Héctor Manuel Popoca Boone.
Capítulo II. Aciertos.
(1). En el sexenio que termina, se realizó un esfuerzo
real para disminuir la pobreza social y aminorar la brutal desigualdad
socio-económica en que se desenvolvía la sociedad mexicana, hará muchas décadas
atrás. Mediante la puesta en marcha de los programas sociales: Pensión para
adultos mayores, et al. Estos programas contribuyeron a dignificar la vida de
mucha población en situación de fuerte vulnerabilidad y alta discriminación
social.
(2). La clase trabajadora formal, vio incrementado significativamente
el salario mínimo legal. Con esta medida, parte del excedente económico
derivado de la producción de la riqueza nacional, que estaba concentrado en
pocas manos se empezó a redistribuir más equitativamente entre el trabajo y el
capital.
(3). Lo anterior contribuyó sustancialmente, a corto
plazo, a mejorar el poder adquisitivo de las clases sociales más necesitadas; salvaguardando
así, los mercados internos de consumo familiar contrarrestando los efectos
perniciosos de la inflación económica mundial.
(4). La clase empresarial no fue afectada en su
capacidad de generar, lícitamente, riqueza material y financiera. No se les
tocó ni con el pétalo de una amapola, en ese aspecto. A la oligarquía nacional
dominante, integrada por grandes empresarios y grupos de políticos poderosos
variopintos, solo se les suprimieron canonjías y privilegios económicos
anormales, producto de tranzas y componendas entre ellos, de los que gozaron y
usufructuaron durante muchos años. Tan solo fueron obligados a cumplir con sus
deberes fiscales, que antes escamoteaban y eludían enterar por cientos de
billones de pesos anuales, que los destinaban más que a la inversión
productiva, a su enriquecimiento personal especulativo, en detrimento de la generación
de mayor empleo nacional para el bienestar social.
(5). Se le otorgó primacía al desarrollo regional del
sur-sureste de México; que estaba, durante varios sexenios anteriores, cuasi
abandonado en materia de dotación de infraestructura básica para el desarrollo
y de proyectos de inversión pública de gran envergadura; a pesar de la buena
dotación de recursos naturales que posee para detonar el desarrollo regional a
corto plazo, mucho más favorable y redituable, en comparación a las regiones ya
favorecidas del centro y norte del país.
(6). El gobierno federal Mantuvo a flote la generación
de riqueza nacional -en el año de 2023, (con cifras del Inegi) el crecimiento
del Producto Interno Bruto fue de 3.2 %- a pesar de la brutal caída del PIB
durante el año más crítico de la pandemia en el 2020, que fue del orden del 8.5%
(7). Algunos de los macro indicadores que sirven como parámetros
de la poca o mucha estabilidad económica del país no sufrieron deterioros en su
comportamiento. Ni en la paridad con el dólar de Estados Unidos, país donde se
concentra la mayor parte de nuestras importaciones y exportaciones, ni en el
déficit de nuestra balanza de pagos con el exterior. No hubo devaluación de
nuestra moneda, al contrario, mostró tendencia a su apreciación frente al
dólar: 16.9 pesos a la fecha (Inegi). Sin embargo, está pendiente de conocer
cuanta deuda externa se contratará en lo que resta de este sexenio y cuál será su
destino final. Los pronósticos auguran que el déficit financiero que heredará a
su sucesora será muy alto.
(8). En este
período sexenal fue desacralizada la figura del presidente de la República, por
la misma persona que la detenta. Su estilo de gobernar, populachero, rijoso, de
mucha exhibición mediática y prolífico de medias verdades, mentiras y otros
datos, nos hizo ver que los presidentes de una nación son seres humanos comunes;
no exentos de aciertos y de errores; algunos notables y otros graves. (Que cada
cual, de mis electores, utilice su capacidad de análisis y realice un balance
personal que oriente su voto).
(9). Con su manera de comunicación social,
eminentemente confrontadora y adjetivadora, se expuso a la befa y al escarnio
de sus opositores que no tuvieron respeto alguno a su investidura presidencial,
pero aguantó y mucho, si caer en la represión generalizada a los medios masivos
de comunicación.
(10). También quedó desacralizada la imagen impoluta de
las fuerzas armadas. Indicios de colusión, corrupción e inacción en el combate
al narcotráfico fueron las principales pistas; sumando el no acatamiento a las
órdenes presidenciales de entregar toda la información clasificada sobre “los
vuelos de la muerte”, en la época de la guerra sucia en la región Costa Grande,
Gro. y sobre la “desaparición forzada de los 43 normalistas de Ayotzinapa”; donde
a la fecha sigue sin conocerse la verdad completa, ni es aplicada totalmente la
justicia debida.
(11). Gracias a las acciones presidenciales, salió a
relucir la apropiación abusiva de la riqueza nacional por parte de la mafia en el
poder de aquel entonces; compuesta por grandes dirigentes empresariales y
políticos dirigentes partidarios que, mediante la partidocracia, la democracia
mercantilizada y un gobierno sumiso a los hombres del gran dinero
(neoliberalismo), se beneficiaron de su concentración y quieren volver a su
gozo y retozo.
Ahora, los destinos del país son disputados entre
ellos y un movimiento político emergente, deseoso de evitar el retorno al
pasado; para lo cual, el presidente de la República ha conformado una base
social numerosa; lamentablemente sostenida, principalmente, por dádivas y
subvenciones económicas, en lugar de planteamientos ideológicos políticos,
económicos y sociales claros, firmes y diferentes. Mucho del anterior pasado
pernicioso, ha sido reciclado y remasterizado.
(12). Por último, AMLO empezó a rescatar elementos del
pasado nacionalismo revolucionario, que, con la modalidad de economía de
mercado mixta, con rectoría del estado, nos dio oportunidad de un buen
desarrollo nacional con equidad social en la segunda mitad del siglo XX, antes
de la dominación del neoliberalismo empobrecedor de las mayorías. Mantener la
soberanía alimentaria nacional además del rescate de empresas estratégicas para
el crecimiento de México, como lo son las concernientes a las energéticas
existentes (petróleo y electricidad, que ya estaban semiprivatizadas) y nuevos minerales
emergentes, que nos garanticen autodeterminación nacional, son de fundamental
importancia que la nación siga poseyéndolas, a la luz del desenvolvimiento de
la historia económica universal reciente.
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