Héctor Manuel Popoca Boone.
¿Por qué esa saña criminal en contra de
periodistas de Taxco?
El declive del puerto de Acapulco continuará un buen
tiempo a causa del gran desastre natural del paso del Huracán Otis. La
rehabilitación, reparación y recuperación de la catástrofe será más lenta de lo
que pronostican las autoridades. Tanto en lo material, en lo financiero, como
en lo anímico y ecológico. El renacimiento del puerto turístico debe ser
perentorio, tanto porque le es vital a los 800 mil habitantes que lo tienen
como residencia laboral; como por ser también un lugar de gran recreación
social para los habitantes del valle de México; que, en la “resbaladilla
vehicular” que es la Autopista del Sol, se dejan venir, raudos y veloces, a
desahogar su gran estrés urbano, permanente y acumulado, desde su lugar de
origen que es la más grande asentamiento urbano del país y que representa a la
vez un gran pulmón económico fin semanero para Acapulco y alrededores.
De nueva cuenta, con los estragos de Otis a cuestas,
quedó al descubierto la falta de solidaridad y fraternidad del ser humano con
sus semejantes en desgracia. En una ciudad emblematizada, hoy en día, por la deshumanización,
individualismo, voracidad y egoísmo humano. Son los signos indelebles de una conducta
social e individual, negativa y destructiva; labradas a la par de la decadencia
física, del más bello puerto que tuvo México que nos hemos acabado todos. Unos
más que otros. Con gran inconciencia e insensibilidad al nunca bien justipreciar
un extraordinario hábitat ecológico de playa y sol para el solaz social. A
partir de esos aspectos, cobra mucha importancia la auténtica y profunda
regeneración cívica-cultural que se impone emprender en la ciudadanía; al mismo
tiempo que la reconstrucción física y económica, so riesgo que sigamos signados
por los eternos elementos de la decadencia urbana, la pobreza, la violencia y la
pronunciada antipatía social.
La nueva mentalidad no será tan fácil de formar, ni de
tan corto tiempo en construir, como pudiera ser lo material o lo financiero. De
lo que se trata es de cambiar nuestro “chip” que está labrado, a través de
muchos años, con un buril de acero especulador y valemadrista. Es lo mental lo nodalmente
indispensable, para el advenimiento de una ciudadanía acapulqueña de nuevo
tipo, que contenga una nueva moralidad y ética colectiva. Y eso, tarda en
gestarse y afianzarse. Si es que no queremos seguir siendo la Sodoma y Gomorra
del Pacífico. El hecho de que se haya captado y divulgado, viralmente, en las
redes sociales, un video que da cuenta cómo el secretario particular de la
presidenta municipal morenista, traslada objetos suntuarios que robó con
satisfacción plena, de una tienda departamental en la ya tristemente famosa
noche de il saco di Acapulco; es un botón de muestra de cuan grande y
generalizada se encuentra esta manía del robo, la corrupción, la impunidad y la
ineficiencia, como estilos de gobernar no solo Acapulco; sino de todo Guerrero
y México.
Lo anterior subraya que la verdadera recuperación que
necesita Acapulco es la forma del actuar y pensar de su gente. De todos los
estratos sociales. Sobre todo, de nuestros ínclitos políticos y gobernantes;
quienes hasta ahora y en términos generales, van dejando por doquier estelas
indelebles de sus lacras y procederes indeseables gubernativos. Mientras no se
le otorgue a la honestidad, a la moralidad y a la ética, la prioridad y el
lugar debido en la cosa pública, no podrá haber regeneración duradera alguna;
puesto que los vicios de quienes hacen abuso de la infraestructura urbana y
semi urbana, la depredación de la naturaleza y de la expoliación en los
procesos económicos que se dan en Acapulco seguirán siendo los mismos y es esa
la impronta de la clásica inhospitalidad turística abusiva, que les ofrecemos a
nuestros visitantes.
El desafío que tiene el municipio de Acapulco y circunvecinos
en el futuro próximo, no es menor. Menciono cuatro aspectos neurálgicos de
urgente atención: a) Enfermedades y brotes epidémicos a consecuencia de la
fuerte insalubridad imperante. b) Economía municipal colapsada, desempleo y
alza incontrolable de precios de productos básicos. c) Inseguridad pública
acentuada por la expansión de la pobreza y, por tanto, de la delincuencia
simple y organizada. d) Lento dinamismo en la aplicación de una estrecha
inversión pública no cuantificada en reequipamiento urbano, suministro de
servicios públicos y de inversión privada productiva, en el marco de una
escasez de financiamientos externos blandos y de mediano plazo.
Si a lo anterior le agregamos la falta de conducción
gubernamental estatal y municipal prevaleciente, es mejor que el gobierno
federal imponga una gobernanza real; pero ya no con la fracasada consigna de
que es preferible la lealtad a la eficiencia; o la ingrata integración de
gabinetes de trabajo “de tómbola”; o expansión de la “dadivocracia”. De lo
contrario, prevalecerán de nueva cuenta las pulsiones a la corrupción e
impunidad, en detrimento de los impulsos a la honestidad, eficacia y progreso.
PD. Como Gobernador Moral de Guerrero repruebo que no
se hayan emitido y publicado los acuerdos y decretos de medidas sanitarias focalizadas
de obligada observancia, ante la peligrosa insalubridad que atravesamos. Por
ley 154 estatal de salud, es la gobernadora constitucional la máxima autoridad
en esta materia. Otra cosa son las alertas sanitarias federales, que se emiten
en tratándose de suspensiones generalizadas de labores. No es que los datos no
den; son las neuronas que no hay.
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