A la memoria de Don Alejandro Cervantes Delgado. Como
él, ninguno mejor.
Héctor Manuel Popoca Boone.
A inicios del 2013, el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, dio
inicio a la estrategia denominada, “Cruzada Nacional contra el Hambre”, que, en
su primer año, pretendía atender a 7.4 millones de mexicanos que padecían
pobreza y desnutrición extrema en 400 municipios del país. El gobierno federal tomó en Guerrero, como casos prototipos de arranque
nacional, un municipio rural (Mártir de Cuilapan-Apango) y una colonia sub-urbana
del municipio de Acapulco (Simón Bolívar).
La estrategia implicaba
un giro estructural en el combate a la pobreza. Intervendrían los gobiernos,
federal, estatal y municipal, a la par que las comunidades; conjuntando y
conjugando esfuerzos para garantizar salud, educación, vivienda, una mejor
economía y servicios públicos básicos eficientes como caminos, calles, agua,
luz, drenaje, entre otros. Inclusión y bienestar social, fue la consigna de la
cruzada. Se pretendía elevar la calidad de vida de quienes nunca la han tenido aceptable
y que son, hasta la fecha, decenas de millones de mexicanos.
La cruzada estuvo
dirigida por la SEDESOL federal. Era una política pública de
“corresponsabilidad y de coordinación interinstitucional”, la cual no sólo
buscaba erradicar el hambre, sino las circunstancias que la rodean. Otros
componentes de la misma eran fortalecer las capacidades productivas locales
junto con la acción comunitaria; es decir, que los beneficiarios fueran no sólo
sujetos pasivos, sino activos para lograr el progreso sustancial de sus familias
y hábitats.
Los objetivos eran
lograr la meta “hambre cero”; eliminar la desnutrición infantil aguda, con
mejores alimentos, cocinas y comedores comunitarios; diversificar los mecanismos
de abasto popular; incrementar empleos y microcréditos; aumentar las
capacidades productivas de los productores y trabajadores, capacitar y apoyar a
jóvenes emprendedores y amainar la grande desigualdad social.
La estrategia sexenal
duró solo un año. Fue fallida, onerosa y tronchada. Careció de suficiente
información y transparencia; se estima que en el año inicial se invirtieron
alrededor de 110 millones de pesos en las dos comunidades piloto, con
resultados intrascendentales.
Analizando este fracaso gubernamental con el
maestro en ciencias territoriales de la UAGRO, Iván Sánchez Ignacio, coincidíamos
en las siguientes causas: Falta de coordinación interinstitucional; ausencia de
un plan territorial que guiara las acciones y recursos, lo que ocasionó que
cada dependencia anduviera por su lado, aplicando sus tradicionales programas,
con reglas de operación engorrosas e inflexibles; ausencia de la participación
social en el diseño, gestión, operación y evaluación de la estrategia; lo que
condujo a una falta de continuidad multianual. Después del año inicial, los
programas y proyectos entraron en la etapa del abandono acelerado y disminución
de la participación comunitaria.
Fueron también causa
de la ineptitud institucional, la falta de capacidad de los gobiernos, estatal
y municipal, de hacer suya la estrategia; desconociendo la información básica de
las comunidades seleccionadas y la carencia de acompañamiento técnico a los
proyectos productivos que las instituciones impusieron unilateralmente,
Conclusión: la
Cruzada contra el hambre, resultó una añagaza que solo hizo ricos a unos
cuantos vivales, con una gran cantidad proyectos fracasados. Mientras tanto, los
gobernantes y servidores públicos siguen cruzados de brazos ante el hambre de
los pueblos de Guerrero.
PD1. Una faceta del ejercicio de la política es llegar
a acuerdos entre las partes, siempre y cuando no se traicionen los principios y
valores ideológicos que sustentan cada cual. Lo contrario es pura tranza
tracalera, realizada en lo oscurito.
PD2. Mañana domingo, en el Centro Cultural, Antonio
Villela, de Ciudad Altamirano, se efectuará la reunión del Movimiento Nacional
Campesino Siglo XXI-Guerrero, en la región Tierra Caliente. A las diez de la
mañana. Allá estaremos.
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