viernes, 28 de agosto de 2020

La participación ciudadana y la pandemia (4)

 

                              La discreta participación ciudadana y la pandemia (4)

Héctor Manuel Popoca Boone.

 

El Covid-19 ha sido un elemento precipitante de un mayor resquebrajo del sistema político, económico y social de México. Está sacando plenamente a la luz pública, las purulencias acumuladas de antaño y hogaño; las cuales, han llegado al límite de su tolerancia y que, de no abordarlas con seriedad para su solución, se corre el riesgo de que el país como un todo quede fuera de control. Inconmensurable ha sido la corrupción, el engaño, el robo, la expoliación y el saqueo a la nación, por parte de encumbrados políticos y empresarios que, al alimón y con distintos colores, han detentado oligárquicamente el poder, durante al menos los últimos 50 años de nuestra historia patria contemporánea.

 

De ahí lo imperioso de una mayor participación ciudadana consciente, deliberativa, actuante y determinante por su posible fuerza, para enderezar el barco ya encallado, pero todavía no hundido. Mi narrativa periodística por ahora la constriño a lo que considero el tema de mayor importancia para la ciudadanía guerrerense: la vida. Los ciudadanos más temprano que tarde, sobrepasaran a la runfla de politicastros, politiquerías, demagogias y partidocracias imperantes. Lo que reseño son elementos de ayuda para la toma de mayor conciencia sobre la pandemia y sus mortales consecuencias, en México en lo general y en el estado de Guerrero en lo particular.

 

Si nos atenemos al principio de que en materia de pandemia tiene mayor peso específico la ciencia y los científicos por medio de sus saberes cualitativos y cuantitativos, notamos que la Universidad Johns Hopkins de Estados Unidos y la Organización Mundial de la Salud, coinciden en señalar que 6 países de América: Estados Unidos, Brasil, Colombia, Perú, Argentina y México, están entre los 10 países más afectados por el Covid-19 a nivel mundial.

 

Nuestro país, es uno de los que comenzó tardíamente los preparativos para combatirla, cuando el virus ya se propagaba velozmente por todo el mundo. Ha sido imparable en estas tierras, debido a que, entre otras cosas, hacemos pocas pruebas o test para la identificación rápida de contagios por Covid-19. Los resultados obtenidos por ese tipo de muestreo son indicadores eficaces para focalizar, prontamente, donde se dan los mayores puntos de infección en un territorio determinado. Hemos sido poco previsores; como es el hecho de que, tardíamente, hicimos énfasis enérgico y contundente de usar el “cubre-boca y nariz”, la limpieza frecuente de nuestras manos y guardar físicamente la sana distancia.

 

Muchas muertes en domicilio que bien pudieron ser evitadas; no lo fueron. A la fecha, no se han establecido estaciones cuarentenarias sanitarias para personas con síntomas iniciales que puedan volverse contagios activos trashumantes. Inexplicablemente a la fecha, el gobierno estatal no ha utilizado el abandonado ex hospital general de Acapulco para tal propósito; no siendo que el puerto es el epicentro de la pandemia en estas tierras del sur.

 

Hemos relativizado los contagios y la mortandad que causa la pandemia. A fuerza de convivir con ella, la magnitud y gravedad que nos indican los datos son ya una levedad en nuestra “nueva normalidad”; de tal suerte que, por ejemplo, la muerte suscitada por el virus en 12 personas en un día, “no son casi nada”, para algún analista exultante de insostenible optimismo. Por el funesto Covid-19 tenemos reportados al día de ayer 1,661 guerrerenses fallecidos y 14 432 contagiados. No son cualquier cosa, son ¡miles de seres humanos! Por si fuera poco, autoridades sanitarias internacionales y nacionales reconocen que que los datos oficiales de la pandemia en México, están sub estimados.

 

La afectación aguda epidémica que padecemos, en mucho se debe a que ya existía un caldo de cultivo, previo y propicio, para su enraíce y propagación, como es la pobreza grande y generalizada del pueblo, la profunda desigualdad social y la carencia de un sistema fuerte de salud y educación pública. Aunado a lo anterior están como aceleradores, las enfermedades propias la pobreza y las crónico-degenerativas de la vejez.

 

PD1. La curva de la pandemia en Guerrero sigue siendo ascendente, con menor velocidad en sus incrementos cotidianos. Salvo en la física cuántica, 2 + 2 son 4. Aquí y en China.

 

PD2. Los municipios con el mayor número de contagios y decesos en Guerrero son: Acapulco, Chilpancingo, Iguala, Zihuatanejo, Tlapa, Ometepec, Tixtla y Chilapa. Si yo fuera el gobernador del estado, esos territorios los dejaría en semáforo naranja.

 

Que cada cual asuma la responsabilidad de sus decisiones acerca de la vida de los guerrerenses.

 

 

 

 

La participación ciudadana y la pandemia (3)

 

La participación ciudadana y la pandemia. (2)

Héctor Manuel Popoca Boone.

Para el Presidente de la República, con mi apoyo crítico.

De repente y cuando menos lo esperábamos, apareció el virus denominado Covid-19; convirtiéndose en el enemigo mortal y principal de la humanidad. Virus que no se ve, no se escucha, no tiene sabor, ni olor y no discrimina a nadie: ataca a todos y se oculta de todos; causando mortandad grande de personas, a diestra y siniestra.

 La pandemia lleva alrededor de siete y medio meses de duración, tiempo que ha estado fuera del control total y ha semi paralizado el devenir mundial. A la fecha, son alrededor de 760 mil personas fallecidas y 20 millones 680 mil personas contagiadas en todo el orbe, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud.  En menor o mayor grado el virus expandió su dominio y presencia en toda la tierra. Llegó para quedarse. Provoca indefensión, porque no hay todavía vacuna para su prevención.

Hoy, lo que caracteriza a los hogares urbanos, es el confinamiento domiciliario, la pérdida de libertad, empleo y movilidad social. Hay una cierta parálisis económica y un proceso de aislamiento físico y social, que deviene deterioro y fragilidad ciudadana en lo anímico, mental y espiritual; debido a la impotencia, temor, angustia e incertidumbre. Predomina lo inédito y el pasmo. También han sido tiempos para la reflexión y meditación existencial; como individuo, familia y parte integrante de la sociedad.

Hoy, los poderes mundiales muestran fragilidad y carencia de estructuras, recursos y procesos de protección para detener la pandemia a corto plazo. El virus exhibió el verdadero comportamiento de los poderosos en el mundo: sus intereses y formas conductuales en la política, en la economía, así como en los siempre presentes etnocentrismos y fundamentalismos de todo tipo. Ha dejado al desnudo los aciertos y errores; los propósitos exitosos. aunados a los ilegítimos y torpes (cuando no corruptos), de quienes operan las instituciones de servicio público.

La ciudadanía se ha vuelto más recelosa e incrédula de todo lo gubernamental. Atónita, es cada vez más exigente de mejor información, de acción y atención social. Demanda transparencia y claridad en los objetivos, estrategias y en la aplicación de los recursos públicos. Es una ciudadanía que empieza a repudiar la irresponsabilidad y la manipulación institucional cuando pretende difundir una visión sesgada de la realidad imperante y un modelamiento específico de la conciencia social.

Hoy, la sorpresa es que los gobiernos salen en búsqueda de la participación ciudadana; porque ellos solos no pueden combatir el virus. Pero se topan ante la acumulada pérdida de autoridad moral por los muchos años de mal gobierno y de abusos en la detentación del poder. En ciudadanías como la nuestra, también existe el serio obstáculo de un bajo nivel de educación en general y cívico en lo particular; dificultando la posibilidad de generar pronta y suficiente conciencia para una mayor participación eficaz.

A la par y en forma concomitante, se presenta una debacle económica por la semi parálisis de los mercados, así como por el declive de la inversión, producción, empleo y consumo. Cunde la reducción de los ingresos económicos y se acrecienta la pobreza generalizada. La inflación y devaluación monetaria se ciernen sobre las economías nacionales más débiles. Toca a la puerta la recesión económica de mediana duración. (Continuará)

PD1. El fideicomiso que costeó la cara promoción turística impertinente, es de carácter estatal. En su comité técnico, además del gobernador del estado y de la alcaldesa de Acapulco, están otros dos secretarios estatales. Todos ellos con voz y voto. Que nadie eluda la responsabilidad que le corresponde.

PD2. El programa federal de fertilizante gratuito 2020, resultó hiper-inflado y con un presupuesto dilapidador. Los responsables políticos en el estado siguen siendo: el gobernador, su “maestro incómodo”, así como el disfuncional y corrupto delegado federal, Amílcar Sandoval Ballesteros.

PD3. Se abrieron al público, museos, cines y albercas. Las ciudades de Acapulco, Zihuatanejo y Chilpancingo, son las de mayor concentración de esos espacios recreativos; y son a la vez las de mayor número de contagios y fallecimientos por Covid-19. ¡Uf!

La participación ciudadana y la pandemia (2)

 

La participación ciudadana y la pandemia. (2)

Héctor Manuel Popoca Boone.

Para el Presidente de la República, con mi apoyo crítico.

De repente y cuando menos lo esperábamos, apareció el virus denominado Covid-19; convirtiéndose en el enemigo mortal y principal de la humanidad. Virus que no se ve, no se escucha, no tiene sabor, ni olor y no discrimina a nadie: ataca a todos y se oculta de todos; causando mortandad grande de personas, a diestra y siniestra.

 La pandemia lleva alrededor de siete y medio meses de duración, tiempo que ha estado fuera del control total y ha semi paralizado el devenir mundial. A la fecha, son alrededor de 760 mil personas fallecidas y 20 millones 680 mil personas contagiadas en todo el orbe, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud.  En menor o mayor grado el virus expandió su dominio y presencia en toda la tierra. Llegó para quedarse. Provoca indefensión, porque no hay todavía vacuna para su prevención.

Hoy, lo que caracteriza a los hogares urbanos, es el confinamiento domiciliario, la pérdida de libertad, empleo y movilidad social. Hay una cierta parálisis económica y un proceso de aislamiento físico y social, que deviene deterioro y fragilidad ciudadana en lo anímico, mental y espiritual; debido a la impotencia, temor, angustia e incertidumbre. Predomina lo inédito y el pasmo. También han sido tiempos para la reflexión y meditación existencial; como individuo, familia y parte integrante de la sociedad.

Hoy, los poderes mundiales muestran fragilidad y carencia de estructuras, recursos y procesos de protección para detener la pandemia a corto plazo. El virus exhibió el verdadero comportamiento de los poderosos en el mundo: sus intereses y formas conductuales en la política, en la economía, así como en los siempre presentes etnocentrismos y fundamentalismos de todo tipo. Ha dejado al desnudo los aciertos y errores; los propósitos exitosos. aunados a los ilegítimos y torpes (cuando no corruptos), de quienes operan las instituciones de servicio público.

La ciudadanía se ha vuelto más recelosa e incrédula de todo lo gubernamental. Atónita, es cada vez más exigente de mejor información, de acción y atención social. Demanda transparencia y claridad en los objetivos, estrategias y en la aplicación de los recursos públicos. Es una ciudadanía que empieza a repudiar la irresponsabilidad y la manipulación institucional cuando pretende difundir una visión sesgada de la realidad imperante y un modelamiento específico de la conciencia social.

Hoy, la sorpresa es que los gobiernos salen en búsqueda de la participación ciudadana; porque ellos solos no pueden combatir el virus. Pero se topan ante la acumulada pérdida de autoridad moral por los muchos años de mal gobierno y de abusos en la detentación del poder. En ciudadanías como la nuestra, también existe el serio obstáculo de un bajo nivel de educación en general y cívico en lo particular; dificultando la posibilidad de generar pronta y suficiente conciencia para una mayor participación eficaz.

A la par y en forma concomitante, se presenta una debacle económica por la semi parálisis de los mercados, así como por el declive de la inversión, producción, empleo y consumo. Cunde la reducción de los ingresos económicos y se acrecienta la pobreza generalizada. La inflación y devaluación monetaria se ciernen sobre las economías nacionales más débiles. Toca a la puerta la recesión económica de mediana duración. (Continuará)

PD1. El fideicomiso que costeó la cara promoción turística impertinente, es de carácter estatal. En su comité técnico, además del gobernador del estado y de la alcaldesa de Acapulco, están otros dos secretarios estatales. Todos ellos con voz y voto. Que nadie eluda la responsabilidad que le corresponde.

PD2. El programa federal de fertilizante gratuito 2020, resultó hiper-inflado y con un presupuesto dilapidador. Los responsables políticos en el estado siguen siendo: el gobernador, su “maestro incómodo”, así como el disfuncional y corrupto delegado federal, Amílcar Sandoval Ballesteros.

PD3. Se abrieron al público, museos, cines y albercas. Las ciudades de Acapulco, Zihuatanejo y Chilpancingo, son las de mayor concentración de esos espacios recreativos; y son a la vez las de mayor número de contagios y fallecimientos por Covid-19. ¡Uf!

La participación ciudadana y la pandemia.

 

La participación ciudadana y la pandemia. *

Héctor Manuel Popoca Boone.

Antes de la irrupción del virus Covid-19 en nuestra vida cotidiana, no era tan relevante el tomar en cuenta la dinámica que tenía la participación ciudadana en lo que socialmente le concernía. La pandemia resaltó su relativa pasividad, inercia anodina, indiferencia y falta de conciencia. No importando mucho el grado de control al que estaba sometida; acercándola a un comportamiento casi autómata, y de mucho conformismo; convirtiendo al individuo en un ente semi despolitizado; que se desentendía y delegaba en otros la exigencia, por ejemplo, de los derechos humanos a la vida, a la salud, a la educación, a la libertad, a la alimentación, a la vivienda…, entre otros más.

Existía, como hasta ahora, un diverso grado participación ciudadana, en el marco de una gran desigualdad social. Donde predominaba la abulia en los muchos y las conductas interesadas de los pocos beneficiarios del estatus quo. Prevalecía el pragmatismo y el individualismo como ejes rectores de la conducta humana. La ciudadanía acusaba olvido de lo comunitario, cuya resultante era la poca cohesión social prevaleciente hasta nuestros días.

El qué hacer cotidiano giraba en torno a lo que más le convenía a uno, sin importar los demás. Habíamos arrojado al baúl de lo caduco los ideales, principios y valores socialmente normativos, que son referencias nodales para toda buena conducta, pública y privada. Prevalecían, como hasta ahora, la deshonestidad, la injusticia, la irresponsabilidad, la indolencia y la escasa solidaridad para con nuestro prójimo.

El dejar hacer y el dejar pasar, como comportamiento cotidiano, hizo que el destino ciudadano quedara predeterminado por los poderosos; protagonistas en la política, en la economía y en lo social. Habida cuenta que, nos movemos en una sociedad de mercado, regida por el lucro desmedido y el apoderamiento rapaz de lo material, como finalidades últimas de nuestro sistema social. Donde todo tiene un precio. Donde existe un consumismo agudizado en el comprar para luego desechar en el menor tiempo posible. Por eso, la ciudadanía sigue siendo, en gran medida, proclive a consumir con sumo egoísmo. Es poco comunicativa y escasamente comunitaria. Es una ciudadanía individualizada, avara y violenta. En pocas palabras, deshumanizada.

La desatención de lo público, ha sido una constante: A la democracia política, permitimos que se le prostituyera. A la equidad y moralidad en la economía, dejamos que se le sustituyera por el saqueo y la ganancia monetaria fácil. En lo social, permitimos que floreciera una profunda y atroz desigualdad discriminante. Y así, hemos reducido a su mínima expresión las virtudes cívicas de respeto, generosidad, empatía, fraternidad y solidaridad social.

Por otra parte, quedamos debidamente ensartados -que no insertados- en una globalización económica extractivista de recursos naturales y energéticos, que contempla al ciudadano como un objeto-masivo de expoliación, mercantilizado e internacionalizado. La “aldea global”, (Marshall MacLuhan, dixit) nos absorbió a todos y nos encajonó en marcas y logos mercantiles de carácter transnacional.

Antes de la pandemia, ya nos distinguía la depredación y la falta de cuidado de la naturaleza y el medio ambiente. Estábamos acabando, paulatinamente, con los recursos naturales y energéticos del planeta. Sin cobrar conciencia de que somos tan solo una parte de un gran sistema socio-ecológico cuya afectación e inestabilidad nos atañe en mucho; porque entre otras cosas, los desequilibrios propiciaron, a guisa de ejemplo, el desarrollo de múltiples epidemias que han azotado a la humanidad de tiempo atrás. (Continuará).

* Videoconferencia dada al personal técnico del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana del Estado de Guerrero, el pasado 23 de julio en Chilpancingo.

PD1. Qué gana el gobernador y su “maestro incómodo” al tener intervenido ilegalmente mi teléfono móvil.

PD2. ¿En estos tiempos, qué es más importante a la población pobre, tener qué comer mediante trabajo temporal o que hagan obra pública corrupta, no esencial en esta coyuntura?