Héctor Manuel Popoca Boone.
La noticia política de la semana, (aparte
de que seguimos inundados de violencia y crímenes a lo largo y ancho de
Guerrero, como producto histórico de la dejadez gubernamental y de la
corrupción e impunidad como práctica de gobierno), fue la denuncia de la compra
del voto de los diputados locales. Así lo afirma, aun cuando lo expresa de otra
forma y con palabras tersas y sin dar nombres, el diputado Sebastián de la Rosa.
Al renunciar a seguir siendo la cabeza dislocada de la fracción parlamentaria
del PRD y como protesta pública a esa deleznable práctica corruptora enraizada
en el congreso local que por lo demás no es nueva, para vergüenza de la clase política
guerrerense.
Vino a visibilizar, de nueva cuenta, la corrupción
que anida en el recinto parlamentario de muchos años atrás y que fue sacada por
primera vez a la luz pública, valientemente, por la entonces diputada Gloria
Sierra al aseverar que 200 mil pesos aparecieron súbitamente en su cuenta
bancaria, días antes de una votación de interés del gobernador del Estado de
aquel entonces. En Guerrero, el esfuerzo físico humano mejor pagado es sin
lugar a dudas el que realizan los diputados locales al levantar la mano, el dedo
o tan solo abstenerse o ausentarse a la hora de una votación crucial para aprobar
alguna iniciativa acorde a los propósitos del gobernante, como dice mi amigo
Federico Sariñana. No en balde en las encuestas ciudadanas nacionales, siempre el
mayor índice de desprestigio lo sacan los diputados y los policías.
El diputado Sebastián de la Rosa con
palabras medio crípticas da a entender que el actual gobernador compró votos de
diputados para lograr la mayoría calificada en la designación del Presidente
del Tribunal Superior de Justicia y del Fiscal General Estatal. O sea, se echó
mano de la corrupción para aprobar el nombramiento de ¡los responsables de la
procuración y la administración de justicia en Guerrero! No terminan de
entender las autoridades gubernamentales que nunca se acabará la inseguridad pública,
ni disminuirán las violencias ni la delincuencia generalizada al seguir siendo
engendros de la corrupción y la impunidad institucional que practican
cínicamente.
Es de todos sabido que algunos policías y
jueces ponen la justicia y la ley al mejor postor. Ahora hay que agregar que
ciertos diputados son los que ponen su voto legislativo al mejor comprador.
Añadamos este tipo de corrupción al catálogo de usos y abusos de cómo se dan,
desde el gobierno estatal, la manipulación de las abultadas nóminas de personal
de algunas secretarías, las adquisiciones de insumos y materiales y la
asignación de la obra pública, a quien ofrezca el mayor moche. En el más
reciente Índice de Percepción de la Corrupción elaborado por Transparencia
Internacional, México obtuvo una puntuación de 35 sobre 100. Con la corrupción
de buena parte de los legisladores locales reafirmamos la fama que tiene
Guerrero de ser uno de los estados más corruptos de la República. Para
vergüenzas, no paramos.
Hoy por hoy, temerariamente digo que los
tres poderes gubernamentales se han convertido en tres de los principales
burdeles institucionales con que cuenta estas tierras del sur para prostituir
consciencias y voluntades. ¿Con qué autoridad moral invocan públicamente ante
el pueblo la vigencia de un Estado de Derecho, cuando ellos mismos siempre están
operando en un Estado de chueco? Lo más lastimoso es que estos políticos
corruptos de toda ralea, están dispuestos a vender su propia consciencia, cosa
peor que la venta del cuerpo que por hambre hacen la mayoría de mis amigas del
oficio. La desgracia de Guerrero es que lo han gobernado mal de tiempo atrás; y
lo siguen haciendo ahora.
PD1. Hay honrosas excepciones en los
diputados que no se han dejado corromper, pero los únicos que como grupo
partidario han permanecido ajenos a la compra-venta del voto legislativo han
sido los de Movimiento Ciudadano y Morena.
PD2. “Para que una República pueda hacer
grandes cosas, el poder central necesita una mayoría parlamentaria invariable.
Lo malo es que tiene que adquirirla a través de la corrupción, gusano roedor de
las naciones, arma terrible en manos del poder central…” Napoleón Bonaparte.
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