Héctor Manuel Popoca Boone.
Solo basta un virus para derrumbar los imperios. Sólo
basta un microbio para derrumbar al futuro. (Sergio Huidrobo)
La literatura de ciencia-ficción ha cedido su lugar a la reflexión y a la narrativa
de esta cruda realidad en que estamos inmersos. El Coronavirus Covid-19 es el
acontecimiento inédito, terrible, global e impactante del siglo XXI, hasta
ahora. Está por encima de las guerras de narcos y las de baja intensidad con
las que en forma permanente se auto liquidan los seres humanos. La vocación innata
de auto extinguirse es inacabable e inmensurable. No en balde el hombre “está
hecho de barro; de polvo, pues”
No acabamos de entender que nuestra vida ordinaria debe cambiar a partir de
circunstancias extraordinarias extremas, como las que prevalecen con la actual
pandemia. Es cierto: si no nos vemos reflejados en los sufrimientos de los
demás, tarde que temprano pasaremos a ser parte victimada de esta catástrofe. El
Covid-19 desnuda nuestra condición humana y nos muestra cuan fácil nos
deslizamos a la banalidad de lo que nos rodea. No obstante, ya empieza a
instalarse en nosotros un sentimiento de angustia, incertidumbre y
desesperación, por esta marca indeleble de corte internacional. Cada día
despertamos con lo increíble, con lo nunca visto por las generaciones vivientes,
sufridoras ahora de la pandemia. El virus se posesionó de la tierra y llegó
para quedarse. ¿Quién controlará a quién?
El Covid-19 debe ser un parteaguas en nuestro azaroso devenir. Si no es así,
nuestra inteligencia queda entre dicho al negarnos a tener memoria de lo que está
aconteciendo. Será una muestra que no sabemos aprender de él. No permitamos que
sea parte de nuestras desgracias omitidas. Ignorarla se convertirá en una
huella más de nuestra indiferencia ante lo letal que es cosa sabida y
cotidiana.
Ya desde ahora hay un hombre anterior al Covid-19 y esperamos al nuevo que
surja. Nuestro paso por la tierra no seguirá siendo igual que antes. De aquí en
adelante, nuestra referencia histórica de comportamiento será un antes y un después
de esta vorágine exterminadora. Existe un nuevo aquí y ahora en nuestra forma
de apreciar las cosas, los sucesos y a nuestros semejantes.
Este microscópico monstruo lo ha impregnado todo: nuestra manera de pensar,
nuestra palabra escrita, las conversaciones que tenemos, nuestros temores,
nuestras reflexiones, nuestras emociones, nuestra escaza solidaridad y
fraternidad, nuestros egoísmos individualistas… ¡No dejemos que nos domine! No
perdamos nuestra capacidad de ver la alborada.
¿Cómo fue que se expandió tan rápidamente? ¿Quién en verdad lo provocó? ¿A
quién se le salió fuera de control? ¿acaso será un enigma no descifrado del
siglo XXI y, por lo tanto, nos esperan otros acontecimientos de mayor e
ilimitado aniquilamiento? Los continentes terrenales, nuestros países, ya no
son extensas superficies habitables; ahora son inmensos espacios mortales,
enfermizos y contaminados.
De repente se nos cerró la ventana por la cual penetraba la luminosidad y
la clarividencia. Hoy no sabemos cómo abrirla de nuevo. Nuestra ciencia y
tecnología conocida no nos ayudan, pero ¿y la practicada por la industria
militar y farmacéutica en sus laboratorios secretos, productores de virus,
microbios y bacterias?
Se ha destruido una parte importante del curso normal de nuestras vidas.
Tenemos muchas preguntas. Hay pocas respuestas…, muy pocas todavía. Para
muchos, el precio testimonial de lo que está sucediendo será la vida. No se
guarecieron a tiempo o murieron combatiéndolo. Hubo cierta irresponsabilidad
pública y privada. Prevaleció el tomar las cosas a la ligera. Cuan frágil es
nuestra vida, cuan fácil es minimizarla y desvalorizarla. ¿Por qué no cobramos conciencia de que somos
también un componente más de la naturaleza y que no se vale la irracionalidad y
empecinamiento con que intentamos destruirla por completo? Y en ello, se nos va
la vida.
PD1. No nos olvidemos de los que van al día y arriesgan su vida, por buscar
la vida para ellos y sus familias. El derrumbe de la economía familiar y la
quiebra de las pequeñas y medianas empresas es la otra crisis que nos depara el
futuro inmediato.
PD2. Algunos hombres y mujeres de la salud: médicos, enfermeras y personal
asistente, son mandados a la guerra sin fusil y sin balas.
PD3. Primero los pobres. Mi reconocimiento al Ayuntamiento de Chilpancingo
por establecer bancos de alimentos para familias necesitadas, en puntos
estratégicos de la ciudad y pueblos circunvecinos.
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