Héctor Manuel Popoca Boone.
¿Alguien ha visto a Vicente Suastegui Muñoz?
Sirvan las siguientes reflexiones de
ayuda para normar el juicio personal que guie el voto sobre la revocación o no
del mandato presidencial en vigor; en acato a la disposición constitucional
federal. Cualquier ejercicio de democracia, por más manoseada y controlada que ésta
sea, es ya un atisbo de libertad, que se abre paso y expresa una manifestación
connatural del ser humano: la libertad de expresarse por la mucha, poca o nula
satisfacción que nos causa una situación dada.
En esa voluntad expresada se
condensan valores y convicciones, resistencias y anhelos. Promesas, engaños o certezas.
Resultados sociales concretos o demagogia etérea. Manipulación o libre determinación.
La manifestación cívica pacífica, refleja la dignidad democrática ciudadana que
se posee. Es toma de consciencia y responsabilidad en las encrucijadas de la
vida colectiva. Podemos perder todo, pero nunca perdernos a nosotros mismos;
aun cuando casi todo este contaminado. (Jesús Silva Herzog Márquez).
En el caso que nos ocupa, la expresión
de nuestra decisión personal, habrá que sustentarla al tener en cuenta errores
y aciertos presidenciales. Sospesarlos y así otorgarles el peso específico que
incline la balanza hacia uno u otro lado.
Errores. Seguimos
sin contar con una estrategia viable para controlar y disminuir la violencia y
la delincuencia en todo el país. La consigna de abrazos, no balazos; ha
fracasado por los constantes hechos, violentos y encarnizados, de poder y
dominio territorial de los diversos grupos delictivos. Además, el crimen
organizado como operador político (inhibidor o motivador) en campañas
electorales, empieza a mostrar su eficacia para detentar también el control de
la autoridad institucional bajo cualquier bandería ideológica.
La nada conveniente militarización de
aspectos y actividades importantes civiles de nuestro país, como lo son la
seguridad pública en tiempos de paz, construcción y mantenimiento de grandes
obras públicas: la administración y operación de puertos, aeropuertos,
ferrocarriles y refinerías (que siempre estarán aparejadas a las corrupciones
económicas inherentes a su funcionamiento), provocaran grave distorsión a
nuestra libertad ciudadana, de nuestra gobernanza civil y acentuará la seudo democracia
facciosa y mercantilizada. (Luis Carlos Ugalde)
El presidente de la República, se
demerita cuando acentúa sus rasgos personales mesiánicos, con un halo de
egolatría e inefabilidad moral, que lo conducen a tener actitudes dogmáticas,
sectarias y bipolarizantes, que no ayudan a mantener una mínima cohesión social
nacional, en torno a los grandes problemas que afrontamos como país. La
consigna presidencial maniquea de si no estás conmigo, estás contra mí; no
funciona en una nación que histórica y culturalmente se muestra como un mosaico
plural, a veces contradictorio, imposible de tratarlo con tabla rasa y de forma
reduccionista. Paradoja: está sustituyendo un incipiente federalismo liberal por
un centralismo conservador avasallante.
El combate real e imparcial a la
corrupción y la erradicación de la falsedad, como estilos de gobierno, no
pasaron de ser meras consignas electorales. La transparencia y la rendición de
cuentas en el uso y desglose del presupuesto público brillan por su ausencia. Mucho
del erario público, ya es secreto militar.
Aciertos. La
redistribución del ingreso nacional a favor de los que menos tienen ha
contribuido a disminuir la muy desigual e inequitativa distribución de la
riqueza nacional, que por décadas estuvo concentrada en unas cuantas manos de
barones de la economía y de la política. Eso les ha causado gran enojo.
La expansión de los programas
sociales de beneficio económico directo individual, ha causado gran beneplácito
a la mayoría de mexicanos ubicados en los estratos económico-sociales más bajos
de México. Sobre todo, en estos tiempos de pandemia y crisis económica.
La oportuna reserva, adquisición y distribución
masiva de vacunas reforzadas contra el Covid-19, tuvo buena consecuencia en la
disminución importante del crecimiento de la pandemia, reducción drástica de la
mortandad y de la infestación.
La defensa presidencial de la
soberanía sobre los recursos naturales y energéticos que poseemos como nación
-en particular, el subsuelo, el petróleo, gas, agua, electricidad, energéticos
en general-, ha sido una actitud patriótica. La rectoría del Estado mexicano en
el control y aprovechamiento de los mismos, nos permitió un desarrollo
industrial, agrícola y de servicios urbanísticos, que favoreció una generalizada
clase obrero-campesina, media y empresarial boyante, hasta hace pocos decenios
de años; misma que colocó como potencia media-alta a México en el contexto mundial.
La construcción de infraestructura
estratégica ferroviaria para la comunicación y transportación de bienes,
mercancías y pasajeros en la península de Yucatán y en la zona transístmica que
conecta el Océano Pacifico con el Atlántico en el estado de Oaxaca, marcaran un
hito en el desarrollo económico y social de esa parte subdesarrollada del
sur-sureste del país.
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