Héctor
Manuel Popoca Boone.
Entrar
a la democracia mexicana mercantilizada, requiere llegar repleto de talegas; de
lo contrario es poco lo que se puede hacer. Se necesita un verdadero billetal, para sufragar todos los gastos
que de la campaña electoral se derivan. A la mayoría de los políticos y sus
partidos no les basta la vastedad de dinero que del presupuesto público les dan
anualmente para su funcionamiento legal, más el adicional que reciben para sus
campañas electorales. Necesitan mucho dinero más.
Veamos
un caso de sustracción ilegal en el Estado de México. De acuerdo a un convenio
firmado en 1992 con una compañía contratista, esta se obligaba a construir la
Autopista Chamapa-Lechería. En dicho convenio el gobierno estatal no tenía
derecho a reclamar su parte aportante de 50 millones de pesos. Enrique Peña
Nieto, a la sazón gobernador del Estado, los requiere a la Federación sin mayor
resultado. Pero años después en 2013, cuando llega a la Presidencia de la
República, instruye resarcirles ¡3 mil 566 millones de pesos! Monto que nadie
supo donde quedó y sin mayor registro alguno en la Secretaría de Hacienda. Al
no comprobarse su destino se supuso que se canalizó al financiamiento de campañas
de los candidatos del Grupo Atlacomulco del PRI. (B. Barranco, et al)
Otro
botón de muestra es “Odebrecht”. Constructora brasileña de resonancia mundial por
sobornar a altas autoridades de gobiernos de varios países. Ha confesado ante tribunales
que, en el caso de México, entregó sobornos por un monto de 3.1 millones de
dólares al mexicano, Emilio Lozoya Austin, que era parte integrante del equipo
de campaña del candidato presidencial, Enrique Peña Nieto, poco después fue
nombrado Director General de PEMEX. Como dice el periodista Eduardo R. Huchim,
“Si no fueron destinados a la campaña presidencial,… ¿A dónde fueron a parar
los millones de dólares entregados por “Odebrecht” en abril-junio de 2012?”
Mencionemos
también “La Gran Estafa Maestra”: Rosario Aguirre Berlanga, integrante del
gabinete de trabajo de Peña Nieto, fue la encargada del desparrame de ¡420
millones de dólares! a través de 11 dependencias gubernamentales a 8
universidades públicas de la República, con el compromiso de dispersarlos a
diferentes “despachos fantasmas” que se encargarían de realizar supuestos
trabajos; todos, quedándose con su respectiva mochada. Sin saber a ciencia
cierta cuál fue el destino del entero principal; la vox populi dio por asentado que eran para las campañas electorales
del PRI.
También
los ayuntamientos mexiquenses tuvieron su papel destacado en el financiamiento
de dinero ilícito a las campañas políticas del 2017. En dichas elecciones -que
José Antonio Meade ha tomado como ejemplo a seguir- quedó documentada la
transferencia de recursos federales del municipio de Cuautitlán-Izcalli hacia
empresas fantasmas quienes finalmente se los dieron a operadores políticos del
PRI, por un monto de 50 millones de pesos; mismos que fueron asignados para aceitar
la estructura electoral y la compra del voto por el PRI en el ámbito municipal.
Ante la denuncia fundamentada del caso, las instancias electorales federales y
locales guardaron mutis de complicidad.
Falta
señalar dos grandes soportes clandestinos a campañas políticas. Las realizadas
por un grupo pequeño de grandes empresarios inescrupulosos que dan sustanciales
aportaciones al temer que les vayan a quitar sus suculentas concesiones,
negocios y canonjías económicas. (Los de la mafia en el poder o minorías
rapaces). Y el financiamiento recibido por “mis amigos, los organizados” que
por ser grupos muy versátiles y plásticos, a veces entrelazados con políticos y
autoridades altamente ubicuos, actúan bajo la consigna: “Plata o plomo”.
PD1.
El próximo jueves 17 de mayo, en San Marcos, Gro., el candidato presidencial,
Andrés Manuel López Obrador, firmará los compromisos específicos para el rescate
del campo, con las organizaciones del Movimiento Plan de Ayala Siglo XXI del
Estado de Guerrero.
PD2.
No es AMLO el que arrasará al PRI y al PAN, el 1° de julio próximo. Es el
hartazgo ciudadano, ante tanto saqueo que han hecho de la nación. Es el pueblo
que dice: “Ya váyanse”
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