Héctor Manuel Popoca Boone.
¿Alguien ha visto a I.
Suastegui Muñoz?
1). En aquel entonces, el
gobernador electo de Guerrero, José Francisco Ruíz Massieu (JFRM) y el
gobernador saliente, Alejandro Cervantes Delgado (ACD), acordaron que se
llevara una reunión de trabajo, con el propósito de intercambiar experiencias e
información temática entre los integrantes de sus respectivos gabinetes de
despacho. Yo asistí en mi calidad de secretario de planeación y presupuesto de
ACD.
Se llevó a cabo la
reunión susodicha en la residencia oficial del gobernador, “Los Eucaliptos”, y
fue presidida por ambos gobernadores. Después de dio paso a mesas de trabajo
bilaterales, entre los secretarios salientes y los entrantes; para finalizar
ese mismo día, con la relatoría de las conclusiones ejecutivas; mismas que
fueron expuestas por los secretarios de despacho recién designados.
Terminada que fue la
intervención del secretario de obras públicas designado, inmediatamente otro
secretario entrante le solicitó la palabra a JFRM, misma que le fue concedida. Empezó
diciendo: “Señor Gobernador, yo pienso que en relación a…” De repente, Ruiz
Massieu lo interrumpió abruptamente, diciéndole con voz estentórea: “¡Momento,
nada de que yo pienso…, De aquí en adelante el único que va a pensar soy yo, el
gobernador del estado, y ustedes, ¡se van a concretar a realizar mis
instrucciones!” Alocución que provocó medio minuto de espectral silencio, para
luego continuar escuchando las otras relatorías y dar por terminada la reunión.
Cuando los asistentes nos
despedimos de mano de JFRM, éste se me acerco al oído para decirme en voz baja:
“Popoca, después quiero hablar contigo, para ver dónde colaborarás en mi
gobierno”. A lo que también le contesté en voz baja y con respeto: “Te
agradezco en todo lo que vale tu invitación, Francisco; pero creo que no
haremos buena química, ya que yo también tengo la maldita costumbre de pensar”.
2. A invitación de RJC, asistí
a la ceremonia de su toma de posesión como primer edil de nuestro bello y
sufrido municipio turístico. Al felicitarlo y saludarlo en persona, me expreso
su deseo de que me incorporara a su equipo de trabajo y lo ayudara en las
tareas de gobierno. Le dije que no podía hacerlo por las responsabilidades
gubernamentales que había adquirido con el gobernador del Estado de Morelos.
En el mes de marzo de
1990 y en Guerrero, no cesaban los conflictos post electorales ocasionados por
el desaseo de las elecciones intermedias de 1989 en algunos municipios, donde
el PRD argüía el escamoteo de su triunfo por parte de las autoridades
electorales. Había manifestaciones de protesta de militantes y simpatizantes
del PRD. Culminando esos “desencuentros” con la toma de palacios municipales.
Muertos y heridos había por doquier en esos tiempos de confrontación violenta
entre el PRI y el PRD.
Por
lo anterior, se iniciaron reuniones de negociación política en la CDMX, en las
oficinas del secretario de Gobernación; participando representantes del
Gobierno del Estado y directivos del PRD-Guerrero asistidos por miembros de su
directiva nacional.
Mientras
tanto y como medida de presión política, la dirigencia estatal del PRD había
convocado a una gran marcha de protesta en Acapulco, que partiría de la
Glorieta de Puerto Márquez hacia el aeropuerto internacional, donde harían un
plantón y un posible bloqueo, impidiendo la entrada o salida de viajeros. Dicha
marcha fue reprimida con lujo de violencia y saña policiaca, a la altura de los
campos de golf del hotel Fairmont.
Al
siguiente sábado de esos lamentables sucesos de gran repercusión nacional,
llegué a Acapulco y lo primero que le expresé a René fue mi azoro ante dicha
represión social. Lacónicamente me expresó: “Fueron órdenes directas del
gobernador, dadas al director de la policía estatal de reprimir la marcha a
como diera lugar”. Continuó diciéndome: “Antes de que interviniera la policía
me comuniqué telefónicamente con él, para hacerle saber que ya había negociado
con el Dr. Wences Reza, presidente estatal del PRD, que la marcha terminaría
donde desemboca el libramiento que conecta con la Autopista del Sol. Que no
había necesidad de usar la fuerza institucional. Me contestó que le valían
madres los acuerdos que yo había logrado; terminándome de decir: ¡Chíngueselos,
para que aprendan a respetar!
3. Epílogo. No cabe duda
que José Francisco Ruiz Massieu fue un gobernador con una gran visión, cultura
política y ciencia jurídica, …equiparables en magnitud, con su intrínseca perversidad.
hpopoca.b@yahoo.com.mx
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