Héctor Manuel Popoca Boone.
La discusión social en torno a la cuantía de la
deuda pública del ayuntamiento de Acapulco constata el vicio existente de
manejar el erario público en forma poco transparente, sin rendición de cuentas
y de resultados, para infortunio de la ciudadanía porteña.
En esta guerra de cifras entre el presidente municipal
en funciones y los gobernantes municipales de los trienios administrativos próximos
anteriores, aflora la poca o mucha estima que les merece el pueblo; en cuanto a
proporcionar la suficiente información, veraz, transparente y de fácil acceso
para el conocimiento pormenorizado de las obras y acciones realizadas a favor
del pueblo. Ejemplo de eso es la escalada de confusión y orgía en cuanto al
número de obras y acciones realizadas en cada trienio: mil quinientas, dos mil,
tres mil quinientas, …
Llama la atención el tercer desplegado periodístico,
publicado y rubricado por el ex presidente municipal Luís Walton y el que fue
su Síndico Administrativo, Armando Tapia. Otros dos anteriores fueron el de
Evodio Velázquez y el de Manuel Añorve. Los tres giran en torno al estado de la
deuda pública que recibieron de su antecesor y dejaron al predecesor, excepto
el de Evodio que todavía está en funciones.
Walton y Tapia, hacen del conocimiento público que
el monto de la deuda pública municipal histórica, entregada, documentada y
firmada, para su registro ante la Auditoria General del Estado, fechada el 1º
de septiembre del 2015, ascendía a 1 231.9 millones de pesos. Tres meses
después, por motivo del término del año fiscal, Evodio Velázquez reporta que
fue por un monto de 1 461.2 millones de pesos. De lo que se deriva que el
actual presidente municipal de Acapulco incrementó la deuda pública en una
cantidad de 232.2 millones de pesos, en el último trimestre del 2015, donde ya
le toco administrar la comuna. ¡Cientos de millones de pesos de los cuales
nunca informó nada a nadie en qué carajos se los gastó! De la autorización de
esa deuda tampoco hizo mención alguna en su primer informe de gobierno.
Cae por tierra también la versión reiterada por
Evodio de que Walton le dejó una deuda pública de 2 591.2 millones de pesos,
cuando de su puño y letra firmó el acta de entrega donde queda estipulado que
la recibía en 1 461.2 millones de pesos. O sea; es todo un margayate el cómo
lleva la contabilidad gubernamental el actual gobernante de Acapulco. Eso y la
opacidad con que la aplica, da pie a una conjetura fuerte en el sentido de que
hoy en el ayuntamiento priva despilfarro y corrupción, con la consabida
impunidad.
Refuerza lo anterior el dato de Walton y Tapia que
dan a conocer sobre el dinero dejado a Evodio en depósitos bancarios, de
disposición inmediata, para apoyar su arranque de gobierno por una cantidad de
¡506 millones de pesos! Verdaderamente hay poco respeto y mucho menosprecio al
derecho que la ciudadanía tiene de saber sobre el manejo del erario público del
municipio más importante, y a la vez más violento y delincuencial del estado de
Guerrero. Olvidan los políticos que es dinero del pueblo y no de su patrimonio
personal para su disposición libertina.
Ante la inoperancia de la Auditoría General del
Estado frente a esta parodia financiera que tiene sumidas las finanzas de
Acapulco en una grande quiebra financiera, pertinente es llevar a cabo la
propuesta de Walton y Tapia para que se realice, por un despacho contable
reputado por su gran probidad, una revisión exhaustiva de la cuenta pública del
ayuntamiento porteño, desde su génesis hasta la cantidad impagable en la que
hoy se tiene y se apliquen las responsabilidades en cada caso.
En fin, que las grandes deducciones empiezan en el
momento que vamos atando cabos. ¿O no?
PD. Por las desmedidas e inescrupulosas ambiciones
personales que en los partidos políticos se incuban y confrontan, pronto estas
organizaciones quedan convertidas en nido de víboras y crisol de perversidades.
Los golpes bajos que se dan cobardemente a trasmano y la cortesanía vil que
practican sus militantes los anulan como verdaderas opciones para salir del
estercolero en que han metido a México, a Guerrero y a Acapulco en particular.
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