Héctor Manuel Popoca
Boone.
Esta
fase de la pandemia conlleva auto confinamiento domiciliario y, por ende, mayor
precarización de la economía familiar; como consecuencia de la falta de empleos,
ya sea formales o informales. Es decir, sin ingresos económicos para subsistir
debido al cierre progresivo de micro, pequeñas y medianas empresas, por escasez
de ventas de productos y servicios. Estamos presenciando deterioros graves en
la salud por el señorío del virus y de la pobreza social con hambruna
generalizada por desempleo pleno.
Al no haber ingresos privados, los gobiernos
tendrán pérdida en las recaudaciones de toda naturaleza. Pronto los veremos insolventes.
Todo eso es un círculo vicioso que es, a la vez, gran caldo de cultivo para delincuencias
y corrupciones de toda índole, públicas y privadas; realizadas bajo el manto
protector de la impunidad. Los vivales de siempre de cuello blanco aprovecharan
el pasmo y el desconcierto social para hacer de las suyas.
En
Guerrero, los que más estragos económicos padecerán serán familias pobres
localizadas en la Montaña y Sierra; en las ciudades, ahí donde están los
cinturones de miseria y colonias lumpen, principalmente Acapulco, Zihuatanejo, Chilpancingo,
Taxco, Tlapa, Iguala, entre otras. La economía de Guerrero se sostiene fundamentalmente
del turismo, de las remesas enviadas allende el río bravo y de la agricultura, así
como de servicios y comercio en general, que hoy se encuentran paralizados.
No
estamos preparados para reactivar por nosotros mismos la economía estatal a
corto plazo; ni enderezar a los gobiernos, estatal y municipales, para
enfrentar -con menores vicios y corrupciones- los escenarios de hambre y
pobreza. A eso, hay que agregarle la voraz y sempiterna extracción y explotación
de los recursos naturales y humanos.
La
salvación de los de abajo estriba en reinventar y fortalecer una economía de
mercado socialmente regulada por el Estado. Que le garantice a la mayoría de
las familias guerrerenses el acceso permanente a una canasta básica de
alimentos populares, durante un buen período de tiempo, quizás de dos años o
más. No estoy proponiendo tan solo despensas que son útiles para el momento
crítico, pero no tanto para sostener la humana energía requerida en la
rehabilitación de nuestra poco diversifica economía, hoy severamente retraída.
El
Estado Mexicano debe de liderar el combate a la brutal desigualdad e inequidad social
como nunca lo había hecho antes: de forma permanente y consistente. A guisa de
ejemplo: innovando el crédito al consumo familiar para la adquisición de la
canasta básica de alimentos. Aquí sugerimos hacer uso inmediato de los recursos
públicos federales transferidos al estado y a los municipios del ramo 33;
reorientándolos a establecer el crédito al consumo. Hacer menos obra pública no
prioritaria y crear un fondo económico inicial revolvente para el programa
mencionado.
Para
que sea permanente, debe de ser bajo la modalidad de crédito sin intereses,
pagadero a mediano plazo con reembolso en efectivo o con mano de obra. El expediente
de los sujetos de crédito lo integrarían en forma conjunta los ayuntamientos,
el gobierno del estado y la Secretaria del Bienestar, sin mayor burocratismo o
clientelismo político.
Los
ayuntamientos podrían usar los recursos federales del mencionado ramo, que en este
año ascienden a 6,685 millones de pesos, distribuidos ponderadamente entre 81
municipios; esto, siempre y cuando se flexibilicen las reglas operación vigentes;
la laxitud queda fundamentada en la emergencia nacional decretada.
Las
unidades institucionales responsables serían: a) el gobierno federal, a través
de la Secretaría del Bienestar (para la autorización del uso de los recursos
del ramo 33 y Segalmex, en la adquisición de los productos de la canasta y su
distribución estratégica. b) el gobierno estatal participaría en la
coordinación general del programa, aportando también parte de sus recursos del
ramo 33. c) los ayuntamientos tendrían la coordinación general del programa en
sus territorios.
Recomendable
es la existencia de una contraloría social, honesta y comprometida. Porque en
la actualidad, dentro de la emergencia nacional de salud, importa más paliar el
hambre del pueblo y dejar por el momento la realización de obra pública no
esencial.
PD1.
Sólo espero que las autoridades correspondientes no empiecen a maquillar las
estadísticas de la pandemia en Guerrero.
PD2.
Vale la pena establecer los comedores comunitarios administrados por el
ejército y la marina. Evitan clientelismo político, garantizan puntualidad, orden
y limpieza sanitaria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario