Héctor Manuel Popoca Boone
¿Alguien ha visto a Vicente
I. Suástegui Muñoz?
Como
gobernador moral de Guerrero, debo manifestar que le asistía la razón al Obispo
de Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel, cuando le solicitó públicamente a la Gobernadora
Constitucional de nuestro estado, una audiencia para hacerle de su conocimiento
lo imperativo de dialogar con las delincuencias organizadas que tiene su
señorío en las regiones, Norte, Centro y Montaña; en torno a buscar senderos
que conduzcan a una paz duradera y creativa; y no a la de los sepulcros y
desaparecidos.
La
respuesta del “triunvirato de la novatez gubernamental” no se dejó esperar. La Gobernadora,
Evelyn Salgado Pineda, respondió que no era necesario escucharlo, puesto que su
gobierno tenia una estrategia propia para eso. La secundó el secretario general
de Gobierno, Saúl López Sollano; así como el “Senador patriarcal”, Félix
Salgado Macedonio, quién remató con la sentencia: “Dad al Cesar lo que es del Cesar…”;
en otras palabras, le dijo al Obispo Rangel que no se metiera en lo que no era
de su competencia. Tal y como en su tiempo Héctor Astudillo y Florencio Salazar,
se lo manifestaron al prelado.
Días
después, la Gobernadora semi rectificó su error y mencionó que siempre sí le
daría la audiencia al Obispo, pero que “lo escucharía como un ciudadano más”.
Ante esa posición de soberbia y falta de conocimiento de la realidad, el
Arzobispo de Acapulco salió al quite en apoyo de su compañero de la Diócesis de
Chilpancingo-Chilapa. Como era de esperarse, dicha reunión no se dio por
razones baladíes y el derramamiento de sangre tan temido cundió, ante el vacío
de poder gubernamental generado por la renovación gubernamental, la rotura de
posibles acuerdos de la delincuencia y el gobierno del pasado, la lucha de
poder por el control de territorios y para colmo, con una Fiscalía Estatal acéfala.
Resultante
de lo anterior, tenemos hoy asesinatos de civiles y policías comunitarios; gente
desaparecida y comunidades acosadas; la ejecución, vil y a sangre fría, de un
relevante luchador social-maestro universitario y de su hijo.
El
descontrol social de la región es vasto y la población se recluye, algunos ciudadanos
toman las armas a manera de “autodefensas”. La Comisión Nacional de los
Derechos Humanos emite las primeras recomendaciones al nuevo gobierno de
Guerrero, mientras éste y su propia estrategia, quedan en la inopia; habiendo
tomado las fuerzas armadas federales y la guardia nacional el control de las
regiones afectadas.
Adenda
1. También causa pesar, el juego frívolo del Poder Legislativo local y del Poder
Ejecutivo Estatal, en torno a la designación del nuevo fiscal del estado; a
resultas de la renuncia intempestiva y nunca bien explicada del anterior fiscal;
que físicamente huyó del escenario público.
Después
de un “toma y daca”, quedaron tres opciones para que decida el Congreso local:
dos personajes cercanos al “senador patriarcal” y una abogada no tan cercana. Los
tres ya fueron impugnados por una ciudadana, por la vía del amparo indirecto,
ante un juez federal, que le dio entrada.
El
antecedente histórico que marca los desempeños de la mayoría de los fiscales
estatales es por todos conocido: aun cuando de jure el fiscal goza de
autonomía para llevar a cabo sus responsabilidades, de facto no es más
que un funcionario subordinado al Gobernador (a) en turno; a través del secretario
general de Gobierno y, en este caso, también del “patriarca gubernamental”.
Adenda
2. La actual legislatura local sigue con el estilo de antaño para aprobar la
iniciativa de decreto del Presupuesto de Egresos estatal, 2022. O sea, demorar
lo más posible el inicio de su análisis, para así aprobarlo por la vía del Fast
Track, sin mayor discusión. Al final de cuentas, será una gran farsa;
porque la ley estatal 454 de presupuesto y disciplina fiscal (modificada el 11
de noviembre de 2016) autoriza al Gobernador (a), hacer y deshacer como disponga,
el gasto destinado a la inversión pública, sin darle mayor aviso al Congreso
local. ¡Uf!
Dicha
claudicación que practicaron las dos legislaturas anteriores, -de mayoría
morenista- le costó a Guerrero la gran debacle en las finanzas públicas, provocada
por el entonces gobernador Héctor Astudillo Flores, el secretario de Finanzas y
el Contralor del estado. Este último, erróneamente ratificado en su puesto, por
el actual gobierno tricéfalo. ¡Uf! ¡Uf!
hpopoca.b@yahoo.com.mx
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