viernes, 27 de noviembre de 2015

Eliminación de la violencia contra la mujer.

Héctor Manuel Popoca Boone.

El 25 de noviembre pasado, se festejó el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, celebración anual aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Se trata de una conmemoración histórica para alzar la voz y recordar a la sociedad la gravedad del problema de la violencia de género, la violencia contra la mujer, cuyo impacto es de carácter mundial y de permanente actualidad. Así como señalar la impunidad de los autores en muchos de los casos y de los nimios esfuerzos gubernamentales de concientización, prevención y actuación en contra de los feminicidios.
Su origen se remonta al 25 de noviembre de 1960, cuando las hermanas Mirabal: Patria, Minerva y María Teresa, fueron asesinadas despiadadamente, en República Dominicana, por la policía secreta del entonces gobernante sátrapa, Rafael Trujillo, cuya dictadura fue responsable de la muerte de más de 50.000 personas durante los 31 años que duró.
Las tres hermanas fueron importantes activistas en la lucha por la libertad y la democracia en su país. Ellas, sus maridos y otros activistas del movimiento fueron condenados a más de tres años de prisión, aunque fueron liberadas meses después por presiones internacionales. Al mismo tiempo que las hermanas retomaron sus actividades libertarias, el dictador hizo lo propio con sus intenciones criminales para hacerlas desaparecer, de forma definitiva, de la faz de la tierra. El entonces siniestro general Pupo Román, fue el encargado de idear la emboscada que provocaría la muerte de las tres hermanas, quienes fueron apaleadas por la soldadesca hasta dejarlas muertas. La repercusión de este suceso fue mundial, de tal manera que marcó el comienzo del fin de la dictadura trujillista.
Ejemplos de extrema violencia en la historia contra la mujer han sido: El caso de Hipatia, mujer notable en las ciencias y filosofía de su época, apedreada, desollada y quemada por turbas fanáticas religiosas, azuzadas por el Obispo Cirilo de Alejandría. Abominable fue el hábito de matar bebes en la Roma antigua, China y la India milenaria  por el solo hecho de nacer niñas. Detestable es la práctica de los musulmanes en el norte de África de practicarles a las mujeres la mutilación genital extirpándoles el clítoris (ablación) y cociéndoles la vagina (infibulación). El deleznable hábito hindú de quemar vivas a las viudas en la piras de sus esposos muertos. Tiempos atrás, era costumbre judía que si las hijas de un sacerdote incurrían en fornicación, tenían que morir en la hoguera; si eran rechazadas en matrimonio por no ser vírgenes, merecedoras eran de ser apedreadas hasta la muerte. Aborrecible es también la práctica de lapidar a las mujeres que cometen adulterio por parte de los talibanes. Aberrantes son las violaciones tumultuarias, con trato semi-esclavizado, de las mujeres de pueblos vencidos en tiempos de todas las guerras. No menos fueron las políticas de genocidio de género practicadas por los nazis y la dictadura estaliniana.
Vergonzosamente persiste la violencia intrafamiliar que sufren muchas mujeres, sobre todo de clase humilde. Aún no es posible erradicar los feminicidios derivados de la pobreza social, así como tampoco disminuir la presión ejercida a las mujeres por los hombres para que aborten para no asumir la responsabilidad de haberlas embarazado. En México tenemos los tristemente famosos feminicidios en serie de Ciudad Juárez, aun impunes.
Mujeres emblemáticas también fueron: Juana de Arco, heroína de Francia, entregada a los tribunales religiosos para ser quemada viva. Las decenas de miles de “brujas” que a manos de la Santa Inquisición sufrieron horrendas muertes. Olimpia de Gauges, enviada a la guillotina en tiempos de la revolución francesa por defender los derechos de la mujer; la teórica marxista, Rosa Luxemburgo, vilmente torturada y asesinada por huestes paramilitares en la ciudad europea de Berlín, Sophia Scholl, estudiante alemana, decapitada por los nazis. Etc., etc., etc.
PD. Si usted quiere trascender su cotidianidad, trate de ser la diferencia, para que siempre sea una referencia.


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