sábado, 25 de julio de 2020

Delicado dilema bioético.

Héctor Manuel Popoca Boone.

Los gobernadores son la máxima autoridad sanitaria en los Estados de la República. Subsecretario federal de salud, Hugo Pérez-Gatell.

¿Qué es preferible en estos tiempos de pandemia desatada? ¿Cuál es la alternativa menos peor? La apertura a actividades económica no esenciales o el confinamiento. Que el pueblo muera de inanición o de enfermedad letal. La primera es de mediano plazo y en forma selectiva; la segunda se da en el corto plazo y de manera masiva. En el marco de la bioética humana (no hacerle daño a nuestro prójimo) y de la terrible realidad que actualmente padecemos, el drama de optar por alguna de ellas es atroz, porque son vidas humanas las que están en juego. En cualquiera, se hace presente la muerte.

En esta disyuntiva fatal subyace el darwinismo social. Es decir, la selección natural de los más fuertes para la preservación de la especie. Los poderosos del poder y del dinero tienen la posibilidad de ser los agraciados puesto que tienen los recursos materiales y financieros suficientes para que así sea. En contraste, la mayoría de las víctimas serán los más desfavorecidos de la tierra: los pobres, los sempiternos condenados por no tener acceso a los alimentos básicos mínimos para subsistir, entre otras carencias vitales.

Ahora bien, estar confinados es estar imposibilitados de realizar actividades económicas indispensables para nuestro sustento social e individual: invertir, producir, comercializar o trabajar, con los servicios necesarios para que eso suceda y poder mantener así nuestra supervivencia cotidiana económica o no perder bienes materiales y/o financieros.

Cuando hay un continuo crecimiento de contagios y de fallecidos por pandemia, el permitir la apertura de actividades no esenciales y relajar el confinamiento, así como la aplicación laxa de las medidas sanitarias, deriva mortandad y enfermedad masiva casi de inmediato, sin mayor distingo o discriminación. Máxime si todavía no hay vacuna disponible.

Tremenda disyuntiva apreciar el dilema en esa forma reduccionista: morir por hambre o por contagio. ¿Quién determina lo uno u lo otro, en última instancia? O quién puede darle matices a esa posición extremista o maniquea. Sin duda, la autoridad gubernamental, que debe imponer oportunamente restricciones a los comportamientos humanos a pesar de coartar la libertad individual. Es en el gobierno donde, al final de cuentas, reside la toma de decisiones en beneficio o perjuicio social. Se supone que para lo primero están. Para eso fueron democráticamente envestidos; proporcionándole el pueblo al gobernante, el poder legal, político y económico para hacerlo. “Los gobiernos damos las directrices; y quienes hacemos que esto sea posible, somos nosotros”. Dijo con contundencia, Juan Antonio Ferrer, Director General del Insabi.

Cierto, es correcto y necesario apelar a la consciencia de la ciudadanía para que ésta ponga su obligada parte, pero se nos olvida reconocer que se encuentra limitada por padecer, desde antaño al presente, un sistema de educación de bajo nivel académico. ¿Qué grado de convencimiento podemos lograr en el corto plazo en esa condición ?

Escribí esto, ayer por la tarde, sin conocer la determinación del gobierno federal y estatal acerca del color del semáforo epidémico que regirá los próximos 15 días en Guerrero. A como veo las cosas y por los resultados obtenido que no son buenos, necesario es volver al confinamiento parcial, gradual, temporal y con alternancia, según la situación epidémica; focalizado a las zonas que acusan el mayor índice de crecimiento de contagios y decesos. A menos que quieran, los del gobierno, optar por el imperio del darwinismo social a partir de un capitalismo salvaje y de una pandemia descontrolada en todo su resplandor.

PD1. Cuantos más contagios…/cuantas más muertes…/debe de haber/para que cada cual/ cumpla con su deber

PD2. No se ha puesto en operación el Centro Comunitario para la protección de la mujer indígena en Ayutla. Puede funcionar también, temporalmente, como albergue hospitalario cuarentenario.

PD3. Sigue sin reconvertirse como albergue cuarentenario, el ex hospital abandonado de Acapulco, situado en la Av. Ruiz Cortínez.

PD4. Son en estos tiempos aciagos donde el erario y la deuda pública deben de orientarse más a los programas de protección social y no a aquellos corruptos programas de obra pública no necesaria en el corto plazo.

PD5. Mi reconocimiento a Roberto Álvarez Heredia, hombre probo, empeñoso, con compromiso social y, sobre todo, de gran dignidad.

 

 


La pandemia se sale de control; reculemos.

¡Reculemos parcialmente!

Héctor Manuel Popoca Boone.

No han salido las cosas como deseábamos. A sabiendas que no teníamos el mínimo puntaje requerido para el iniciar el descongelamiento económico general, tomamos la decisión de hacerlo. Un requisito importante era que el crecimiento de contagios y fallecimientos fuera a la baja; y no ha sido así. Durante la semana transcurrida hasta esta fecha, las dinámicas fueron in crescendo y no diminuendo. Los datos duros muestran un cotidiano incremento porcentual promedio de 51 % para los contagios y 2.6 % para los decesos. Al día de ayer, en Guerrero, los reportes oficiales de personas fallecidas desde el inicio de la epidemia sumaban 1,059 y las personas contagiadas a 6 949. Con esas cifras, nada menores, queda ratificado que la decisión tomada fue más bien de carácter político y económico y no de salud pública. Se hizo lo obligadamente necesario, más no lo deseable.

Pero hoy, al no ser abatida la velocidad en que se suceden los muy prestos contagios y decesos, pertinente es darle un color SEMI ROJO al semáforo epidémico de Guerrero (ritornello); delimitando territorialmente el confinamiento, puesto que la pandemia se nos está saliendo de control. Y eso es gravissimo. Del período de las recomendaciones, tenemos que pasar, muy a nuestro pesar, a mayores medidas sanitarias, amonestaciones y sanciones; sin dejar de apelar continuamente a la consciencia cívica. Son tiempos de hacer valer la autoridad conferida para salvaguardar los intereses vitales de la mayoría de la población, por encima de todo.

 En pocas palabras, el estado actual que guarda la situación de la pandemia es que “está viva y no para” (molto vivace). Eso nos impele acatar con mayor disciplina (rinforzante) las medidas sanitarias establecidas para ciudadanos y negocios; así como solicitarles a las autoridades gubernamentales aplicarse con más energía (risoluto) a la vigilancia y cumplimiento de ellas.

Territorialmente los focos de mortandad más agudos están localizados en las principales ciudades comerciales y turísticas de Guerrero que son, por orden de descendente, las siguientes: Acapulco (con Coyuca de Benítez como ciudad comunicante), Chilpancingo (con Zumpango como ciudad conurbada), Iguala, Taxco, Tlapa, Zihuatanejo, Ciudad Altamirano (con Coyuca de Catán como ciudad conurbada) y Chilapa. Al interior de éstas, lo fortissimo de los contagios está en los mercados, transportes públicos, entrada de bancos, ventanillas para recibir apoyos gubernamentales, playas y otros sitios de aglomeración social.   

Recalco que, durante la semana transcurrida, los contagios y fallecimientos crecieron en forma allegrissima; y serán mayores debido a que el período de incubación del virus dura de 4 a 14 días y, por ende, los efectos reales de la apertura los conoceremos en el transcurso de las próximas dos semanas. Vamos de mal en peor. O sea, nos seguirá lloviendo fortissimo, sobre lo ya inundado.

Podemos incorporar algunas otras medidas sanitarias locales que están dando buenos resultados: La jefa de gobierno de la CDMX instruyó cerrar todo el centro histórico de la ciudad y dejarlo para uso peatonal exclusivamente. También incrementó el monto de multas por desacato y está aplicando clausuras temporales de negocios que han abierto sin precauciones. Algunas presidencias municipales en Guerrero han establecido permanentemente filtros sanitarios en las entradas y salidas de las cabeceras municipales. Así como en lugares nodales de la ciudad. En Zihuatanejo expiden un distintivo sanitario para colocarlo a vista, en los negocios que cumplen con las normas sanitarias.

Sin ambages, accedamos a la deuda pública estatal y municipal, enfocada exclusivamente a la entrega de subsidios económicos directos a los trabajadores sin trabajo, así como a los micronegocios y micro comerciantes ambulantes, para que no salgan de casa; sobre todo en las zonas-objetivo de mayor infestación y mortandad. Claro, con mucha supervisión ciudadana, porque la corrupción y el clientelismo electoral no se andan con miramientos.

Por último (last, but no least), necesario es que las autoridades, federal, estatal y (sobre todo ahora) las municipales, tengan los suficientes “tamaños” para asumir las responsabilidades conferidas y asumirlas en forma plena y llana en estos menesteres; publicando la implantación de las medidas sanitarias que les competen implementar en el Bando de policía y buen gobierno para darles respaldo legal. Es hora de cuidar más al pueblo y no la imagen política; ya que en estos tiempos es más fácil morir por Covid-19, que por violencia o enfermedades tradicionales. Reculemos un poco y energicémonos más.

PD. ¿Es cierto que el ayuntamiento de Acapulco no da más de sí, por estar enmarañado en la corrupción y el nepotismo?

 

 

 


La apertura y sus riesgos.

Héctor Manuel Popoca Boone.

Parece ser inminente que la autoridad estatal emita el Decreto oficial para el cambio del semáforo pandémico de Guerrero al color naranja, que sigue significan una situación de riego, pero con mayor permisibilidad de movilidad social y apertura de actividades económicas no esenciales. El riesgo es grande porque, por un lado, Guerrero es un estado pobre en extremo y la crisis económica le está pegando en demasía, con efectos devastadores en el ingreso y empleo de la mayoría de la población económicamente activa. No contamos con una economía fuerte y diversificada. El hambre ronda y cuando se presenta no respeta nada ni a nadie.  

Por otra parte, hay fuertes probabilidades que la pandemia se agudice en el Estado. Las cifras y reportes diarios oficiales, indican que sigue en expansión y como dijo el Gobernador, ni la hemos disminuido, ni aplacado su intensidad de crecimiento. La cruda verdad es que habrá mayor mortandad social. No esperemos nuevo brote, porque sencillamente no ha dejado de brotar a diario. Si en máximo riesgo algunos no cumplieron con las normas establecidas por Decreto oficial, ahora que pasemos a una fase de riesgo aminorado, el desbordamiento ciudadano y la desobediencia civil se acrecentaran en forma notable.

La gravedad estriba también en que la estructura gubernamental no está aún bien preparada para afrontar los fuertes efectos letales del Covid-19. Tenemos un endeble sistema estatal de salud pública poco preventivo, ya reseñado en mi artículo de opinión del 20 de marzo pasado, en este diario.

El nivel de la consciencia ciudadana sobre la gravedad del asunto dejó que desear debido a nuestro bajo nivel educativo estatal y a la falta de credibilidad civil en los señalamientos precautorios difundidos por el gobierno; y el evidente manipuleo de cifras y frases edulcorantes de los gobernantes y funcionaros públicos, que han tratado siempre de ocultar la verdadera gravedad del tema al máximo posible.

La dimensión de la tragedia en Guerrero debemos tenerla presente a partir de estimaciones y datos más fidedignos; porque los difundidos institucionalmente, adolecen de sub estimaciones y sub registros. El académico universitario, Raúl Rojas, ha calculado para el caso de México, factores de corrección a las cifras oficiales con el propósito de tener una estimación más realista de la magnitud de la pandemia. Usando esos parámetros correctivos para el caso de Guerrero, nos arrojan que a estas fechas el número de decesos asciende alrededor de mil personas; los contagiados positivos a poco más 6 mil personas y los contagios sospechosos por arriba de los 188 mil habitantes.

Por lo tanto, la decisión de cambiar el color del semáforo pandémico de rojo a naranja en Guerrero será de índole política y económica; más no de salud pública. De por sí convalidaremos lo que ya acontecía: el pueblo pobre salía de sus casas a buscar el pan de cada día para su familia, afrontando todos los riesgos. Con semáforo o sin semáforo. Con el cambio de color otra ciudadanía más, verá ampliadas sus oportunidades de ingresos y también de satisfactores al abrirse mayores actividades de producción y mercadeo de bienes y servicios.

Reconozcamos que estamos llegando a los límites de la forzada contención económica, so riesgo del advenimiento masivo de la delincuencia generalizada. El gobierno estatal tendrá que aplicarse con mayor contundencia y eficacia para que la situación no se escape de control y nos encaminemos a una situación catastrófica en lo general. Si algo falta en Guerrero es más honestidad, orden, disciplina y legalidad.

Será una decisión difícil y amarga que debe tomarse, sabedores que los mayores contagios y decesos correrán a cargo de los pobres. Aún con la invisibilidad por siempre sometidos, las estadísticas lo demostrarán. Bienaventurados aquellos que tenemos algún ingreso fijo mensual sin salir de la casa. Ahí cabemos los gobernantes, legisladores, los políticos del sistema, los burócratas, los grandes y medianos empresarios, los rentistas, los académicos, la jerarquía eclesiástica y militar, los analistas políticos, etc.


Carta abierta al Gobernador.

Carta abierta al Gobernador.

Héctor Manuel Popoca Boone.

Gobiernos necios que acusáis a la ciudadanía con poca razón, sin ver que ustedes son la causa primera de lo que culpáis. (Parafraseo de un poema de Sor Juana Inés de la Cruz).

Con todo respeto a su investidura y con las disculpas anticipadas por mi franqueza, le manifiesto mi discrepancia de cómo usted y su equipo de colaboradores están viendo el comportamiento de la pandemia en nuestro estado. 

También disiento, un tanto, de las maneras melifluas y discretas de conducir el combate a la misma; de la forma manipuladora de la información con que comunican al pueblo la situación que guarda la misma; así como el estilo personal de eludir, parcialmente, la responsabilidad que le toca como máxima autoridad sanitaria que es usted, en cuanto a lo que se refiere al cúmulo de personas contagiadas y fallecidas en estas laceradas tierras del sur.

Desde que se estableció el semáforo epidémico cromático, lo iniciamos con el color rojo, es decir, de máximo alerta, para que nos sirviera de faro indicador semanal de la intensidad de la pandemia en Guerrero; y así, implementar las medidas sanitarias necesarias a efecto de prevenir y combatir con mayor eficacia los estragos mortíferos que nos estaba ocasionando producto de un crecimiento incesante de contagios y fallecimientos, además de no contar con un sistema de salud robusto.

 Transitamos y trabajamos en esa coloratura para lograr tener el puntaje ponderado mínimo requerido de 2.5 y así pasar al color naranja, donde es posible abrir actividades económicas no esenciales de ciertos giros, pero al 30 % de sus capacidades de operación, lo mismo que congregaciones y movilidades sociales específicas. A la fecha de la primera evaluación, semanas atrás, no pudimos alcanzar el puntaje ponderado establecido (alcanzamos 2.4 %) y, no obstante, nos atrevimos cambiar el color al semáforo de Guerrero, por la asfixia económica que empezábamos a padecer ante el confinamiento imperante.

En lo personal, como ciudadano observante, manifesté mi aquiescencia sobre esa determinación, al saber que habría una evaluación semanal sobre el impacto de las estrategias diseñadas. De tal suerte que, si los resultados no eran aceptables en materia de reducción de contagios y muertes, regresaríamos al confinamiento como medida para disminuirlos.

Establecer el periodo para evaluar de una semana fue corto, en virtud que no se tomó en cuenta que la incubación del virus dura entre 4 a 14 días, por lo que en 7 días no íbamos a saber el verdadero impacto. Pero, aun así, a las dos semanas de operación de la estrategia naranja las cifras indicaban que la pandemia no se había controlado, ni estabilizado o mucho menos que fuera en declive. Todo lo contrario: las tendencias actuales son de crecimiento constante y sostenido en ambos parámetros, tal y como nos lo expresan los datos oficiales del gobierno estatal y del federal.

Ante tamaña evidencia empírica contundente y sin mayor rebuscamiento estadístico, algunos ciudadanos concluíamos, hace una semana, que era necesario recular al menos parcialmente a un color semi-rojo, retornando a un confinamiento territorialmente delimitado, las zonas donde está localizado lo más agudo de la infestación y mortandad.

Lamentablemente no pudimos atraer la atención de usted, señor gobernador. Y con estupor ahora leo que ratifica su voluntad de que permanezcamos tal como estamos en color naranja; es decir, ha vuelto a tomar una decisión de carácter político-económico, más no de salud pública, por mucho que diga lo contrario. Los datos duros confirman esta aseveración. Seguiremos teniendo mayores contagios y mortandad grande. Ojalá que usted recapacite y que cada cual asumamos la responsabilidad que nos corresponde en tratándose de cuidar la vida de los guerrerenses; que valen muchísimo más, que un imperio económico. ¡Reculemos parcialmente, por favor!