domingo, 10 de abril de 2016

Los gobernantes y las drogas (2)

Héctor Manuel Popoca Boone.

Al otro lado del mundo, las economías de Turquía, Afganistán, Pakistán y la India se convirtieron en narco-economías porque han sostenido su crecimiento en la exportación de drogas con las que surten los mercados europeos, con tolerancia gubernamental y apoyados por la Central de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA). Si bien es cierto que amplias franjas de sus poblaciones rurales aún están en la pobreza, ya no se ubican en la miseria o con altos niveles de hambruna, gracias a los ingresos económicos que reciben anualmente de los sembradíos de estupefacientes. Sin que nadie los ose molestar.

Fue en el comercio internacional de la cocaína, también auspiciado subrepticiamente por la CIA, donde se obtuvieron los dineros para financiar la contra revolución sandinista en Nicaragua; fortaleciendo también a los “contras” y paramilitares inhibidores de las luchas libertarias de San Salvador.

En el recién pasado, en México, la DEA (Agencia contra las drogas del gobierno de Estados Unidos) se hizo de la vista gorda en el trafique transfronterizo de cocaína, goma de amapola y mariguana. Bajo el pretexto de seguir la pista sangrienta que cada uno de los cárteles mexicanos iba dejando con la importación de armas de grueso calibre, fichadas previamente, que fueron utilizadas para causar mortandad grande de jóvenes, que nunca merecieron morir “rafagueados”.

Una importante reflexión sobré las drogas también la hice a raíz del schock traumático que sufrieron muchos de mis compañeros universitarios después de la masacre del movimiento estudiantil en Tlatelolco, el 2 de octubre de 1968. Muchachos y muchachas activistas que eran brillantes estudiantes se refugiaron en la onda hippie, conviviendo de tiempo completo en “Las Islas”, en el campus de la UNAM, cantando canciones de Bob Dylan, Joan Baez o escuchando a Los Doors; elaborando collares y brazaletes en un ámbito de “amor y paz”, bajo los efectos sedantes de los “carrujos” que circulaban al por mayor.

Al gobierno de Díaz Ordaz y subsecuentes, les convenía tener y fomentar una juventud bien “pacheca” y alcoholizada y no contestataria o estudiosa de las injusticias sociales que padecía nuestro país. Así fue que, los principales proveedores de la hierba en el campus universitario eran ¡agentes judiciales! metidos al negocio del narco menudeo para complementar sus ingresos económicos.

Poderoso caballero sigue siendo Don Dinero en el mundo de las drogas en nuestro país. Tanto para enriquecimiento personal, como para el control de territorios y para el financiamiento de campañas electorales. Así, cobra auge la colusión de políticos, gobernantes y cárteles para dar vida a la muy vigente narco-política. Casos emblemáticos de ese fenómeno han sido el ex gobernador del Estado de Quintana Roo, Mario Villanueva Madrid; el jefe del Instituto Nacional para el Combate contra las Drogas, el General Jesús Gutiérrez Rebollo o José A. Zorrilla Pérez, jefe de la tenebrosa extinta Dirección Federal de Seguridad. Ellos fueron encarcelados solamente cuando se pasaron de la raya.

En la actualidad, el narco-gobierno mexicano es conocido mundialmente a raíz de la barbarie cometida en Iguala, el 26-27 de septiembre del 2014. A la fecha, los gobiernos, federal y estatal, siguen negándose a reconocer su responsabilidad al menos en el ámbito de la omisión, de la mentira y del silencio deliberado.

El resultado de este tipo de contubernios ilícitos es la pérdida creciente de gobernabilidad y de gobernanza en México y en Guerrero en lo particular. Importantes segmentos de la estructura gubernamental, sobre todo aquellos relacionados con los cuerpos policíacos preventivos, son cedidos por los gobernantes a los capos de las drogas, como pago de facturas de financiamiento ilícito de campañas políticas y para la compra masiva de votos de los electores.

PD. Con motivo del tercer informe de labores del rector, se llevaron a cabo durante tres días festividades artísticas y florales patrocinadas por la Universidad Autónoma de Guerrero. ¡Loa y larga vida a la flamante universidad-partido y a su inquebrantable alianza estratégica con el PRI!


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