Hector Manuel Popoca Boone.
El título y todos los párrafos
contenidos en el presente artículo de opinión, los tomé textualmente del libro
(editado en el 2014) de Andrés Manuel López Obrador, presidente de la
República, cuando presidía el partido Morena, después de haber participado y
perdido, en forma muy cuestionada, dos consecutivas elecciones presidenciales.
En ese entonces, estaba como presidente de la República, Enrique Peña Nieto.
Para facilitar la localización de los textos, he señalado el número de las
páginas, donde, en forma secuencial, se encuentran plasmados en dicho libro.
AMLO lo escribió con la finalidad, según manifiesta él, de “conocer el pasado nacional
para entender y transformar la compleja y amarga realidad del México de hoy”.
“El porfiriato es el origen del
actual régimen. Las prácticas anti democráticas y la política económica de
élite y entreguista, que se aplican en nuestro país desde hace 30 años, se le
conoce como neoliberalismo; en lo esencial es neo porfirismo.
Hoy como ayer existe una
república simulada. Funciona para garantizar la acumulación de las riquezas en
unas cuantas manos, sin ocuparse del bienestar general. México es un país sin
democracia, con corrupción, desigualdad y opulencia. (p.13)
(Es necesario) cambiar el sistema
corrupto y excluyente para establecer una república verdaderamente democrática,
como la ensayó Madero, agregando, por nuestra parte, la práctica de la honestidad
y la justicia. (p.14)
Desde que tomó por la fuerza el
poder, Porfirio Díaz llevaba en mente poseerlo por encima de todo y durante el
mayor tiempo posible. …nos dejó como herencia una forma de hacer política que
ha sido la causa principal de los males que más de un siglo después aún impiden
el progreso de México y la felicidad de su pueblo. El proceso de construcción
de su régimen de poder unipersonal y autoritario fue cancelando la posibilidad
de crear una república verdaderamente democrática. (p15)
El error de Juárez y Lerdo… fue
no construir un sistema político democrático, para que México tomara el camino
de la legalidad y del progreso con justicia. Y no del atajo que nos condujo al
autoritarismo, la corrupción, a la desigualdad y al atraso. (p.16)
A pesar de todo, en el
porfirismo, existía la posibilidad de impulsar el proyecto maderista con el
apoyo de las clases medias urbanas. Muchos de sus ciudadanos podían ser
considerados ciudadanos ejemplares, auténticos partidarios del sufragio
efectivo, del civilismo, de la libertad de expresión, de la polémica y del
debate como recursos legítimos para aclarar diferencias; sin duda profesaban
respeto a la Constitución y defendían al mismo tiempo, las libertades y el
progreso. Había una sociedad madura, de ciudadanos lectores de periódicos.
(p.17)
De este modo, con este núcleo de
dirigentes, intelectuales y ciudadanos progresistas se podían haber establecido
las bases de una república que garantizara, cuando menos, una alternativa en la
conducción del gobierno y dejara abierta la posibilidad de crear, poco a poco,
las condiciones indispensables -entre ellas el mejoramiento social de las
mayorías y, desde luego, el avance educativo- para asentar profundamente los
cimientos de la democracia hasta convertirla en un sistema político, en una
forma de vida o, como quería Octavio Paz, en un componente habitual de nuestra
cultura. (p.17).
Ni Juárez ni Lerdo, por ejemplo,
tuvieron jamás la firme determinación de no reelegirse, ni de convertir en ley
este principio, lo que habría evitado tantas calamidades. … En el Plan de la
Noria, lanzado por Porfirio para derrocar al gobierno de Juárez, la consigna
básica se resumía en esta frase: “…que ningún ciudadano se imponga y perpetue
en el poder (…) y esta será la última revolución”.
Si Juárez y Lerdo hubiesen
comprendido la importancia estratégica de impulsar un proceso para establecer
la democracia, habrían hecho posible que México fuese un país con menos
desigualdad, a lo mejor sin tantos potentados ni opulencia, con mayor justicia,
como ha sucedido en otras partes del mundo, donde optaron por este sistema de
gobierno y no padecen de la corrupción ni del oprobio de la pobreza extrema. En
el instante que Porfirio Diaz tomó el poder por asalto, se desvaneció la
posibilidad de construir un sistema de gobierno fincado en la democracia para
buscar el progreso con libertad y justicia. (p.18)
México perdió el rumbo y se
empantanó. Cuando esto sucedió, el que fue libertador de Cuba, José Martí,
abandonó nuestro país (1876) y con la visión que únicamente los grandes poseen,
escribió …” un hombre se declaró por su exclusiva voluntad señor de hombres… y
con un poco de luz en la frente, no se puede vivir donde mandan tiranos” …la
práctica nefasta se mantiene con sus rasgos más característicos y forma parte
de la cultura política dominante. (p.19)”
PD1. Como Gobernador Moral de
Guerrero subrayo pronunciamientos de AMLO en su reciente gira por estas
tierras: “En Guerrero hay un repunte de la violencia, pero no focos rojos de
inseguridad. ¡Vamos muy bien!”. (¡Uf!) “Ya no hay asociación delictuosa de las
autoridades con grupos delictivos; los gobiernos anteriores nos dejaron con
mucha violencia porque estaban amafiados con la delincuencia. Hoy pintamos
nuestra raya”. ¡Bravo!
PD2. Cambia la estrategia estatal
contra la inseguridad pública. Ya no será la improcedente, “abrazos, no
balazos”. Ahora combatirán sus causas, en territorios seleccionados por su
intensidad delictiva; entre otras, la pobreza y la falta de atención
gubernamental que se reviste de corrupción e impunidad. ¡Ver, para creer!
PD3. Sobre las consignas de AMLO:
“No mentir, no robar y no traicionar”; buena parte de los dirigentes y
funcionarios públicos de Morena solo las acatan de dientes para afuera. ¿O no?
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