Héctor Manuel Popoca Boone.
Va
solidariamente a mis compañeras y compañeros del plantón gubernamental: Si la
billetiza es poca, a los trabajadores les toca.
El 28 de septiembre de 1994, en la ciudad de México,
muere asesinado José Francisco Ruiz Massieu. Su crimen, junto con el de Luis
Donado Colosio, fueron los homicidios políticos más relevantes que estremecieron
los cimientos del PRI en las postrimerías del siglo XX. Ambos inmolados cada cual en su momento dentro
de la puja política por el poder presidencial. También fue distintivo que sus
vidas fueran truncadas por correligionarios priistas.
FRM fue un político de rápido ascenso: después de
dejar la gubernatura de Guerrero, se perfilaba como el líder de la cámara de
diputados federales. Escala temporal en su trayecto último a la anhelada silla presidencial.
Poseedor de una sobresaliente cultura jurídico-política, le permitió ser autor
de iniciativas legislativas de gran calado, que modernizaron casi todo el
andamiaje de leyes con el que se regía la gobernanza de Guerrero. Su inteligencia
rayaba en la brillantez, que era únicamente mellada por su egolatría,
autoritarismo, elitismo y perversidad; malas artes a las que acudía en forma
sofisticada para gobernar; incluso hizo uso de la represión, como pueden dar fe
los fundadores del PRD.
Según diversos jefes que encabezaron la Procuraduría General
de la República, en el asesinato de FRM hubo autores intelectuales y materiales
que intervinieron en la cadena de la maquinación fatal. Desde los sicarios
tamaulipecos, pasando por servidores públicos como Fernando Rodríguez Lozano, el
diputado federal, Manuel Muñoz Rocha, el teniente coronel, Chávez Ramírez;
Justo Ceja, secretario privado del Presidente de la República, hasta llegar a
la inclusión de varios miembros de la familia presidencial de aquel entonces. La
“verdad histórica” sostenida por la PGR era de que FRM “estorbaba el proyecto
salinista”
El desencadenamiento de los sucesos (lubricados con
millones de pesos) en torno a la ambición desmedida por el poder es digno de un
Thriller fílmico. De acuerdo a uno de
los expedientes de la PGR: Un sicario, Daniel Aguilar Treviño, da muerte en la
calle mediante disparo a bocajarro a FRM; una vez capturado el asesino, confiesa
que fue contratado por Fernando Rodríguez Lozano; una vez apresado también éste,
manifiesta que fue instruido por el diputado Muñoz Rocha.
Al día siguiente del día del crimen, el diputado Muñoz
Rocha desaparece no volviéndose a saber nada de él hasta la fecha. Salvo una
vez que vieron a una persona que se le asemejaba en San Antonio, Texas. El
diputado de marras era muy amigo de Raúl Salinas de Gortari, desde que eran
estudiantes universitarios.
Las investigaciones corrieron a manos de distintos titulares
de la PGR. El primer fiscal especial fue Mario, hermano de FRM, que las realizó
hasta que renunció después de no más de dos meses en funciones, declarando que
el crimen fue un complot de políticos priistas. Después, Mario tuvo que salir
del país al descubrírsele una cuenta de poco más de nueve millones de dólares
en EUA que, según él, eran de su hermano Francisco.
Después, en 1995, otro titular de la PGR, Antonio
Lozano Gracia, detiene a Raúl Salinas de Gortari, como presunto autor
intelectual según confesión de Fernando Rodríguez Lozano. El nuevo fiscal del
caso, Pablo Chapa Bezanilla, le agrega sabor al caldo cuando informa que en un
rancho, “El Encanto”, desenterraron de una fosa clandestina el cadáver (falso) de
Muñoz Rocha, el cual fue muerto con un bat
por Raúl Salinas en una casa de las Lomas de Chapultepec. Según versión de un
supuesto informante de la “médium” Francisca Zetina, alias La Paca. Nuevas autoridades de la PGR determinaron que todo eso fue
un montaje y una historia falsa.
El asesinato político de FRM marcó una severa descomposición
política del PRI en el contexto de pasiones, traiciones, avaricias, asesinatos,
encubrimientos y complicidades, en la disputa del poder por el poder mismo,
dentro del sistema político mexicano ahogado en la corrupción y la impunidad,
como estilo para gobernar. El PAN y luego el PRD fueron sus dilectos discípulos,
poco después.
PD1. Los 43, no se olvidan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario