Héctor Manuel Popoca Boone
Vivimos tiempos difíciles, plagados de nubarrones y no precisamente por
cercanía de aguaceros torrenciales. Son de tipo económico y pronostican que
vamos a tener serias dificultades para llevar dinero a nuestras familias.
Están subiendo los precios de los
productos y nuestros ingresos personales están estancados y cada vez nos
alcanza menos para comprar los productos básicos. Eso, en el mejor de los
casos, si es que no estamos desempleados o en la economía informal.
Nuestra economía está débil, debido a
varias causas: la primera es que el precio mundial del petróleo se desplomó,
como todos sabemos. Eso se tradujo en una perdida aproximada del 35% de los
ingresos del gobierno federal. Para suplir ese faltante de dólares, el gobierno
ha incrementado sus ingresos vía impuestos, pero no gravando más a los que más
tienen, sin persiguiendo, bajo el terrorismo fiscal, a los pequeños y medianos
contribuyentes que mantiene cautivos. O sea, de lo que se trata es que nadie de las capas medias y
bajas escape de pagar impuestos.
Para importar menos productos que ahora serán caros y exportar más cosas
que ahora serán baratas, la banca central está depreciando nuestro peso frente
al dólar. Antes costaba 11 pesos adquirir uno, ahora lo compramos a $17.15 La
gasolina que importamos ahora es más cara, por eso está subiendo constantemente
su precio. Y cuando sube la gasolina, pues ¡sube todo de precio! También ahora
importamos mercancías, refacciones y productos alimenticios más caros. El
consumismo de productos extranjeros bajará. Las exportaciones siguen estando limitadas porque la economía de Estados
Unidos, nuestro principal comprador, también permanece inerte.
De esta manera, los dólares y las mercancías se encarecen por caros. El
gobierno ante la baja de ingresos, imperativamente recorta el gasto público. Le
mete tijera. Se aprieta el cinturón y nos lo aprieta. Forzadamente se vuelve
austero. Eso quiere decir que habrá menos presupuesto en el 2016 para los
servicios públicos de salud, educación, obras públicas, programas de protección
social, entre otros.
Al recortar el gasto público, al dejar de hacer compras y realizar obras,
no habrá muchos contratos para las empresas privadas y estas empezaran a
despedir a sus empleados. Los trabajadores al no tener ingresos salariales,
dejaran de comprar productos y las empresas venderán menos, despidiendo personal o cerrando sus plantas; provocando
que la economía nacional quede
estancada.
No para ahí la cosa. Al gobierno no le alcanzan los recursos para seguir
funcionando, por lo que pide prestado y la deuda pública de nuestro país crece
desmesuradamente. Lo que trae como consecuencia que haya que pagar más
intereses causando mayores boquetes financieros que también causan adicionales
recortes al erario público. La inflación ya andaba en agosto del presente año
en el 4.12 por ciento anual.
Si a todo lo anterior, uno suma que nuestros gobiernos son medios corruptos
o corruptos y medio, donde se privilegia a los grandes negocios de unos cuantos
a costa de los ingresos posibles de muchos trabajadores, se genera mayor desigualdad
social. Se profundiza la opulencia de pocos y una gran miseria de muchos. Y
esa, es la puerta de los estallidos sociales o del crecimiento de la militancia
en la delincuencia.
Pero por si fuera poco, tenemos que la narco delincuencia y la impunidad,
cada vez más extendida y fuerte, burlan a
las autoridades, una y otra vez, tal y como aconteció con la
espectacular fuga del Chapo Guzmán.
Lo antes mencionado, nos lleva a decir que se están acumulando negros
nubarrones, peores que las tormentas Manuel o Ingrid juntas. Y cuando no
tengamos dinero para llevar comida a nuestros hogares, pues ¡Cuidado! ¡Sálvese
quien pueda!
PD1. Tristeza da ver a nuestro país y a nuestro pueblo regirse por unos
poderes gubernamentales estatales: ejecutivo, legislativo y judicial, que están
podridos hasta la medula. Atravesados por la delincuencia, la corrupción, la
ostentación y una impunidad creciente.
PD2.
Con el lento avance en la construcción del Macro-túnel de Acapulco. Sugiero
solicitarle asesoría al Chapo Guzmán,
lo más pronto posible.
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