Héctor Manuel Popoca
Boone.
“Crucificarlo fue lo
menos que pudieron haberle hecho a Jesucristo”. Lapidaria frase dicha por un
profesor de historia universal, cuando cursaba yo el primer año de
preparatoria. ¡Y cómo si no!, exclamaba el docente. Era una época donde el
esclavismo era el sistema político, social y económico que dominaba el vasto
Imperio Romano. Un hombre que dijera que “todos los hombres somos iguales, …”,
contravenía y subvertía todo el orden establecido de subyugación humana,
ubicándose el pregonero como un agitador social, merecedor de castigo grande,
como el que le infligieron, años atrás, a Espartaco, cuando encabezó la más
grande rebelión de más de tres mil esclavos que hubo en dicho Imperio. Sus
huestes fueron finalmente derrotadas por las legiones romanas y los que
quedaron vivos, los crucificaron como escarmiento, a todo lo largo de la Vía Apia,
principal entrada a la ciudad imperial de Roma.
Jesucristo, como hombre y
reformador social, siempre me llamó la atención. Miembro destacado de la
pléyade de libertadores sociales que han labrado para bien y con buril fino la
historia de la humanidad. Por pregonar sus ideales y convicciones, sacrificó
familia, patrimonio, confort, felicidad personal, incluyendo su propia
existencia terrenal.
La búsqueda de la fraternidad
humana la sintetizó en bellas e imperecederas frases: “Amaos los unos a los
otros”. “Traten a los demás como ustedes quisieran ser tratados.” Eran peligrosas
expresiones para decirlas públicamente en circunstancias de discriminación y
opresión social. Por eso lo tacharon de loco. Sus afanes de transformación
social fueron trascendidos para siempre. Los vituperios vertidos a su persona
en su época, no lo amilanaron para proseguir su prédica, con la valía de
aquellos que hacen lo que dicen.
Episodio insólito e
interesante de su vida fue el encuentro con María Magdalena. Ella se había
declarado su fiel seguidora. Eso provocó el repudio aireado de los que lo acompañaban
disponiéndose todos a apedrearla, al ser la meretriz más renombrada y de mayor
escándalo de toda Galilea. El hombre de Nazaret les espetó de inmediato: “Aquel
que esté libre de toda culpa, que arroje la primera piedra” Frase que no pierde
vigencia como repudio a la hipocresía e incongruencia consubstanciales a muchos
de los llamados “doble cara” de todos los tiempos. Sobre todo, aquellos que
tienen poder y riqueza. La carencia de autoridad moral para criticar que poseen
algunos, la señala cuando expresa: “Porqué te fijas en la paja que está en el
ojo de tu hermano y no adviertes la viga que está en el tuyo”
Como ser humano expresa y
afronta su propio miedo, al saber que la muerte rondaba ya su persona;
diciéndose que, si era menester tomar de ese doloroso cáliz para sostener su
causa y motivo de vida, lo haría sobreponiéndose a la angustia que empezaba a
embargarlo. No le pasó desapercibida la ingratitud, el engaño y la traición,
que envilece a la naturaleza humana y cuya práctica es contumaz. Sabedor, con
dolor infinito, que uno de sus seguidores lo iba a delatar (Judas) por estar ya
satanizado, le dice: “Lo que tengas que hacer, hazlo pronto”
Conoció la soledad que
trae aparejada el infortunio. Su más apreciado seguidor, Pedro, lo desconoció
reiteradamente cuando lo apresaron. Los demás discípulos pusieron pies en
polvorosa, a excepción del joven Juan. Permaneció con él hasta que falleció en
la cruz. Al pie de ésta, quedaron postradas su madre María, y María Magdalena,
la amada inmortal. Total, de doce apóstoles, solo permaneció uno a la hora de
la desgracia.
La verdad siempre será
revolucionaria. Así versa una consigna revolucionaria contemporánea. Jesucristo
la afirmó en aquel entonces: “Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”
Si él volviera a vivir, nos haría decir juntos, a propósito de los 43 jóvenes
normalistas desaparecidos forzadamente en Iguala: “No hay nada escondido que no
sea revelado y no hay nada oculto que quede sin ser descubierto” Amén.
PD. La formal reelección
inmediata de autoridades en la Uagro es la culminación del tránsito penoso y
tortuoso de la Universidad-Pueblo a la Universidad-Partido, que hoy, sin
tapujos, tiene alianza política estratégica con el PRI. ¡Uf!
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