Carta abierta al
Gobernador.
Héctor Manuel Popoca Boone.
Gobiernos necios que acusáis a la
ciudadanía con poca razón, sin ver que ustedes son la causa primera de lo que
culpáis. (Parafraseo de un poema de Sor Juana Inés de la
Cruz).
Con todo respeto a su investidura y con las disculpas anticipadas por mi franqueza, le manifiesto mi discrepancia de cómo usted y su equipo de colaboradores están viendo el comportamiento de la pandemia en nuestro estado.
También disiento, un tanto, de las maneras melifluas
y discretas de conducir el combate a la misma; de la forma manipuladora de la
información con que comunican al pueblo la situación que guarda la misma; así
como el estilo personal de eludir, parcialmente, la responsabilidad que le toca
como máxima autoridad sanitaria que es usted, en cuanto a lo que se refiere al
cúmulo de personas contagiadas y fallecidas en estas laceradas tierras del sur.
Desde que se estableció el semáforo epidémico cromático, lo iniciamos con el color rojo, es decir, de máximo alerta, para que nos sirviera de faro indicador semanal de la intensidad de la pandemia en Guerrero; y así, implementar las medidas sanitarias necesarias a efecto de prevenir y combatir con mayor eficacia los estragos mortíferos que nos estaba ocasionando producto de un crecimiento incesante de contagios y fallecimientos, además de no contar con un sistema de salud robusto.
Transitamos y trabajamos en esa coloratura para lograr tener el puntaje ponderado
mínimo requerido de 2.5 y así pasar al color naranja, donde es posible abrir actividades
económicas no esenciales de ciertos giros, pero al 30 % de sus capacidades de operación,
lo mismo que congregaciones y movilidades sociales específicas. A la fecha de
la primera evaluación, semanas atrás, no pudimos alcanzar el puntaje ponderado
establecido (alcanzamos 2.4 %) y, no obstante, nos atrevimos cambiar el color al
semáforo de Guerrero, por la asfixia económica que empezábamos a padecer ante
el confinamiento imperante.
En lo personal, como ciudadano
observante, manifesté mi aquiescencia sobre esa determinación, al saber que habría
una evaluación semanal sobre el impacto de las estrategias diseñadas. De tal
suerte que, si los resultados no eran aceptables en materia de reducción de
contagios y muertes, regresaríamos al confinamiento como medida para disminuirlos.
Establecer el periodo para
evaluar de una semana fue corto, en virtud que no se tomó en cuenta que la
incubación del virus dura entre 4 a 14 días, por lo que en 7 días no íbamos a
saber el verdadero impacto. Pero, aun así, a las dos semanas de operación de la
estrategia naranja las cifras indicaban que la pandemia no se había controlado,
ni estabilizado o mucho menos que fuera en declive. Todo lo contrario: las
tendencias actuales son de crecimiento constante y sostenido en ambos
parámetros, tal y como nos lo expresan los datos oficiales del gobierno estatal
y del federal.
Ante tamaña evidencia empírica
contundente y sin mayor rebuscamiento estadístico, algunos ciudadanos
concluíamos, hace una semana, que era necesario recular al menos parcialmente a
un color semi-rojo, retornando a un confinamiento territorialmente delimitado,
las zonas donde está localizado lo más agudo de la infestación y mortandad.
Lamentablemente no pudimos atraer
la atención de usted, señor gobernador. Y con estupor ahora leo que ratifica su
voluntad de que permanezcamos tal como estamos en color naranja; es decir, ha
vuelto a tomar una decisión de carácter político-económico, más no de salud
pública, por mucho
que diga lo contrario. Los datos duros confirman esta aseveración. Seguiremos
teniendo mayores contagios y mortandad grande. Ojalá que usted recapacite y que
cada cual asumamos la responsabilidad que nos corresponde en tratándose de
cuidar la vida de los guerrerenses; que valen muchísimo más, que un imperio
económico. ¡Reculemos parcialmente, por favor!
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