La discreta participación
ciudadana y la pandemia (4)
Héctor Manuel Popoca
Boone.
El Covid-19 ha sido un elemento precipitante de un mayor resquebrajo del
sistema político, económico y social de México. Está sacando plenamente a la
luz pública, las purulencias acumuladas de antaño y hogaño; las cuales, han
llegado al límite de su tolerancia y que, de no abordarlas con seriedad para su
solución, se corre el riesgo de que el país como un todo quede fuera de
control. Inconmensurable ha sido la corrupción, el engaño, el robo, la
expoliación y el saqueo a la nación, por parte de encumbrados políticos y
empresarios que, al alimón y con distintos colores, han detentado
oligárquicamente el poder, durante al menos los últimos 50 años de nuestra
historia patria contemporánea.
De ahí lo imperioso de una mayor participación ciudadana consciente,
deliberativa, actuante y determinante por su posible fuerza, para enderezar el
barco ya encallado, pero todavía no hundido. Mi narrativa periodística por
ahora la constriño a lo que considero el tema de mayor importancia para la
ciudadanía guerrerense: la vida. Los ciudadanos más temprano que tarde,
sobrepasaran a la runfla de politicastros, politiquerías, demagogias y
partidocracias imperantes. Lo que reseño son elementos de ayuda para la toma de
mayor conciencia sobre la pandemia y sus mortales consecuencias, en México en
lo general y en el estado de Guerrero en lo particular.
Si nos atenemos al principio de que en materia de pandemia tiene mayor peso
específico la ciencia y los científicos por medio de sus saberes cualitativos y
cuantitativos, notamos que la Universidad Johns Hopkins de Estados Unidos y la
Organización Mundial de la Salud, coinciden en señalar que 6 países de América:
Estados Unidos, Brasil, Colombia, Perú, Argentina y México, están entre los 10
países más afectados por el Covid-19 a nivel mundial.
Nuestro país, es uno de los que comenzó tardíamente los preparativos para
combatirla, cuando el virus ya se propagaba velozmente por todo el mundo. Ha
sido imparable en estas tierras, debido a que, entre otras cosas, hacemos pocas
pruebas o test para la identificación rápida de contagios por Covid-19. Los
resultados obtenidos por ese tipo de muestreo son indicadores eficaces para focalizar,
prontamente, donde se dan los mayores puntos de infección en un territorio
determinado. Hemos sido poco previsores; como es el hecho de que, tardíamente, hicimos
énfasis enérgico y contundente de usar el “cubre-boca y nariz”, la limpieza
frecuente de nuestras manos y guardar físicamente la sana distancia.
Muchas muertes en domicilio que bien pudieron ser evitadas; no lo fueron. A
la fecha, no se han establecido estaciones cuarentenarias sanitarias para
personas con síntomas iniciales que puedan volverse contagios activos
trashumantes. Inexplicablemente a la fecha, el gobierno estatal no ha utilizado
el abandonado ex hospital general de Acapulco para tal propósito; no siendo que
el puerto es el epicentro de la pandemia en estas tierras del sur.
Hemos relativizado los contagios y la mortandad que causa la pandemia. A
fuerza de convivir con ella, la magnitud y gravedad que nos indican los datos son
ya una levedad en nuestra “nueva normalidad”; de tal suerte que, por ejemplo, la
muerte suscitada por el virus en 12 personas en un día, “no son casi nada”,
para algún analista exultante de insostenible optimismo. Por el funesto
Covid-19 tenemos reportados al día de ayer 1,661 guerrerenses fallecidos y 14 432
contagiados. No son cualquier cosa, son ¡miles de seres humanos! Por si fuera
poco, autoridades sanitarias internacionales y nacionales reconocen que que los
datos oficiales de la pandemia en México, están sub estimados.
La afectación aguda epidémica que padecemos, en mucho se debe a que ya existía
un caldo de cultivo, previo y propicio, para su enraíce y propagación, como es la
pobreza grande y generalizada del pueblo, la profunda desigualdad social y la
carencia de un sistema fuerte de salud y educación pública. Aunado a lo
anterior están como aceleradores, las enfermedades propias la pobreza y las
crónico-degenerativas de la vejez.
PD1. La curva de la
pandemia en Guerrero sigue siendo ascendente, con menor velocidad en sus
incrementos cotidianos. Salvo en la física cuántica, 2 + 2 son 4. Aquí y en China.
PD2. Los municipios con
el mayor número de contagios y decesos en Guerrero son: Acapulco, Chilpancingo,
Iguala, Zihuatanejo, Tlapa, Ometepec, Tixtla y Chilapa. Si yo fuera el gobernador
del estado, esos territorios los dejaría en semáforo naranja.
Que cada cual asuma
la responsabilidad de sus decisiones acerca de la vida de los guerrerenses.
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