Héctor Manuel
Popoca Boone.
Nadie puede
negar que el actual sistema de educación pública en Guerrero está colapsado. No
sirve ya de basamento para construir mejores ciudadanos que requiere con
urgencia esta entidad federativa.
El nivel
escolar de nuestra población es de siete años escolares y en algunas zonas
rurales, como en la Montaña, es de tres a cuatro años. La calidad académica de
los egresados deja mucho que desear por cuanto a aptitudes y conocimientos
adquiridos. Por otro lado, el setenta por ciento del personal docente no cuenta
con las suficientes competencias para dar buenas clases.
Tenemos muchos
maestros con plazas que no están frente a grupo y tenemos muchos escolares
matriculados que no tienen maestro. Doce mil maestros comisionados en otros
menesteres ajenos al magisterio dan cuenta de esa paradoja estatal. Anormalidad
promovida por autoridades gubernamentales, políticos y grupos sindicales.
Es
desproporcionado el número de trabajadores administrativos en relación a los
laborantes magisteriales. Una de las causas es el canje de plazas docentes a plazas
administrativas ya que en “el derecho de heredar la plaza” muchos consanguíneos
no reúnen el perfil ni las competencias requeridas. Se estima que con el 35 por
ciento de la burocracia actual puede soportarse el sistema educativo estatal.
La restante sale sobrando. Igual situación prevalece en la burocracia
gubernamental o con el número de diputados existentes.
El ausentismo
de los maestros en las zonas rurales es agudo. De los 200 días obligatorios de
impartición de clases, solo cumplen con una tercera parte. Al igual que
nuestros diputados, únicamente trabajan tres días a la semana (De martes a
jueves).
En las zonas
urbanas la pérdida de clases disminuye y es de un 45 por ciento. Las causas
principales de la falta de clases en las ciudades son los días de asueto no
oficiales, marchas, plantones, tomas de edificios administrativos, etc.
Sin embargo,
debo reconocer que ha sido del todo justificado el dejar de dar clases en casos
excepcionales, como son las extorsiones y secuestros de maestros a manos de la
delincuencia organizada, principalmente en Acapulco.
Buena parte de
los mandos medios y superiores de la SEG no cumplen a cabalidad sus
responsabilidades. Están más preocupados por conservar sus altos puestos,
privilegiados sueldos y demás canonjías que erradicar corruptelas e intereses
ilegítimos que prevalecen y provocan el desorden administrativo y académico que
caracteriza el sistema educativo estatal.
Gran
proporción del personal de confianza de la SEG trabaja doblegado, atemorizado o
en el mejor de los casos se desempeña vegetativamente ante el temor de que las
mafias sindicales presionen para deponerlos al atentar contra intereses
corruptos creados de larga data.
Muchos de los
puestos ejecutivos de confianza no se otorgan por méritos y/o competencias
ejecutivas adecuadas, sino por presiones de índole política o sindical. El
recién intento de colocar a un chofer en una jefatura educativa -gracias al
contubernio de altas autoridades y sindicato- patentizan tales aberraciones
laborales.
También está la
costumbre de que, por ejemplo, buena parte de las autoridades educativas regionales
las imponen los diferentes grupos sindicales dominantes en cada territorio; dando
entrada con ello a serias distorsiones, como lo es controlar puestos directivos
y de confianza por parte del sindicato; convirtiéndose así en juez y parte.
Da grima ver
el estado de ruinas y deterioro en que se encuentran buen número de centros
escolares. En algunas poblaciones no existen construcciones físicas, en otras
hay solo primeras etapas de edificación y en casi todas, muchas carencias
severas de mantenimiento, rehabilitación y equipamiento de todo tipo.
PD1. Con este
diagnóstico escueto, en la próxima entrega analizaré los que a mi juicio son
los pros y contras de las reformas educativas constitucionales ya aprobadas.
PD2. ¡Aguas!
El pueblo se está moviendo más rápidamente que las instituciones. ¡Escuchémoslo!
PD3. “Di la
verdad y échate a correr” Proverbio anglosajón.
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