A solicitud de varios lectores les comparto una segunda misiva.
Solo el que se enfrenta a sí mismo, una y otra vez, con valentía –y en esto la vanidad es obstáculo- puede lograr la percepción verdadera y valedera del próximo. Aquel que está empecinado a su particular verdad y circunstancia, por necedad y necesidad, ve con cortedad la verdad y la condición de los demás.
El tratar de desenredar los nudos, sin tener claridad de conducta, horizonte y pensamiento, es enredarnos más. El no darle perspectiva a nuestra vida más que salir de nuestro laberinto es extraviarnos más en él.
El anhelar es un acicate intenso para vivir. El estar consciente de lo que hay que hacer, con quienes, dónde y en qué tiempo, otorga posibilidad para la reivindicación personal. Es dotar de estrategia a nuestro propósito de vida.
Vivir es una constante búsqueda de respuestas. Pero en la vida hay más preguntas que respuestas. Las interrogantes sobre lo que nos rodea son las que nos permiten avanzar, aun cuando no tengamos las certezas a la mano. Nuestra existencia no tiene uno sino varios significados y no siempre estamos conscientes de todos, ni los vivimos a plenitud.
No hay una dirección lineal en la vida porque esta se asemeja a una esfera. A veces es menester tomar atajos, dar rodeos o redondeos.
Carecemos de emoción para vivir cuando estamos ayunos de estímulos vitales. Estos pueden ser afectivos, profesionales, políticos, filosóficos, familiares, etc. Está en nosotros buscarlos, inventarlos y/o generarlos en forma constante.
Si tenemos razones para vivir entonces pongamos tiempo y distancia de por medio a todo aquello que nos paraliza. Basta con tomar consciencia de lo mucho que tenemos y saberlo emplear con compromiso social así como dimensionar lo poco que nos falta y no lamentarnos de carecer de lo que casi siempre es banal.
Resucitamos en vida varias veces. En repetidas ocasiones hemos estado tanto en lo níveo de la cima y como en la negrura del pozo. La reencarnación solo la concibo como reconstitución y mejora personal diaria, constante y sistemática. La resurrección es intermitente.
El libre albedrío y la libre decisión, para que resulten creativas y acertadas, pasan por tener conciencia de la naturaleza de los actos a ejecutar y de asumir la responsabilidad de las consecuencias que suscitarán.
El filósofo hindú Krisnamurti decía que la armonía universal empieza por la armonía individual. La liberación social por la liberación individual. Pero estas no pueden darse en un entorno social injusto. Caminemos entonces por las dos vías; construyendo un ambiente más cordial; recordando que la felicidad no es tan satisfactoria como lo que hay que hacer para lograrla. ¿Necesito que me guíen siempre o puedo, en un momento dado, caminar solo? ¿Necesito permanentemente depender de alguien o puedo andar por mí mismo acompañado de todos?
El no tener una decisión es tener ya una decisión. El no optar es ya una opción. El no caminar es ya un camino. Eso es libertad. Cualquier cosa que uno haga, incluyendo aún no hacer nada, conlleva causa y consecuencia.
PD1. -¿Debo hablar bien de mi casa, venerable maestro?
-¡Claro! Siempre y cuando esté limpia, en orden y prive la paz en ella, mí pequeño saltamontes.
PD2.- En este primer gobierno de real coalición no sabemos cohabitar porque nunca hemos cohabitado para gobernar diversas fuerzas políticas plurales. El pueblo demanda que aprendamos a marchas forzadas.