Héctor Manuel Popoca Boone.
El
domingo 13 de agosto pasado, el ex gobernador defenestrado, Rubén Figueroa
Alcocer, declaró que el PRI se modernizaba, pero la designación del candidato
presidencial era de la sola incumbencia del primer priista del país: el
presidente, Enrique Peña Nieto. O sea, que todo aparentemente cambiaba, para
que todo igual siguiera en ese partido.
Cinco días después, intempestivamente,
se da a conocer a través de los medios de comunicación que, la Secretaría de la
Función Pública (SFP) del gobierno federal, inhabilitaba para trabajar por un
período de diez años en la administración pública, al más cercano discípulo
político de Figueroa Alcocer, el diputado local: Héctor Vicario Castrejón, por “negligencia
administrativa” cuando tuvo bajo su responsabilidad la delegación federal de la
Sedatu en Guerrero.
Ese mismo viernes, el
presidente estatal del PRI y el Gobernador del Estado, otorgaron públicamente su
respaldo político a Vicario Castrejón. Ante preguntas de algunos reporteros,
señalaron ambos que el veredicto de inhabilitación todavía no era un caso
concluido. Que su naturaleza era exclusivamente de carácter administrativo y
que tenía todo el derecho a defenderse. Antier, el actual delegado de la Sedatu
precisó que la sanción fue por pagar una obra no realizada. Y eso, es
sencillamente corrupción.
Sea de ello lo que fuere,
nunca citaron a Vicario para hacer de su conocimiento formal la irregularidad
imputada. No se le entregó un pliego de responsabilidades a solventar. Por lo
tanto, en la penalización no se observó el debido proceso.
Una posible conjetura política
es que esa sanción fue producto de una consigna superior. Bien pudo ser un
mensaje del mandamás nacional del PRI a Rubén Figueroa Alcocer, para que no
ande de boquiflojo al hacer declaraciones públicas inoportunas que en esta
ocasión menearon el andamiaje que Enrique Peña Nieto y el PRI están tratando de
construir, para enfilarse cohesionados al proceso electoral más importante del
país -la renovación sexenal del poder presidencial- que se realizará en julio
del 2018.
Hubo posible molestia en
Los Pinos, cuando el “ave de las tempestades políticas de Huitzuco” declaró que
Enrique Peña Nieto, en su carácter de presidente de la República, hará uso de la
otrora facultad presidencial (meta-constitucional) de designar, por la vía de
los hechos, a su sucesor en la silla presidencial.
Cierto es que el “dedo
presidencial”, desde Plutarco Elías Calles hasta Miguel de la Madrid, fue un factor
de unidad, disciplina y cohesión priista, además de estabilidad nacional que
brindó el sistema gubernamental denominado dictablanda,
por el premio nobel de literatura, Mario Vargas Llosa. Luego, Cuauhtémoc
Cárdenas Solorzano desafió con éxito esa afamada regla no escrita de la
política mexicana. Sin embargo, le escamotearon con gran fraude electoral su
legítimo triunfo en su primera campaña (fuera del PRI) para llegar a ser presidente
de la República. El fenómeno político suscitado permitió, años después, la
apertura de nuestra imperfecta democracia electoral. Dando entrada a la
alternancia en el poder presidencial. Concretándose ésta, con el tristemente
célebre expresidente y comediante panista, Vicente Fox. Sería una pena
democrática y perdición de López Obrador que empezara hacer uso político del dedo decisional.
PD1. La política mexicana está plagada de caudillos, incertidumbres
y circunstancias, donde la consciencia, organización y voluntad de los pueblos
definen, al final de las cuentas, el verdadero derrotero del país, tarde que
temprano.
PD2.- Con su equipo
estatal de espionaje político, (que dijeron “desaparecido”), el gobierno de
Guerrero interviene ilícitamente (en forma por demás burda, atolondrada y cuasi
misteriosa) los teléfonos celulares de aquellos que criticamos el actual estilo
de gobernar.
PD3.- La ilegal violencia
gubernamental retoñó sobre la persona de la reportera indígena de El Sur, Antonia Ramírez. Siguen las impunes
agresiones contra el derecho de informar y opinar. De sobra conocemos el
carácter irascible del “maestro incómodo” contra los trabajadores de los medios.
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