Héctor Manuel Popoca Boone.
Las declaraciones del diputado, Sebastián de la Rosa,
ante una comisión interna del PRD que investiga el grado de involucramiento que
tuvo dicho partido en la barbarie de Iguala acaecida hace dos años, fueron
francas y valientes. Dijo que la guía motivacional de los principales
dirigentes del PRD estatal para haber seleccionado a Arturo Abarca como
candidato del PRD a la presidencia municipal fue que les garantizaba un buen
número de votos al partido. Lo hicieron sin importar sus antecedentes de comportamiento
ciudadano o político, como tampoco algún grado de afinidad con la ideología o
principios que enarbola ese partido.
Poco importaba los propósitos últimos que Abarca y su
señora persiguieran, de llegar a triunfar y lograr gobernar el municipio de
Iguala. Lo que les interesaba a los dirigentes del PRD fueron las conveniencias
de lograr el mayor número de votos, así sea el que fue poco después el atroz
asesino de uno de sus correligionarios. Eso es hacer política con pragmatismo y
sin escrúpulos. Y esa fue la perdición del PRD en Guerrero.
Otro factor de riesgo en la selección de candidatos
(as) hampones en cualquier partido político es la puesta en venta de las
candidaturas municipales o distritales y otorgárselas a los mejores postores,
potestad por la cual los dirigentes grupales del partido obtienen jugosos
dividendos económicos. O bien sea que los capitostes se reparten entre sí la
designación de los candidatos (as) en los diversos municipios.
En México, con un sistema económico de mercadeo, donde
se compran y venden las mercancías, servicios y actividades humanas, parte del
voto ciudadano, en los procesos de democracia electoral, termina por ser
mercantilizado, es decir, es otorgado al mejor postor. Sobre todo, en las zonas
y regiones más depauperadas del país, localizadas principalmente en los estados
del sur-sureste. En Guerrero, el voto se estuvo comprando entre 300 a 500 pesos
o su equivalente en tarjetas de plástico u otro tipo de dádivas en las
elecciones del 2015.
La compra del voto requiere de fuertes cantidades de
dinero, que rebasan en mucho los topes permitidos por la ley para las campañas
políticas. Subrepticiamente ciertos políticos y sus partidos acuden a
financiamientos ilícitos provenientes de tres fuentes: el erario público, el de
los empresarios de gran solvencia económica y los provenientes de la
delincuencia organizada. Las dos primeras ya gozaban de raigambre en nuestro sistema
electoral, pero de unos quince años a la fecha cobró inusitada presencia y
fuerza la tercera opción que dio origen a la narco-política.
Dichos financiamientos tras bambalinas no son a fondo
perdido. De ganar, los candidatos corruptos se comprometen a poner el poder y
el gobierno al servicio de quienes los financiaron. Pagan de esa forma las
facturas contraídas en las campañas políticas. De lo que se concluye que
nuestra democracia está impregnada de mucha corrupción, impunidad, simulación,
falsedad e hipocresía política.
Los ideales, principios y valores han pasado a segundo
plano o al baúl del olvido para una buena parte de la clase política mexicana.
Hemos vaciado la política de cualquier espíritu y empeño de transformación
social para la superación del individuo, para el bienestar colectivo, así como
para la fortaleza y resguardo de la soberanía nacional.
La falta de escrúpulos, la transa, la mentira, el
soborno, la ilegalidad e impunidad semi-disfrazada, así como la carencia de
ideología y sentido patriótico son los instrumentos para la obtención de votos
a como dé lugar, usados por la mayoría de los políticos mexicanos para
conquistar el poder, cuyo ejercicio siempre tendrá como sello distintivo la
mediocridad.
PD. Según el Auditor Superior de la
Federación, la mayoría de los gobiernos estatales y municipales en México
tienen, en diferente grado, los siguientes vicios: desorden financiero y gasto
superfluo que los obliga a endeudarse, desviación de recursos presupuestales,
posponer para el futuro la solución de problemas sociales álcidos, gobernar con
ineficiencia e ineptitud y con franca corrupción e impunidad. Hoy el pueblo
paga los platos rotos de sus malos gobernantes.
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