada y concurrente, con alta frecuencia y complicidad.

Los sexenios neoliberales que hemos padecido datan hace más de 36 años y fueron pródigos en malas artes y grandes desmesuras del erario público, desviado y apropiado para la creación de fortunas individuales y empresariales, raras veces antes vistas en nuestra historia nacional.

La corrupción sistemática fue utilizada como estilo de gobierno para doblegar voluntades, congraciarse adeptos, neutralizar opositores, así como para comprar consciencias, líderes políticos, luchadores sociales y grupos empresariales. Además, fue práctica común usarla para torcer y parcializar leyes.

La apropiación privada del erario público fue la vía socorrida para obtener recursos económicos con la finalidad de preservar el poder político dentro de una estabilidad adocenada. Así fue cimentaba la paz social. No en balde AMLO ha repudiado públicamente la corrupción y el pillaje.

Aún con una vulnerable democracia se ha logrado por fin crear las condiciones y circunstancias que permitan erradicar la corrupción, dentro de la gobernanza en que actuamos, así como de su reiterada recurrencia y magnitud. Los gobernantes, en y después de gobernar, y los altos funcionarios públicos, en y después de administrar la cosa pública, quedarán sujetos a la rendición de cuentas y a la entrega de resultados, con el objeto de constatar su conducta lícita en el uso del dinero institucional. Pero, sobre todo, al volver punitiva en la realidad lo que antes se salvaguardaba en la impunidad.



La voluntad de AMLO es borrar del mapa de la actuación política y de la administración pública la deshonestidad; que es el cáncer que carcome en forma profunda y prolongada el quehacer gubernamental de nuestro país. A tal grado alcanzaron los niveles de sofisticación las relaciones entre corruptores y corruptos que las leyes en la materia fueron modificadas poco a poco a modo, para eludir irresponsabilidades y deshonestidades cometidas.

Hoy tenemos conocimiento pleno del cúmulo de medidas perversas usadas para las adquisiciones, la construcción de obras públicas y la prestación de servicios especializados a través de prestanombres y de las cotizaciones previamente concertadas dentro de los concursos de licitación pública con costos inflados o por asignación directa; con cualquier argumento para hacerlo. Últimamente salió a relucir la proveeduría amañada y corrupta de medicinas en el sector gubernamental de la salud, por ejemplo.

En el apogeo de la deshonestidad institucional de antaño, surgieron las llamadas empresas “comercializadoras”, constituidas de último momento y cuyo funcionamiento es la intermediación innecesaria para venderle al gobierno una miscelánea de productos a precios alzados; o bien, en el caso de construcción de obra o servicios, la subcontratación.

Ejemplos fehacientes en el gobierno de Peña Nieto fueron los contratos dados a la empresa corporativa transnacional de triste memoria, Oberdrech, y la operación denominada “La Gran Estafa,” donde la SEDESOL federal usó a ciertas universidades públicas para otorgar dinero a terceros, que eran sub-contratados para nunca dar los productos o servicios convenidos.

Los gobiernos panistas no se quedaron atrás con la rápida obsolescencia provocada deliberadamente de las plantas petroquímicas de PEMEX para hacernos más dependientes de la importación de las gasolinas. ¡Entreguistas que fueron algunos!


sábado, 16 de marzo de 2019

Espíritu Bolivariano Mancillado


Héctor Manuel Popoca Boone.

La tragedia de América Latina ha sido la escasa unidad y la abundancia de aquellos que ambicionan el poder a toda costa, de tal suerte que ahora vemos repetirse uno más de los combates históricos entre aquellos que pretenden concretar los ideales que movieron a Simón Bolívar para realizar la independencia de varios países de Centro y Sudamérica; y de aquellos que pretenden congraciarse con los designios de EUA.

También la de Bolívar fue una lucha en pro de la unidad del continente americano, contra las disensiones y ambiciones de caudillos locales independistas de cada uno de los países que integrarían La Gran Colombia, al separarse de España.

De hecho, Bolívar fue el padre de la patria de lo que hoy es: Venezuela, Colombia, Bolivia, Ecuador, Panamá y Perú. Era una trayectoria de combates militares donde iban aunadas a la par la victoria sobre España, pero también la decepción con los militares y políticos que lo acompañaban en dicha aventura. Era una deserción continua a causa de no mantener la unidad.

Hoy en día, paradójicamente, los venezolanos son acosados y saboteados por Estados Unidos de Norteamérica, bajo el mandato del Presidente Trump; que tiene el propósito de derrocar al Presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. Para lo cual, ha buscado y conseguido sostener una alianza con Colombia, Ecuador, Panamá y Perú, entre otros.

Otra paradoja histórica es que, tanto Venezuela y los otros países a los que logró darles la Independencia, tomaron como base legal fundacional la Constitución Federal de los Estados Unidos de Norteamérica, elaborada, entre otros, por Thomas Jefferson (Filadelfia, 1776). Constitución que era la inspiración integradora para una gran federación de países de distinta índole bajo el nombre de La Gran Colombia. De tal suerte que la división y disensión son actualmente letra viva de la tragedia que sufren los países que antes buscaron, en conjunto, su libertad nacional.

Son Canadá, Estados Unidos y otras naciones latinas, las que buscan la subordinación de Venezuela a EUA, con la pérdida de su soberanía nacional; olvidándose de la principal consigna de Simón Bolívar: “No hay Patria sin libertad” o de su acertada y pesimista afirmación: “Nuestra división, y no las armas españolas, nos vuelve a la esclavitud”
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Fue el gran señorío que tuvo este libertador de América Latina lo que le permitía renunciar al poder personal y a la vez perdonar a los que se convertirían en confabuladores. “Por sobre el poder de las armas, Bolívar poseía el de la palabra y conocía el arte de usarla”. (Emil Ludwig). El título de “Libertador” le parecía más valioso que una corona, un título de nobleza o uno de alto nivel en la burguesía palaciega. El nómada de la libertad, Bolívar, en su tiempo fue la personificación del inmortal personaje de la literatura universal: Don Quijote de la Mancha.

Una gran concepción de Simón Bolívar fue: “Formar del nuevo mundo, una sola Nación; ya que si tiene en común un origen, una lengua, unas costumbres y una religión, debería tener por consiguiente un solo gobierno que confederase los diferentes estados que hayan de formarse; más no es posible porque los climas remotos, situaciones diversas, intereses opuestos, caracteres no semejantes dividen a la América. Ojala que algún día tengamos la fortuna de instalar en el Istmo de Panamá un augusto congreso de los representantes de la República, para tratar y discutir sobre los altos intereses de la paz y de la guerra, con las naciones de las otras tres partes del mundo”.

En palabras de Emil Ludwig diremos que Simón Bolívar: “amo la libertad y conoció sus límites; amo la gloria y le sacrifico su ambición; con energía y fuerza de persuasión incansable venció la apatía de sus contemporáneos y de sus compatriotas, y ha dejado proyectos, que, al cabo de dos siglos, están ahora en camino de quedar…arrumbados y mancillados”.