La participación ciudadana y la pandemia. *
Héctor Manuel Popoca Boone.
Antes de la irrupción del virus Covid-19 en nuestra vida
cotidiana, no era tan relevante el tomar en cuenta la dinámica que tenía la
participación ciudadana en lo que socialmente le concernía.
La pandemia resaltó su relativa pasividad, inercia
anodina, indiferencia y falta de conciencia. No importando mucho el grado de
control al que estaba sometida; acercándola a un comportamiento casi autómata,
y de mucho conformismo; convirtiendo al individuo en un ente semi despolitizado;
que se desentendía y delegaba en otros la exigencia, por ejemplo, de los
derechos humanos a la vida, a la salud, a la educación, a la libertad, a la alimentación,
a la vivienda…, entre otros más.
Existía, como hasta ahora, un diverso grado participación
ciudadana, en el marco de una gran desigualdad social. Donde predominaba la abulia
en los muchos y las conductas interesadas de los pocos beneficiarios del estatus
quo. Prevalecía el pragmatismo y el individualismo como ejes rectores de la
conducta humana. La ciudadanía acusaba olvido de lo comunitario, cuya
resultante era la poca cohesión social prevaleciente hasta nuestros días.
El qué hacer cotidiano giraba en torno a lo que más le
convenía a uno, sin importar los demás. Habíamos arrojado al baúl de lo caduco
los ideales, principios y valores socialmente normativos, que son referencias nodales
para toda buena conducta, pública y privada. Prevalecían, como hasta ahora, la deshonestidad, la injusticia,
la irresponsabilidad, la indolencia y la escasa solidaridad para con nuestro
prójimo.
El dejar hacer y el dejar pasar, como comportamiento
cotidiano, hizo que el destino ciudadano quedara predeterminado por los
poderosos; protagonistas en la política, en la economía y en lo social.
Habida
cuenta que, nos movemos en
una sociedad de mercado, regida por el lucro desmedido y el apoderamiento rapaz
de lo material, como finalidades últimas de nuestro sistema social. Donde todo
tiene un precio. Donde existe un consumismo agudizado en el comprar para luego
desechar en el menor tiempo posible. Por
eso, la ciudadanía sigue siendo, en gran medida, proclive a consumir con sumo
egoísmo. Es poco comunicativa
y escasamente comunitaria. Es una ciudadanía individualizada, avara y violenta.
En pocas palabras, deshumanizada.
La desatención de lo público, ha sido una constante: A la
democracia política, permitimos que se le prostituyera. A la equidad y
moralidad en la economía, dejamos que se le sustituyera por el saqueo y la
ganancia monetaria fácil. En lo social, permitimos que floreciera una profunda y
atroz desigualdad discriminante. Y así, hemos reducido a su mínima expresión las
virtudes cívicas de respeto, generosidad, empatía, fraternidad y solidaridad social.
Por otra parte, quedamos debidamente ensartados -que no
insertados- en una globalización económica extractivista de recursos naturales
y energéticos, que contempla al ciudadano como un objeto-masivo de expoliación,
mercantilizado e internacionalizado. La “aldea global”, (Marshall MacLuhan, dixit)
nos absorbió a todos y nos encajonó en marcas y logos mercantiles de carácter
transnacional.
Antes de la pandemia, ya nos distinguía la depredación y la
falta de cuidado de la naturaleza y el medio ambiente. Estábamos acabando,
paulatinamente, con los recursos naturales y energéticos del planeta. Sin
cobrar conciencia de que somos tan solo una parte de un gran sistema socio-ecológico
cuya afectación e inestabilidad nos atañe en mucho; porque entre otras cosas, los
desequilibrios propiciaron, a guisa de ejemplo, el desarrollo de múltiples
epidemias que han azotado a la humanidad de tiempo atrás. (Continuará).
* Videoconferencia dada al personal técnico del Instituto
Electoral y de Participación Ciudadana del Estado de Guerrero, el pasado 23 de
julio en Chilpancingo.
PD1. Qué gana el gobernador y su “maestro incómodo” al
tener intervenido ilegalmente mi teléfono móvil.
PD2. ¿En estos tiempos, qué es más importante a la
población pobre, tener qué comer mediante trabajo temporal o que hagan obra
pública corrupta, no esencial en esta coyuntura?
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