Héctor Manuel Popoca Boone.
Uno de los principios rectores y
transversales de la propuesta de Plan Nacional de Desarrollo, entregado a la
Cámara de Diputados para su aprobación por el actual Presidente de la República
es: “No dejar a nadie atrás, no dejar a nadie fuera”. Tiene como propósito
permear y tamizar, programas y acciones gubernamentales, tanto urbanos como
rurales para verdaderamente disminuir el eterno problema histórico de la
discriminación y la exclusión social por carencias materiales, entre otras más.
Desde la época prehispánica, los
habitantes de los territorios, hoy nacionales, conocieron tales subyugaciones a
manos del dominio azteca; después, todos los pueblos indígenas y criollos
padecieron el yugo hispano, donde fueron tratados como habitantes de segunda y
tercera clase. Tampoco en la época de la independencia nacional, ni en el período
de la Reforma o de la Revolución Mexicana de 1910 tuvimos los mexicanos, en la
vida cotidiana y en el transcurrir de los años, la oportunidad de erradicar, en
forma sustantiva, esas formas de relaciones humanas que son insostenibles y
vulnerables. La explotación, discriminación y exclusión humana por sus mismos congéneres
es un sello indeleble y constante en nuestro devenir nacional.
Históricamente, la acumulación de
bienes materiales y su posesión es la principal razón de ser y hace la
diferencia en términos mundiales; y produce rezago a los integrantes de un
grupo, una sociedad o entre países; fenómeno que se da en cualquiera parte de
mundo donde exista intercambio de productos u otro tipo de valores mercantilizados
acumulables; y esa diferencia que marca lo económico se agudiza según sea la
ubicación, raza, piel, lengua o creencia, entre otras especificidades.
En México, significativos grupos
de pueblos indígenas tanto en sus comunidades de origen como en las zonas
suburbanas paupérrimas que habitan, son los que padecen aguda discriminación,
acentuada desigualdad y son los pobres dentro de los pobres; situación que ha sido
causal histórica de cíclicas explosiones sociales.
Derivado de los anterior, se
inscribe otro propósito presidencial: “Por el bien de todos, primero los
pobres”. Es de primer orden en el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2025. Debido
a que buena parte de los pobres -y dentro de éstos, los pueblos indígenas-
merecen mayor atención de la que se les ha dado a lo largo de la historia. Es
muy amplia la brecha socioeconómica de la pobreza entre la ciudad y el campo; y
en lo rural, la brecha se agudiza entre los indígenas y demás pobladores
rurales.
Los motivos
de la pobreza en los hogares rurales, por tanto, es la carencia de ingresos y
el bajo desarrollo del capital humano, causas fuertemente interrelacionadas con
la actividad extractiva minera, agropecuaria y artesanal; ya que las familias
rurales se encuentran dentro de un círculo de pobreza: los bajos ingresos no
les permiten acceder a los servicios de salud, educación, capacitación y
alimentación, generando con ello permanentes insuficiencias monetarias;
trayendo como resultante baja productividad, baja producción y, por lo tanto,
una baja retribución del esfuerzo aportado que perpetúa el círculo de la
pobreza en el campo.
El círculo de
la prosperidad rural está focalizado en unos cuantos empresarios agropecuarios,
mientras que la pobreza está ubicada en una gran mayoría de productores
rurales. Tenemos un reducido segmento de unidades productivas prósperas, de
buena productividad y competitividad en los mercados y un amplio número de
unidades productivas pequeñas sin articulación entre sí, estancadas
prácticamente en el autoconsumo o están en el abandono total. Se presenta, por
tanto, una profunda dualidad productiva que marca su asimetría económica a
nivel nacional: es acentuada la inequidad en la retribución del esfuerzo
productivo en el sur-sureste del país.
En el sexenio que terminó había
demasiados programas institucionales, exceso de gestión interesada y una
robusta burocracia central, que tuvieron en la realidad sus propios objetivos, beneficiarios
y reglas de operación lo que provocaba que en algunos casos se duplicaran
esfuerzos y beneficiarios, incluso se contraponían estrategias y objetivos
específicos.
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