Héctor Manuel Popoca Boone.
¿Alguien ha visto a Vicente Suastegui
Muñoz?
La principal disputa en
el campo electoral que tenemos en puerta, gira en torno a ¿qué tipo de
institución controlará y dictaminará las próximas elecciones federales y
estatales? En mucho contará la configuración de su estructura orgánica, las leyes,
reglamentos y requisitos que la regirán; los recursos humanos, materiales y
financieros de los que dispondrá; así como su real sometimiento a la rendición
de cuentas y entrega de resultados, en forma honesta y transparente, para el
buen acatamiento civil de sus resolutivos.
Ese es el quid de
la pretendida reforma electoral enviada al Congreso de la Unión por iniciativa presidencial.
Lamentablemente, buena parte de la clase política dirigente del país, los
gobernantes; los mandones de territorios regionales y los del poder económico-financiero,
siguen considerando el voto electoral ciudadano como manipulable, comprable y,
por tanto, controlable …hasta cierto punto.
Recordemos que en la
actualidad tenemos una democracia dominada por una partidocracia mercantilizada,
que cuenta con vastos recursos económicos públicos y se desenvuelve a sus
anchas, en un universo electoral de bajo nivel educativo y de pobreza social generalizada.
También es desmesurado el
monto del erario fiscal que para su funcionamiento se le asignará el próximo
año electoral; frente a un semi estancamiento con inflación económica nacional
que impone una férrea austeridad; si es que no queremos arribar a la nefasta
devaluación de la moneda. Todo eso, en el marco de un país con una amplísima
desigualdad social, que alberga a más del 60 por ciento de su población total
en condiciones de pobreza y con serias carencias en los sistemas cuasi
colapsados de seguridad pública, educación, salud, vivienda, alimentación y
nutrición. Por no decir de la insuficiente creación de empleos y de inversión
productiva.
México se distingue por tener
uno de los procesos electorales más oneroso a nivel mundial; arriba de los
países más ricos del planeta. Hoy, los directivos y altos funcionarios del INE reciben
los sueldos y salarios más altos del país, además de otros privilegios
económicos, que no gozan el resto de los funcionarios de la administración
pública federal.
De consideración no
menor, están las muy codiciadas “prerrogativas electorales”, recibidas anualmente
por los partidos políticos, también provenientes del erario público, destinadas
a sufragar sus operaciones cotidianas; incrementándose, sustancialmente, en los
años de campañas electorales porque también están destinadas a financiar ¡las
campañas electorales de sus candidatos! en virtud de que las cuotas de los
militantes son ínfimas y famélicas sus finanzas propias, no obstante que
algunos partidos practican la extorsión mensual en la nómina salarial, por
puesto laboral otorgado. Huelga decir que los financiamientos externos vergonzosos
provenientes de los barones del dinero y de la droga, están en el orden del
día.
El excesivo
financiamiento a los partidos políticos ha dado lugar a la creación de una
partidocracia cuasi mafiosa que se mueve más por conveniencias e intereses de
grupo que por convicciones o ideales. Hoy la postulación a ser candidat@ puede
estar también a disposición del mejor postor. El resultado es que tenemos
procesos electorales corruptibles, con enraíce en la compra, al cash o
en especie, de conciencias, dignidades y de votos.
Conclusión: El INE siempre
ha estado bajo el asedio, en mayor o menor grado, de las presiones políticas y
económicas ilegitimas de los gobernantes en turno, a efecto de imprimirles determinado
sesgo político; y del no acatamiento íntegro a la voluntad real de los
ciudadanos; haciendo a un lado el espíritu de las normatividades, hipócritamente
por todos aceptadas, más nunca del todo acatadas; los recovecos para eludirlas
legalmente es lo imperante.
Dejo para una próxima
entrega, el tema del costo-rendimiento para el pueblo, de sufragar el
descomunal ejército de la parasitología política nacional, conformado por las
legiones de políticos profesionales y legisladores, federales y estatales, así
como de los numerosos batallones de regidores.
PD. La Auditoría Superior
de la Federación informó que, dentro de los seis estados de la república que
peor usaron los recursos públicos federales, entregados para su aplicación en
el año 2020, se identificó a Guerrero con más de 3 mil millones de pesos
observables, en la cuenta pública nacional. Las principales irregularidades detectadas
se localizaron en el sector salud, educación y seguridad púbica. (El Universal,
21/noviembre/2022). Por su parte, el Auditor General Estatal, en reunión
cerrada, entregó a diputados locales comisionados, solo recomendaciones sin
especificar montos y conceptos de su Cuenta Pública. (El Sur, 29/octubre/2022).
¡Uf!